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13 de abril de 2020

Eva Vaz, Poesía para un lunes


Obra de Tony Luciani
POESÍA PARA UN LUNES

Vuelve el lunes tras el hiato;
vuelve con los ojos llenos de sueño
y con menos sueños posibles,
vuelve funcionarial, rutinario,
como la tormenta tras el rayo,
como un matrimonio.

¿Dónde están las buenas noticias?

El lunes huele a detergente,
a vacío,
a comida congelada.

Los lunes nunca hacemos el amor.

Lunes, tediosa palabra de orden
depurativo y famélico.

No hay poesía los lunes. Ni pescado fresco.

Es lunes, pero te quiero
y eso me salva el mundo.

pág. 54



Eva Vaz
(Huelva, España, 1972)
POETA/LICENCIADA EN FILOSOFÍA/GESTORA CULTURAL
de Ruido de venenos, Editorial Crecida, 2013
Colección Línea inclinada
para leer MÁS


4 de septiembre de 2016

Eva Vaz, 5 poemas 5


Fotografía de Zev Hoover
LEYENDO A MAR 20 AÑOS DESPUÉS

Entonces no estábamos heridas de mundo,
sólo heridas superficiales
y todo el mundo por hacer,
tan grande y tan bonito.

Pero ahora estamos tan rotas
como muñecas muertas:
ya no podemos llorar,
y por eso escribimos;
es gratuito y necesario.

Tu camino y mi camino
se han cruzado en una alianza
infecciosa. Mal caldo éste.
Y me hiere verme en tus ojos,
porque el fracaso no es bonito ni joven.

Pero aquí estamos, con tantos años malhechos
y estos poemas de sangre,
como una ruina que encuentra otra ruina
en un vertedero.

Has sufrido: lo veo cuando te ríes.
Yo también.
Sólo soy una perra de tres patas
con cicatrices de tiempo.
Pero antes no, no estábamos
rotas de fracaso,
y hoy competimos por ser las más 
golpeadas:
¿Dónde aprendimos esta competencia?
¿De qué sirve ser la que más sufre?

Y las expectativas… No viajamos.
Tuvimos hijos,
trabajamos tanto que se nos olvidó 
la vida, esa con tantas promesas.
Ahora vivimos pero se nos olvidó
ser felices.

Y éramos tan buenas chicas…
Ahora no lo sé, dime, Mar, 
¿seguimos siendo buenas chicas?

¿Podremos seguir siendo amigas?




“101/365: in rain or shine” de Alex Currie
AMITRIPTILINA

Ya sé que no soy yo,
que son mis venas de pájaro,
que son los veinte años de anestesia,
pero hoy me eché a llorar
en medio de la calle.

Qué vergüenza,
esta mirada sin lugar,
como una plañidera sin sueldo
ni paz con su llanto.
No es una exhibición,
es que tengo el fuelle del lagrimal
inútil
y no sé contener esta bulimia
de tristeza.
Por eso voy rodando
como una vulgar lloradora
contratada por el mundo.

Tenía un estante de pastillas
como un surtido de galletas
que me dejaban como un trozo de carne
y me las quieren quitar
para vivir a pelo.

Ustedes deberían saber
que es verdad, que sí,
que estoy rota,
que soy una heroína para nadie,
pero ando llorando y gritando,
con un orgasmo brutal
de tristeza.

Concédanme un armisticio:
ser triste moderadamente,
drogarme lo que necesito.

Y que se haga de noche.
Que por fin llegue el sueño.
Por fin.
Soñar.
Hoy.



Fotografía de Brooke Golightly
SECUELAS

El hambre por adelgazar
es más intensa
que el hambre por existir.

No soy más que un tubo de ensayo
y el hueco entre mis piernas
es un triunfo.

Sobreviví al osario de mi cuerpo
en un infierno de manzanas negras.

El vértigo de las formas
me cambió la vida.
E insiste.

Sigo comiendo
en los mismos platos pequeños
y con la misma cuchara,
aunque ahora no esté vacía.

El tiempo me devuelve
un rostro que no conozco
y me sorprendo en los espejos.

Todavía
“me toco los huesos 
buscando la calma
de su vehemencia”.

Yo soy mi prisión.




Obra de Alyssa Monks
BRUXISMO

Vivir apretando y rechinando
los dientes,
es como cargar con 90 kgs. de peso
sobre mis mandíbulas.

Mi dientes son pequeñas astillas,
gastadas como piedras de arena.
Menudos y devastados.

Tengo que llevar una férula dental,
una brida,
un bozal,
un trozo de plástico
que te escupiría ahora mismo
como un reproche inaudito.

Trituraría tus palabras
como bolas de cristal
rompiendo mis dientes planos
como lijas de carne.

