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27 de mayo de 2019

Berta García Faet, Poema sobre los descubrimientos científicos y la transmigración de los poemas de amor


Lyuba, el mamut mejor conservado de la historia

POEMA SOBRE LOS DESCUBRIMIENTOS CIENTÍFICOS Y LA TRANSMIGRACIÓN DE LOS POEMAS DE AMOR

I.

un mamut recién nacido hace 40.000 años / en la Lejana Península de Yamal
muerto por haber tragado / légamo y arcilla / hasta asfixiarse

y hoy aparecido congelado / en el ángulo blanco / de un iceberg / asceta
y hoy reproducido en la fachada / fosforescente / de la revista / Nature

me hace pensar en el tiempo / y en el amor desgajado en el tiempo;
en la termodinámica, / ahorcada / en la línea del tiempo:

saber que moriremos, que morirá / este nudo;
saber que tú, mi amor, un día / serás hierba:

sobre el material de la ternura / que se cree infinita
se editan los efectos de esta lucha a muerte,

y no puedo evitar pensar tu cuerpo / como belleza móvil / hacia lo inmóvil

y el ronroneo existencial / me dice / que esto es triste


II.

los órganos genitales / no fosilizan
ni la epiglotis es algo más que una ráfaga / de niebla / con eco

una vez existió un mamut que barritaba feliz / en la
     ciénaga
y ahora ese estrépito ventrudo se ha perdido /en la niebla
     / con eco

quisiera decirte que este poema de amor / para no
     desaparecer
se reencarnará en una rana dorada que producirá 2.000
     huevos
relucientes

míralo bien, este poema / es una charca de un cuento /
     probablemente ruso
donde una rana dorada producirá 2.000 huevos diáfanos
     / como un arco
ojival hecho de espuma
                                        humana
míralo bien, este poema / es un episodio de un ejercicio de
     hipnosis / que es un bosque
o una voz
                humana
y es tu mano / dorada / abierta a / la palma de mi mano
     dorada / quien, por los siglos
de los siglos, lo escribe

y lo escribe




Berta García Faet
(Valencia, España, 1988)
de La edad de merecer, La Bella Varsovia, 2015
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21 de noviembre de 2018

Berta García Faet, Daño Nº 18


Fotografía de Laura López Morales

DAÑO Nº 18

Creer que estás embarazada

Querer sexo (querer que quieran sexo
contigo) pero pasar el viernes sola
Ponerte en el pellejo de la hermana de Celan
que nunca apareció
Ver llorar a un anciano
que ha visto un reportaje en la televisión pública
sobre el abandono de ancianos; su triste párpado
               de repente
chasquea
Ir al ginecólogo y decir
creo que estoy embarazada
Desmayarte de nervios y dolor; el doctor te hipnotiza
con su insulto feroz “no sé por qué, querida,
te duele tanto este dilatador: es
para vírgenes”
Decirle a tu madre
he ido al ginecólogo
porque creía que estaba embarazada
Ah, ¿ya mantenéis relaciones sexuales completas?
Y sin precauciones, estoy decepcionada
Ver que tu madre está decepcionada, tu
madre está
decepcionada
Ponerte en el pellejo de Celan
que jamás encontró a su hermana
imaginaria
Ponerte en el pellejo de Giséle porque
Celan intentó estrangularla porque
jamás encontró a su hermana
imaginaria
Querer gustarle pero él te dice
si quieres vamos a mi cuarto o a tu cuarto
Lleváis apenas 10 minutos
con los besos no te fías
de él
Querer sexo pero no fiarse
Ah, ¿pero querías algo auténtico?
Y sin precauciones, estoy decepcionado
Me dijiste que tenías el corazón atado
al tobillo
Lo siento lo solté un momento me dormí
y se me escapó
Es un desobediente
Muy mal muy mal pídele perdón al chico
Perdón
chico




Berta García Faet 
(Valencia, España, 1988)
de La edad de merecer, La Bella Varsovia, 2015
para leer + en DIGO.PALABRA.TXT
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3 de febrero de 2017

Louise Glück, Octubre (5.) (+1)



Fotografía de Julia Fullerton-Batten (Subway Maruno, Tokyo, 2013)
OCTUBRE

5.

Es cierto que falta belleza en el mundo.
Es cierto también que no soy la indicada para restituirla.
Tampoco hay candor, pero ahí puedo ser útil.

