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22 de agosto de 2019

rupi kaur, 5 poemas 5 (marchitarse)


Fotografía de Bex Finch, serie The Sleepwalker

te fuiste
y todavía te quería
pero me merecía a alguien
que estuviera dispuesto a quedarse



Fotografía de Bex Finch, serie The Sleepwalker

no es lo que dejamos atrás
lo que me rompe
sino lo que podríamos haber construido
si nos hubiéramos quedado



Fotografía de Bex Finch, serie The Sleepwalker

amarte era respirar
pero ese aire desapareció
antes de llenar mis pulmones

-cuando desaparece demasiado pronto



Fotografía de Bex Finch, serie The Sleepwalker


tu ausencia es un miembro amputado




Fotografía de Bex Finch, serie The Sleepwalker

cómo se explica
que cuando termina la historia
empezamos a sentirlo todo






rupi kaur
(Punyab, India, 1992)
Reside en Toronto, Canadá
POETA/ILUSTRADORA/ACTRIZ
de el sol y sus flores, Seix Barral, 2019
Traducción de Elvira Sastre
para leer MÁS
su WEB

2 de noviembre de 2018

Elvira Sastre, Uno tarda su propia vida en comprender que ya no le aman (+1)


Fotografía de Brian Flaherty

UNO TARDA SU PROPIA VIDA EN COMPRENDER QUE YA NO LE AMAN

Uno tarda su propia vida
en comprender que ya no le aman.

Cuando por fin lo entiende entonces ya es tarde, 
los puños se destensan, 
el nudo se afianza y se acomoda, 
el tiempo pasa lento como el vuelo de esos pájaros
que ya no llegan 
y la vida parece un otoño que no termina de romper.

He de aprender a seguir, me repito, 
tras esta barrera de barro y recuerdos.
He de hacerlo, me digo, 
con las manos llenas de años.

No lo estoy haciendo mal, amor. 
Mi madre me ve reír, 
me dejo abrazar por el sol de la calle, 
pienso en el mar a cada instante, pienso en él cuando me ahogo
y respiro, intento respirar, trato de controlar
el aire que me falta a veces
y otras veces lo consigo,
y pienso que te gustaría saberlo.

Sin embargo, 
aún me asusta hablar de ti, 
ponerte en boca de otros 
y no tener ya ganas de besarla.

Estoy rota por dentro y no lo oculto.
Sé que pasará un tiempo hasta que puedas abrazarme
y no se te claven mis pedazos, 
esta parte de ti hecha añicos aquí dentro.

Poco a poco voy comprendiendo este peso, 
esta carga de nostalgia tremebunda que nadie logra sostener,
esta tristeza que tú entendiste y acariciaste
hasta que te miró de frente y la soltaste.

No te culpo, 
es importante que lo sepas, 
me hiciste dormirla durante tanto tiempo
que sigo creyendo que fuiste un milagro aunque ya no crea en la fe.

Sé que mi risa es una meta y mi tristeza el camino,
sé que ambas volverán a partir el mundo de alguien en dos, 
pero ahora solo necesito cuidar de mí misma
y dejarme en las manos del tiempo que me acompaña siempre.

Porque a veces me río, amor, 
y me acuerdo de ti
y pienso que te gustaría saberlo, que lo echarás de menos, 
y entonces un pájaro se para en mi alféizar y me tiende un ala.

de La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida, Colección Visor de Poesía, 2016
Prólogo de Joan Margarit




B O N U S  T R A C K 

s/d del autor de la fotografía Copyright © Le Journal des Alternatives - All rights reserved

SOMOS MUJERES

Miradnos.

Somos la luz de nuestra propia sombra,
el reflejo de la carne que nos ha acompañado,
la fuerza que impulsa a las olas más minúsculas.

Somos el azar de lo oportuno,
la paz que termina con las guerras ajenas,
dos rodillas arañadas que resisten con valentía.

Miradnos.

Decidimos cambiar la dirección del puño
porque nosotras no nos defendemos:
nosotras luchamos.

Miradnos.

Somos, también, dolor,
somos miedo,
somos un tropiezo fruto de la zancadilla de otro
que pretende marcar un camino que no existe.

Somos, también, una espalda torcida,
una mirada maltratada, una piel obligada,
pero la misma mano que alzamos
abre todas las puertas,
la misma boca con la que negamos
hace que el mundo avance,
y somos las únicas capaces de enseñar
a un pájaro a volar.

Miradnos.

Somos música,
inabarcables, invencibles, incontenibles, inhabitables,
luz en un lugar que aún no es capaz de
abarcarnos, vencernos, contenernos, habitarnos,
porque la belleza siempre cegó los ojos
de aquel que no sabía mirar.

Nuestro animal es una bestia indomable
que dormía tranquila hasta que decidisteis 
abrirle los ojos con vuestros palos,
con vuestros insultos, con este desprecio
que, oídnos:
no aceptamos.

Miradnos.

