30 de enero de 2013

Rocío Silva Santisteban, La máquina de limpiar nieve


Fotografía de Egor Shapovalov

LA MÁQUINA DE LIMPIAR NIEVE

Ahí suena, con su carraspeo ronco, el motor
en medio de la noche blanca

opaca con su chirrido los otros ruidos: 
esa incesante música que destilan los caños

el hombre, inmigrante a su pesar, aprieta 
el mecanismo y va limpiando el camino

el sendero blanquecino que antes se hundió
bajo la nieve

el ruido que podría ser insoportable en su monotonía
es el preludio de un camino limpio

desde las ventanas amarillentas de los departamentos
las caras ateridas labran una pequeña sonrisa

miramos el paso del carro
los mecanismos misteriosos que permiten la limpieza

desde nuestras oscuridades también advertimos que se va acumulando
un hielo frío que al principio parece raspadilla

imperceptible polvo gélido
apegado a nuestros cuerpos como goma arábiga

con los días y el mal tiempo el polvo muda en escarcha
dura y repulsiva como el hielo derretido en el asfalto

en medio de la oscuridad blanquecina la nieve envuelve 
con su mugre una chalina

tiene que venir el sol, húmedo y tímido, 
pero a veces demora en sacar la cabeza

es mejor seguir el compás de la máquina
su música amarilla, su tintineo monótono, su canturreo sordo

es mejor limpiar el camino a la primera nevada
sacar la lágrima de encima

es mejor evitar la dureza de piedra del témpano
torcer con suavidad para otro lado la cabeza

limpiar desde el principio y quebrar
con dulzura lentamente los párpados

nada que equivalga a una humillación.




Rocío Silva Santisteban 
(Lima, Perú, 1963)
de Soda caústica (cinco poetas latinoamericanos)
Selección de Enrique Falcón
CUADERNOS CAUDALES DE POESÍA, II
Fundación Inquietudes, 2009
para leer MÁS

5 comentarios:

Javier López-Gomis dijo...

Este poema me ha resultado muy muy original... la forma en que va creciendo y haciéndose más y más humano... Genial.

Besos!

EG dijo...


:) besos J.Gomis L!!!

vera eikon dijo...

Primero quiero meter mi rostro en la nieve, y luego, después de sentir el fío delicioso, comenzaré a lavar la lágrima. Beso, amiga...

David Mariné dijo...

hay nieves que nunca se disipan.
me ha encantado.

Leo Mercado dijo...

Todos guardamos hielo frío desde nuestras oscuridades...

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