Estoy
trabajando, aunque me calle.

La insulsa

miseria del mundo
nos atenaza, un callejón

con hileras de árboles; somos

compañeros aquí, sin hablar,
cada uno con sus pensamientos

tras los árboles, las puertas
de hierro de las casas,
las persianas cerradas

en cuartos de algún modo vacíos, abandonados,

como si fuera el deber
del artista crear
esperanza, pero a partir de qué? de qué?

La palabra misma
es falsa, un instrumento que refuta
la percepción. En el cruce,

los adornos luminosos de las fiestas.

Fui joven aquí. Montaba
en el metro con mi librito
como para protegerme

de este mismo mundo:

no estás sola
decía el poema
en el túnel oscuro.

en AvernoColección La Cruz del Sur, Editorial Pre-Textos, 2011
Traducción de Abraham Gragera y Ruth Miguel Franco

OCTOBER (*)

5.

It is true the there is not enough beauty in the world.
It is also true that I am not competent to restore it.
Neither is there candor, and here I may be of some use.

I am
at work, though I am silent.

The bland

Misery of the world
bounds us on either side, an ally

lined with trees; we re

companions here, not speaking,
each with his own thoughts;

behind the trees, iron
gates of the private houses,
the shuttered rooms

somehow deserted, abandoned,

as though it were the artist’s
duty to create
hope, but out of what? What?

The word itself
false, a device to refute
perception - At the intersection,

ornamental lights of the season.

I was young here. Riding
the subway with my small book
as though to defend myself against

this same world:

you are not alone,
the poem said,
in the dark tunnel.

de Averno, Farrar, Strauss&Giroux, 2006, pag. 13-14


B O N U S  T R A C K

¿Te acuerdas de cuando pediste un deseo?
Yo pido muchos deseos.
Cuando te mentí
sobre lo de la mariposa. Siempre me pregunté
qué pediste.
¿Qué crees que pedí yo?
No sé. Que volvería,
que al final de alguna manera estaríamos juntos.
Pedí lo que siempre pido.
Pedí otro poema.

de Meadowland, 1996
Traducción de Berta García Faet


Ilustración de Montse Bernal
Louise Glück 
(Nueva York, EE.UU., 1943 - 2023)
para leer MÁS


24 de diciembre de 2013

Berta García Faet, El desaparecido


Fotografía de Alisa Andrei

EL DESAPARECIDO

el amor lo siento es un unicornio sublime una mentira
propaganda de los curas de los franceses de los publicistas
se lo llevaron a china lo apalearon lo quemaron
y ahora no existe qué lástima se lo tragó la metrópolis

ya sé que le dijeron que podría encontrarlo en esta calle
pero le juro que ya no vive aquí mire mire estoy sola
registre los cajones registre mi caja torácica
sólo encontrará sistemas de ecuaciones muy elementales

la última vez que lo vi nevaba en un óptimo de pareto
y el aeropuerto estaba colapsado de flores de un día
no conservo ninguna foto se tiraron como locas al río
cuando supieron lo del complot de los bovaristas

también a mí me apena la verdad es que era suave
olía bien era tan nutritivo y en verdad barato
luego ya le digo lo secuestraron lo desnucaron
pero siguen hablando de él porque les conviene

el amor si es que así se llamaba nunca hay que fiarse
era un vecino discreto aunque ruidoso por las noches
parecía sincero pero tal vez fuera una pose
pues hay quien antepone a la verdad la estética

y así está el universo sabe atiborrado de belleza
y cosas que se acaban y todo el mundo lamentándose
como si no fuera inútil como si aun si estuviera vivo
fuera a durar por siempre como las montañas

así pues no insista señor no se enoje señor le engañaron
el amor está lloviendo en un gulag lo siento mucho en un ojo
está en la tumba en la cárcel en la memoria de las viejas
y ahora es polvo de estrellas basura más vale que lo olvide





Berta García Faet 
(Valencia, España, 1988)
de Introducción a todo, La Bella Varsovia, 2011
para leer una RESEÑA del libro
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22 de noviembre de 2013

Berta García Faet, Filosofía de la grave incompatibilidad entre vida y arte


Obra de Mani Annie Art

FILOSOFÍA DE LA GRAVE INCOMPATIBILIDAD ENTRE VIDA Y ARTE

campus del maestro gordo, abril

En el Máster en Filosofía
de la Grave Incompatibilidad
entre el Arte Sensible y la Vida Feliz