Porque yo lo he visto en nuestros ojos,
lo he visto cuando nos reconocemos humanas
en esta selva que no siempre nos comprende
pero que hemos conquistado.

He visto en nosotras
la armonía de la vida y de la muerte,
la quietud del cielo y del suelo,
la unión del comienzo y del fin,
el fuego de la nieve y la madera,
la libertad del sí y el no,
el valor de quien llega y quien se va,
el don de quien puede y lo consigue.


Miradnos,
y nunca olvidéis que el universo y la luz
salen de nuestras piernas.

Porque un mundo sin mujeres
no es más que un mundo vacío y a oscuras.

Y nosotras
estamos aquí
para despertaros
y encender la mecha.





Elvira Sastre Sanz 
(Segovia, España, 1992) 
Reside en Madrid
POETA/TRADUCTORA/ESCRITORA/FILÓLOGA
para leer una entrevista en CADENA SER
para leer MÁS
su blog BLEUPARAPLUIE
en TWITTER
su WEB

17 de mayo de 2014

Elvira Sastre Sanz, Sin orificio de salida


 s/d del autor de la fotografía



SIN ORIFICIO DE SALIDA

Esta mañana, al despertarme, 
creí que llovía. 
Luego abrí la ventana y no, 
no era lluvia, 
eras tú, 
que te alejabas, 
que ya no volabas, 
que ya no estabas. 
Y ya no pude volver a dormir. 

Yo que siempre pensé 
que besándote te hubiera convencido: 
a ti de quererme, 
a mí de no dispararte, 
pero mil poemas tristes nunca fueron suficientes 
para alguien que desprende primaveras 
al abrir las alas, 
ni siquiera versarte los labios cada mañana, 
ni quitarte el frío de las manos, 
ni cargarte a mi espalda 
mientras me rompo el cuello intentando mirarte 
-si supieras lo que echo de menos mirarte, 
casi tanto 
como a ti-, 
ni ser el preludio de tu música, 
es decir, 
de tu risa, 
no fue suficiente abrirte mi carne 
para que la llenaras de la tuya 
bloqueando cada esquina con el recuerdo de tu cara, 
ni llamarnos de mil maneras diferentes 
con el único propósito 
de ser únicas 
la una para la otra. 

El mundo se dio cuenta 
de que cada vez que venías 
yo adelantaba las manillas del reloj 
para ver si mi futuro llevaba tu nombre, 
de que te robé todos los relojes 
para que así no agotaras tu tiempo conmigo, 
y destrozó mis horas, 
el muy cabrón, 
como quien aplasta lagrimales, 
y yo miré suplicante a tus muñecas desnudas, 
a la pared vacía, 
a tus mañanas entre mantas sin horario, 
pero la habitación se llenó 
del jet-lag que sufren mis sueños 
desde que abandonaron tu cama, 
y todos los intentos de sostenernos fueron en vano, 
de repente la vida pesaba demasiado 
y tú eras más grande que la lluvia. 
Y no fue suficiente para mí, 
y tuve que deshacerme de los segundos que dejaban tus minutos. 
Yo, que te llené de palabras, 
me cansé de que las tuyas solo fueran de ida 
y no pude evitar mirar la última página, 
donde tu pelo ya no estaba. 
Donde mis dedos ya no estaban. 
Y leerte despacio 
para engañar al reloj, 
dejó de funcionar. 
Y silenciar el temblor de mis manos 
para que no te fueras, 
solo hizo más ruido. 

Eres tanto 
que cualquier cosa que no sea tenerte al final del día 
no resulta suficiente. 
Y eso no es culpa de nadie. 

Así que perdóname 
por no conseguir 
que fuéramos suficiente. 
Por llenarte el cuerpo de adioses, 
vestir mis dedos de balas 
y dispararte 
-aunque te lleve tan dentro 
que dispararte a ti 
sea como dispararme a mí, 
pero sin orificio de salida-, 
por empujarte hacia el abismo de mis labios 
y suicidarte antes 
de olerte, 
por odiarte un poco 
porque llueve 
y no vas a aparecer, 
porque mi reloj ahora solo me diga 
que es hora de marcharme, 
por sacarte de mis ojos 
para poder dormir, 
por quedarme 
a ver cómo nos ponemos la ropa la una a la otra 
sabiendo que no volveremos a desnudarnos, 
y después irme. 

Perdóname, 
por no encontrar otra manera de salvarme 
que no implicara abandonarte. 

Y aunque esto sea un poema triste más, 
tienes que saber 
que hacerte el amor fue como empezar una frase, 
y terminarla. 
Abandonarnos ahora 
es dejar inacabado el poema. 

Pero recuérdalo, 
una vez al día 
te cambiaría por toda la poesía.




B O N U S  T R A C K


"Los políticos deberían tener miedo,
 viven en un país lleno de poetas"



Elvira Sastre Sanz 
(Segovia, España, 1992) 
Reside en Madrid
POETA/TRADUCTORA/ESCRITORA/FILÓLOGA
para leer una entrevista en TRANSGREDIENDO
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