Te escupiría con los maxilares de piedra
porque no tengo dientes
pero sí veneno y calcio.

Me duelen las encías
por no sangrar de pasado:
cada diente es una miseria,
una piedra más en la maleta,
dentro de mi boca.

Bruxismo: parafunción mandibular
del comportamiento bruxópata.

El recuerdo y el asco
de tus dientes perfectos.
Mi forma de sacarle los dientes
al mundo, así,
como un potaje cálcico.

Sé que me estoy quedando sin dientes,
pero nunca, oídme, nunca,
me quedaré
sin voz.



Fotografía de Lauren Withrow
CRÍA CUERVO

“Esos hijos que ahora
devuelven la mirada, pero no la sonrisa”
Fernando Beltrán

Creo que tenemos pendiente
una conversación inédita.
De mi infancia o del resto de mi vida,
ahora que mamá es vieja
y tú te comes el mundo
con un simple gesto de melena
negándome tu rostro.

Ahora que tú eres la protagonista
absoluta de tu vida.
Y yo soy una comparsa innecesaria
y molesta,
un zumbido viejo sin atractivo.
Sólo soy una madre,
hay muchas en el mundo.
Antes también era una madre,
pero entonces era exótico.
Ahora es ser una piedra
que pesa más que yo misma
y mi fracaso es la sombra
que ves proyectada en tus espejos.

Será por eso que ya no regresas:
la casa está llena de telarañas
y una humedad que descompone
la paciencia.
Huele a viejo y a puchero rancio de madre.

No más. Ya no soy de tu gusto
ni del gusto de muchos.
Pero escucha: estoy aprendiendo a ser
de mi propio gusto.
Y eso es el alimento 
de mi resurrección cotidiana.

Cuando regreses,
vas a asustarte de lo mucho 
que he crecido en estos meses.

Ya soy más alta que tú.




Eva Vaz
(Huelva, España, 1972)
POETA/LICENCIADA EN FILOSOFÍA/GESTORA CULTURAL
de Trabajo sucio, La Isla de Siltolá, 2016 
para leer la reseña de Ismael Cabezas
para leer MÁS

14 de enero de 2015

Eva Vaz, 3 poemas 3


Obra de Anke Merzbach

LEGÍTIMA DEFENSA

Cuando el juez le preguntó 
Por qué tuvo que matar, Mona, seria, respondió:
-Fue el calor y la humedad-.

Nacho Vegas

Lo hice porque tenía que hacerlo.

Me lo pedían
las varices.
Me lo dijo el 
espejo.

Lo hice sin más motivos 
que mi tristeza.

Lo hice porque me dolía 
la conciencia.
Porque me dolía la espalda.
Porque me dolía la fregona.
Porque me dolía su carne
Asfixiándome el útero cuando 
tenía que descargar.

Lo hice porque me dolía
la artrosis
que me dejó en las últimas
vértebras rotas.

Lo hice porque aún 
me quedaba sangre
en los pechos
de su último 
mordisco.

Lo hice porque había que hacerlo.

Lo hice porque a los niños
les hubiera gustado
que fuera él…

Y no yo.


Gloria Swanson

LAS AUTORIDADES SANITARIAS ADVIERTEN QUE "FUMAR PUEDE MATAR"

Y si hay un fuego aprenderé a arder.
Y si hay fuego empezaré a arder.
Y si empiezo a arder, aprenderé a apagarme

Nacho Vegas

Mis pupilas me advierten
que puedo morir,
morirme,
por abrir los ojos.

Mi corazón me advierte
que puedo morir
de soplo y resoplo,
de esfuerzo,
por encontrar algún valor honesto
al que agarrarme
y no encontrarlo.

Mi conciencia me advierte
que puedo morir
de un ataque de cobardía
de tanto mirar para
otro lado.
De morir
de un ataque de tristeza
por mirar hacia atrás.

Mi cerebro me advierte
que puedo morir
de un ataque de verdad
si pienso.
Me advierte que diga a todo que sí,
que es más fácil y no duele.

Mis huesos me advierten
que puedo morir de hambre
por no encontrar ninguna verdad
que llevarme a la conciencia.

Mis pulmones me advierten
que llorar les cansa.
Que puedo morir
de impotencia.

Mis intestinos me advierten 
que puedo morir 
de un colapso de mierda 
en la retina o en el alma.

Mis neurotransmisores me advierten 
que puedo morir
lentamente,
mentira a mentira,
silencio a silencio,
vergüenza a vergüenza
si leo la prensa
veo el telediario
o escucho la radio.

Mi estómago me advierte
que puedo morir
por comprobar que la basura
de mi propia casa
libraría de la muerte
por hambre
a demasiados olvidados.

