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5 de febrero de 2018

Alejandra Pizarnik, 3 poemas 3


Ilustración de Peony Yip


REVELACIONES

En la noche a tu lado
las palabras son claves, son llaves. 

El deseo de morir es rey.

Que tu cuerpo sea siempre
un amado espacio de revelaciones.





Ilustración de X.Lan

AMANTES

una flor
             no lejos de la noche
            mi cuerpo mudo
       se abre
a la delicada urgencia del rocío 






TU VOZ

Emboscado en mi escritura
cantas en mi poema.
Rehén de tu dulce voz
petrificada en mi memoria.
Pájaro asido a su fuga.
Aire tatuado por un ausente.
Reloj que late conmigo
para que nunca despierte. 





Alejandra Pizarnik
(Buenos Aires, Argentina, 1936-1972)
POETA/TRADUCTORA
de Los trabajos y las noches, Editorial Sudamericana, Bs. As, 1965
y en Obras completas. Poesía y ProsasBs. As., Ediciones Corregidor, 1990
introducción de Silvia Baron Supervielle
extraídos de Alforja Nº 34, primavera 2006
para leer MÁS

11 de febrero de 2015

Guadalupe Wernicke, 2 poemas 2


Fotografía de Yulia Gorodinski

un déjà vu
que el placer no es un error
ni la biblia la última epopeya
hay mucha gente muchas vestiduras
en las fiestas de ahora
así las madrugadas no pueden
temer sus sonrisas verticales
ni las buenas maneras

todos ganan el partido si buscan poco
pero sabemos 
ni corriendo podemos salvarnos
ni atando cuerpos a los propios

que el amor no es eso
tiene otra música de fondo

un dejà vu
che il piacere non è un errore
né la bibbia l’ultima epopea
c’è molta gente molte vesti
nelle feste di adesso
cosí le albe non possono
temere i loro sorrisi verticali
né le buone maniere

tutti vincono la partita se cercano poco
ma sappiamo
né correndo possiamo salvarci
né legando i corpi ai propri

che l’amore non è questo
ha un’altra musica di fondo



Fotografía de Yulia Gorodinski

“Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo.
No, no estoy sola. Hay alguien aquí que tiembla.”

pero podría llamarte y comprobar también tu soledad
guarecerme en las colecciones de sentido
que vienen con el diario del fin de semana, con las películas después de las doce
entre nosotros
quedan cuadritos e impactos, pocos objetos
fuimos básicamente agua
pretendíamos los océanos, respirar como los peces
dejar la sede local del idioma
traducirnos

qué fue

escribo acerca de piletas
con escaleras para salir por las esquinas
nadadores
qué es lo que pretendo contener
voy a seguir buscando lo que no sos
en parques, subtes, lugares secos
hay pruebas
empiezo a preferir las flores a las algas
la música con percusión
dormir cómoda
porque los otros deben saber mis reglas
la deshidratación es más larga de lo que creía





Guadalupe Wernicke 
(Buenos Aires, Argentina, 1982)
SOCIÓLOGA/EDITORA/POETA
de el deshielo, Alción Editora, 2007

6 de diciembre de 2012

Alejandra Pizarnik, Sous la nuit

(*) s/d del autor de la fotografía

a Y. Yván Pizarnik de Kolikovski, mi padre


Los ausentes soplan grismente y la noche es densa. La noche tiene el color de los párpados del muerto.

Huyo toda la noche, encauzo la persecución y la fuga, canto un canto para mis males, pájaros negros sobre mortajas negras.
Grito mentalmente, el viento demente me desmiente, me confino, me alejo de la mano crispada, no quiero saber otra cosa que este clamor, este resolar en la noche, esta errancia, este no hallarse.

Toda la noche hago la noche.

Toda la noche me abandonas lentamente como el agua cae lentamente. Toda la noche escribo para buscar a quien me busca.

Palabra por palabra escribo la noche.





Alejandra Pizarnik 
(Buenos Aires, Argentina, 1936-1972)
Copia de la hoja mecanografiada por Alejandra Pizarnik, 
enviada a Félix Grande 
(Cuadernos Hispanoamericanos) en agosto de 1972
En Textos de sombra y otros poemas,
Edición de Olga Orozco y Ana Becciú
Buenos Aires, Sudamericana, 2ª edición, 1985
para leer más en POESÍA DE MUJERES 
MÁS

8 de octubre de 2011

Alejandra Pizarnik, Memoria Iluminada










1. (2/2)




2. (1/2)




2. (2/2)




3. (1/2)




3. (2/2)




4. (1/2)




4. (2/2)










Tómense su tiempo y disfruten

Alejandra Pizarnik, Poema


Collage de Willy Ollero




POEMA


Tú eliges el lugar de la herida
en donde hablamos nuestro silencio
Tú haces de mi vida
esta ceremonia demasiado pura.