(que he cursado de junio a junio
en la Universidad de Henry James)

he aprendido mucho: he aprendido
que llevo milenios sin escribir
porque llevo milenios amándote:

llevo milenios callada
contemplando jardines y acumulando orgasmos
-planeo hacerme vestidos rosas con ellos
y, con lo que sobre, reuniré energía eólica-,
dejándote ser en tu dejándome ser por el desierto,
comiendo flores, investigando estómagos,
estudiando tenazmente tu corazón-girándula
y llegando a límites, a los más finos límites.

¿Estoy siendo feliz? -Sí, pero no escribes.
-Sí, y no escribo: porque no escribo
cuando estoy ocupada
con todo el cuerpo
en contemplar jardines y acumular orgasmos,
y restregarme sol y evitar hijos,
y enfermar de glosolalia por no existir los términos
que necesito para narrar esta exogamia dulce:

llevo semanas sin escribir porque llevo semanas amándote,
y no tengo palabras porque llevo semanas amándote,
y no sé qué hacer con tanto brazo y tanto verano
y, puesto que llevo semanas amándote,
he acabado mutando

(ya ves: otra y la misma: los actos que soy te reordenan)
y -con sorpresa y pan- quiebro a volar y me refuto,
y así huyen los días porque llevo días amándote.

(Pero -lo sé y lo acepto- volveré a escribir.
Apeirofóbica e hiperconsciente -lo sé
y lo acepto- volveré a escribir:
puesto que mi materia es la pérdida,
cuando las maravillas mueran
volveré a escribir. Cuando las maravillas,
viejas y lisiadas, mueran en nuestros brazos, 
cogeré sus cadáveres
y los echaré al río,
y me sentaré en la orilla a escribir poemas
sobre cuán cruelmente la corriente
los traga, y qué natural se despliega ese hundimiento.)

(No obstante, hoy. Nunca olvides
porqué no escribo hoy.)






Berta García Faet 
(Valencia, España, 1988)
de Fresa y herida, "Provincia" - Colección de Poesía - 
CL Instituto Leonés de Cultura - Diputación Provincial, León, 2011
Premio Nacional de Poesía "Antonio González de Lama" 2010
para leer una RESEÑA DEL LIBRO
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1 de julio de 2013

Berta García Faet, Fundamentos históricos de una flor de un día


Fotografía de Yulia Gorodinski

FUNDAMENTOS HISTÓRICOS 
DE UNA FLOR DE UN DÍA

Juré que nunca me dejaría coger;
yo siempre iba a encajar luz con luz, 
ritmo con color. 
Nunca -dije- caería en caer. 
Reíros: me creía flor. 
Nunca permitiría los besos incorrectos
ni la voluntad cadáver en mi cama, 
ni la cólera profunda y cavernícola
y tristísima
con respecto a mis acciones
sin verdad ni sentido. 

Yo siempre iba a encajar
verdad con sentido,
luz con luz, besos con furia
existencial y demás. 
Creedme: yo iba a vivir en una isla
remotísima y asiática; 
yo -juré- me dejaría la piel
en cada acto, cada signo, 
y cada acto de amor, cada signo, cada coito,
creedme, cada mano, cada ojo, 
iban a ser inolvidables, iban a ser
-y lo decía en serio-
mágicos
y agotadores. 

Juré que nunca viviría
en moldes ajenos
(aunque fueran de ilustres novelas
centroeuropeas); 
yo nunca iba a permitir -decía-
el intento fofo y marchito, 
ni luz apenas, ni besos sin truenos, 
ni -nunca, dije- alexitimia,
anafrodisia, esas barbaridades,
ni perderme
ni rosas blancas pero decorativas
ni vivo sin vivir en mí y todo eso. 

En la catequesis
me decían
no jures jamás
niña idiota.