Mientras se consume un cigarro
la gente se muere
de hambre
de sobredosis
de cansancio
de aburrimiento
de soledad
de palizas
de hipermetropía
de ceguera
de cáncer
de malaria
de un disparo
de pedradas
de tristeza
de tristeza
de tristeza.

Las autoridades advierten que
fumar puede matar.
Y yo, que no fumo,
me voy muriendo un poco
todos los días
porque las Autoridades
no advierten que son ellas
las que matan
directamente.



Obra de Erika Kuhn       

LA BANCA DEFRAUDÓ 236 MILLONES DE EUROS A LA SEGURIDAD SOCIAL

Mi madre murió 
en el cielo de un quirófano.
Yo sé cuánto frío...
Sé cómo te lo quitan...
respirando, 
respirando...

El limbo debe ser eso.

Mi madre murió allí.
Tenía las arterias demasiado pequeñas
Mi hija nació allí:
resbaló por la plancha
helada
y la sentí como un abrazo 
a mi madre muerta.

Mi madre tenía las arterias estrechas.
Ahora sé por qué tenía
el corazón tan frío.
y la mirada glacial

Mi madre estuvo esperando 
dos años,
con el frío en los ojos
y el corazón aterido.
Con mi incomprensión 
implacable.
Dos años esperando una
desembocadura amplia
para su corazón de piedras.

Pero no hubo un salario
para un cirujano 
que le quitara la escarcha a mi madre,
que aligerase su turno en una lista 
con muchos nombres 
y muchos números
con muchos hombres vivos.

Luego me contaron que yo estudié
con ese salario que no se dio.

Pero no me sirve la Filosofía
para dilatar 
las arterias de mi madre.
No me sirvió ese salario
para comprender la estrechez
congénita
de sus arterias.
La causa de su frío.
Mis arterias también son débiles 
madre...
Y a veces tengo los ojos nevados
y el corazón de hueso.

Y ahora no sé qué hacer 
con todo 
lo que no te dije.
Podría habértelo confesado
mientras respirabas
tu propia muerte
y perdías el frío.
O en un poema como éste
que me abrigue la conciencia.

La cría duerme
madre,
se parece a nosotras.
Se llama Eva.



Eva Vaz 
(Huelva, España, 1972)
de Metástasis, lf ediciones, Colección El árbol espiral, 
Salamanca, Bejar , 2006
extraído de LOS NOVELES
para leer MÁS

31 de julio de 2013

Eva Vaz, Enseñanza superior


s/d del autor de la fotografía

ENSEÑANZA SUPERIOR

He necesitado cumplir los 25.
He necesitado licenciarme
en Filosofía,
y perseguir un doctorado,
y despellejar mi paciencia
en unas oposiciones,
para descubrir que lo más apreciable,
mi mejor joya:
mi COÑO.

Ahora me faltan años
y currículum
para retroceder en el tiempo
y ejercitar otras virtudes
y conquistar el mundo
en un abrir y cerrar de piernas.




Eva Vaz 
(Huelva, España, 1972)
de Ahora que los monos se comen a las palomas, Editorial Cacúa, 2001
para leer MÁS

9 de agosto de 2012

Eva Vaz, 2 poemas 2

Fotografía de Szymon Brod­ziak




PINTURA

Me acuerdo del día
en que entramos en
nuestra casa
Yo estaba embarazada
de cinco meses
Cinco meses atrás
había muerto
entre aquellas paredes
la antigua inquilina

Entonces
pintamos las paredes
de colores

Todos los años
queremos pintar
las paredes
cuando hacemos
la limpieza

Con pintura acrílica
Lavable

Cuando estamos juntos
tenemos la misma cara
que la pared

cada vez nos parecemos más
a las paredes

Pero a ellas, aún
les queda más humanidad
que a nosotros:
ellas han asistido
a más de una Muerte

Y siguen ahí,
de pie,
como paredes


Amalia Caputo (Venezuela, 1964) La casa de Hestia / Hestia’s House, 2009




ESTIGMAS

M.J. tenía una libreta
donde recogía los insultos de P.
Cuando discutían
sacaba la libreta
P.crujía los huesos de sus manos.
Y comenzaban a insultarse


En una de esas escenas
a P. no le dio tiempo
de crujirse los huesos.
M.J.no escribió
nada en la libreta.


Se escribieron las frases más contundentes
con la mano abierta
Y las uñas


M.J. no sabe cómo 
se escribe eso 
en la libreta.


Ahora pinta,
con maquillaje oscuro
sobre el estigma
para que no se note


Su hijo utiliza
ahora la libreta
para pintar casitas.
La maestra le ha dicho 
que sus casitas
son muy raras
No tienen ventanas
Ni sol




Eva Vaz 
(Huelva, España, 1972)
de Verdad o consecuencia, 
publicado en Poemash/Vinalia Trippers
para leer MÁS

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