Alejandra Pizarnik 
(Buenos Aires, Argentina, 1936-1972)
de Los trabajos y las noches, Editorial Sudamericana, Bs. As, 1965
y en Obras completas. Poesía y ProsasBs. As., Ediciones Corregidor, 1990
introducción de Silvia Baron Supervielle
para leer MÁS

1 de septiembre de 2011

Berta Piñán, Genealogía


Fotografía de Metin Demiralay (demiralaymetin@gmail.com)

GENEALOGÍA

La rosa que cortó George Sand,
su perfume furtivo
en esta tarde última de otoño.
Los rebaños australes de Alejandra Pizarnik
que mi abuela apacentó después,
en la navidad del 57, sola entre la nieve,
en los montes de L'Aspru.
La llama de un fósforo, en Park Avenue,
en las manos ateridas de Margaret Randall,
que alumbra ahora mi cigarro
en la noche de Madrid;
las garzas azules de Elizabeth Bishop
que vienen a posarse en la orilla de estos versos
y son también aquello que perdimos;
Linda Pastan y las voces, al volante,
cuando presiente que ya hemos gastado
el tiempo que nos queda.
Un libro que pasa de mano en mano
en una mañana apacible de Dachau
-Alemania- y que yo abro ahora,
60 años después, para recordar
que nunca más seremos
inocentes.
La carta que Adrienne Rich
nunca envió,
donde decir adiós y decir lo siento
le dolía tanto
-el corazón de una mujer
arde en ese cuarto-.
Los números secretos de Szymborska, el manzano
que plantó en la primavera polaca y
dejó escrito en el poema:
sólo los presos desean volver a casa -dijo-,
y ahora son aquellas las frutas que yo recojo
en mi huerto.
El gas mortal de Sylvia Plath,
el agua resbalando por el pelo
de Alfonsina Storni, como un puñado
de serpientes.

Quién dijo que al final seríamos
juntos y felices,
al final,
quién dijo que la verdad no
dolía tanto,
que brillaba como un gusano
de luz
en la esfera de la noche.
Las cárceles de hielo de Ajmátova,
de Tsvietáieva,
que sacuden en el centro mismo del
silencio.
Dime lo que un corazón
puede soportar
de luz y de sombras,
cuánto de soledad, cuánto de frío,
qué heridas no seremos capaces de cerrar,
quién olvidará primero.
Dime cuántas veces se puede lanzar
la misma piedra en el vacío
y a quién va a golpear
cuando regrese.




Berta Piñán  
(Cangas de Onís, España, 1963)
de La mancadura (El daño) Editorial Trea, 2010
Edición bilingüe
para leer + en EMMA GUNST

5 de enero de 2011

ELLOS (Julio Cortázar y Alejandra Pizarnik) 2

Julio Cortázar, París



Alejandra

No puedo dejar de nombrar a Alejandra Pizamik, porque Alejandra era la cultora de la noche. Una noche con Alejandra terminaba cuatro días después. Con ella hemos batido records de permanencia despiertos. Yo tenía toda la energía de la adolescencia y ella estaba despidiéndose de esta vida, porque ya no le interesaba el achanchamiento de la Argentina de ese momento. Yo creo que ella fue un crimen perfecto, como mucha belleza que ha muerto suicidada. Se dio que se tenía que morir o morir, porque no podía vivir más. Y la patria que encontró, su patria nocturna, era justamente el único momento en que estaba en paz, porque no se inmiscuían en su secreto mundo. Entonces las noches con ella pasaban tipo una semana de noche eterna que era más allá de la noche y del día, porque dormíamos de día, de noche vivíamos, Ella escribió el libro Las palabras y las noches, que habla también del peso de lo nocturno. Estábamos en su casa y decía: "Los viejos de arriba me molestan". Porque los vecinos de arriba iban y venían al baño y hacían ruido con los zapatos. Entonces decidimos asustarlos, atamos en dos palos de escoba un par de zapatos y caminábamos al revés por el techo, y a los tres minutos la mujer gritaba espantada: '¿Quién anda ahí?". Al final logramos librarnos del taconeo de los viejos. La noche era siempre eso: ella escribiendo, leyendo sus poemas...
Las noches duraban los días que te permitía tu energía. Todo ese mundo quedó en su obra, porque cuando Alejandra escribía se volvía parte del poema. Había que verla. Una noche llegó Olga Orozco, con una botella de Norton blanco. Alejandra dijo: "Te voy a presentar a la más grande poeta de la Argentina". La Orozco con su botella leía poemas como nadie y Alejandra se arrodillaba como una especie de novicia ante el relato.




Alejandra Pizarnik


Cortázar

A veces la llamaba Julio Cortázar y Alejandra me decía: "Decile que no estoy, que salí, que ahora vuelvo". Porque estaba muy concentrada escribiendo su poesía. Ella le había pasado a máquina el original de Rayuela y Cortázar quería recuperar el manuscrito y la llamaba a su casa, tipo a las dos de la mañana. Yo atendía, me temblaba la mano, me ponía eléctrico, por que la telefonista decía: 'De persona a persona con Alejandra Pizarnik de parte del señor Julio Cortázar'. Yo temblaba y la otra tartamudeando me decía: "Decile que acabo de salir... porque todavía... no los encontré". Había perdido los originales de Rayuela y se los tenía que devolver. Cortázar la llamaba a esas horas porque sabía que Alejandra era una habitante de la noche. Era una rehén de esa zona oscura que ella necesitaba, una especie de gitana del lenguaje. Ella tenía el manuscrito porque se lo pasó en limpio a Julio como un agradecimiento a que él le había conseguido el departamento en donde vivía y la ayudó a mudarse. Hicieron como un canje energético.
Al final, por suerte, encontró los originales y volvía a tener una relación menos tensa.

Entrevista de Sergio Ranieri y Daniel Riera
para leer más de Julio Cortázar
para leer más de Alejandra Pizarnik




Ilustración de Julián Matías Roldán

16 de octubre de 2010

Alejandra Pizarnik, La Carencia (+1)


Fotografía de MJLarrosa

LA CARENCIA

Yo no sé de pájaros,
no conozco la historia del fuego.
Pero creo que mi soledad debería tener alas. 





B O N U S  T R A C K


Buscar no es un verbo sino un vértigo. No indica acción. No quiere decir ir al encuentro de alguien sino yacer porque alguien no viene.




Alejandra Pizarnik 
(Argentina, 1936-1972)
para leer MÁS

13 de julio de 2010

Alejandra Pizarnik, 20 (de Árbol de Diana)



Obra de Dolores Cabanillas, Argentina, 1969 "sin título"



(20)

 a Laure Bataillon

dice que no sabe del miedo de la muerte del amor
dice que tiene miedo de la muerte del amor
dice que el amor es muerte es miedo
dice que la muerte es miedo es amor
dice que no sabe





Alejandra Pizarnik 
-Flora Pizarnik Bromiker- 
(Buenos Aires, Argentina 1936-1972)
de Árbol de Diana, 1962
para leer MÁS

24 de junio de 2010

Julio Cortázar, Carta a Alejandra Pizarnik



Carta de Julio Cortázar 

a Alejandra Pizarnik



París, 9 de septiembre de 1971


Mi querida, tu carta de julio me llega en septiembre, espero que entre tanto estás ya de regreso en tu casa. Hemos compartido hospitales, aunque por motivos diferentes; la mía es harto banal, un accidente de auto que estuvo a punto de. Pero vos, vos, ¿te das realmente cuenta de todo lo que me escribís? Sí, desde luego te das cuenta, y sin embargo no te acepto así, no te quiero así, yo te quiero viva, burra, y date cuenta que te estoy hablando del lenguaje mismo del cariño y la confianza –y todo eso, carajo, está del lado de la vida y no de la muerte. Quiero otra carta tuya, pronto, una carta tuya. Eso otro es también vos, lo sé, pero no es todo y además no es lo mejor de vos. Salir por esa puerta es falso en tu caso, lo siento como si se tratara de mí mismo. El poder poético es tuyo, lo sabés, lo sabemos todos los que te leemos; y ya no vivimos los tiempos en que ese poder era el antagonista frente a la vida, y ésta el verdugo del poeta. Los verdugos, hoy, matan otra cosa que poetas, ya no queda ni siquiera ese privilegio imperial, queridísima. Yo te reclamo, no humildad, no obsecuencia, sino enlace con esto que nos envuelve a todos, llámale la luz o César Vallejo o el cine japonés: un pulso sobre la tierra, alegre o triste, pero no un silencio de renuncia voluntaria. Sólo te acepto viva, sólo te quiero Alejandra.
Escribíme, coño, y perdoná el tono, pero con qué ganas te bajaría el slip (¿rosa o verde:) para darte una paliza de esas que dicen te quiero a cada chicotazo.


Julio






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