Berta García Faet 
(Valencia, España, 1988)
de Fresa y herida, "Provincia" - Colección de Poesía - 
CL Instituto Leonés de Cultura - Diputación Provincial, León, 2011
Premio Nacional de Poesía "Antonio González de Lama" 2010
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20 de abril de 2013

Berta García Faet, DAÑO Nº 8


Fotografía extraída de ACÁ

DAÑO Nº 8

a los ocho años llegó el peligro
de poder reproducirme
empieza la cuenta atrás de los cuatrocientos
óvulos      símbolo
del tiempo            y la gomorresina

se filtraba

por la mínima boja del reloj

de arena
la madre de mi madre dorada y enfática
me regaló un crucifijo             jesús
brotaba esbelto y entregado
cuidado con los hombres a partir de
ahora dijo ella
cuidado con el amor a partir de
ahora dijo ella
ahora ya eres toda una mujer
y el endometrio
imitaba a un pez anciano en su
descamación

el espanto de portar un bebé plegado
en mi intestino
por haberme besado con tres o cuatro
primates
comenzó a expandirse como una
epidemia imaginaria              inauguré
la hipocondría                        emprendí
el mal hábito de escribir poemas a todos los muchachos
y muchachas
con estrías suaves
y ojos suaves
que me manoseaban el corazón en el recreo

qué significa exactamente útero y qué significa exactamente
formar una familia

enid blyton instauraba el módulo más mágico del verano
y yo quería ser como jorge

en los aplausos de mis manos caían gotas
de sangre de delfín
aunque yo me fingía plenamente indiferente ante tanta
lluvia

a los ocho años a los ciento cincuenta centímetros de hueso
alegre y músculo alegre
llegó el peligro de poder reproducirme
y de poder multiplicarme
sin literatura                         y un sol azul
manchaba de estrógenos y progesterona
los geranios                          y un sol azul
manchaba de vello recién nacido
las tímidas
axilas




Berta García Faet 
(Valencia, España, 1988)
para leer más en ESTABAN LOCOS

19 de abril de 2013

Berta García Faet, Este no es un poema feminista


Fotografía de Karl Bågskytte, 1934

ESTE NO ES UN POEMA FEMINISTA 

Este no es un poema feminista, amigo mío.
No te vayas.

Como eres músico y retratista-contable,
te interesará la historia de la historia del espanto
de un cuerpo de círculos y rosas,
reprimido largo tiempo
tras cortinas
y uniforme.

No sé cuándo comenzó el pánico.
En algunas orgías lo pasamos bien (si bien
es no llegar a desgarrarse y desmayarse 
en la anonimia de los usados). Bien
es la astucia
del olvido:

el placer

no estaba planeado: siempre nos descubría 
desde el azar desnudo: no era una técnica
ni valía la pena acoplar el del otro.

Tenían mucha prisa.

Pero cuando por fin nos hicimos sedentarios y burgueses
y comenzamos a cultivar en la tierra múltiples colores
y comenzamos a parir en la tierra bienes de inversión
a los que dimos el nombre de HIJOS e HIJAS

nos vinieron con el cuento de que no teníamos alma.

Amigo mío, no te rías: no teníamos alma.

Al principio, amigo mío, no teníamos alma:
mal-éramos vasijas con pulcrísimas piernas,
mamíferas-damas-hormonas de melosos pezones,
administradoras (la fantasía de las secretarias les viene de antiguo),
mulas, serpientes.

Luego, tampoco teníamos deseo.
Pues no tienen deseo los lagartos ni los bebés lactantes
(aunque, caramba, las frescas hetairas –adjudicadas
según broquel y plata− sí sabían 
charlar sensualmente de literatura y astrología).

Puesto que, amigo mío, tampoco teníamos deseo
los hombres llegaron a pensarse
que fornicaban con pájaros

(objetos decorativos a veces, y siempre 
tan tentadores 
con esos tobillos de uva),

no, por supuesto, con mujeres vivas
−rodajas
de canciones antiguas−,

aunque un destello de furia y ansia en un ojo
de una joven doncella
tras una violación
una vez
a uno
le hizo dudar (moderadamente)
de la tesis de la inexistencia del corazón femenino no-de-madre.

Después, amigo mío, pasaron los dulces años del escarmiento
y, sin más retraso, nos concedieron el honor de tener alma
−si bien, como contrapartida, poseída por el diablo−:

mal-éramos labios rojísimos-redes-de-pecados-terribles,
inútiles, arpías, lloricas, caprichosas
(unas fueron esposas y otras cortesanas: así, así
se dividió el mundo de las pobres vaginas):

si tú supieras, amigo mío:
un corsé con lazos diminutos 
como garrapatas henchidas de bilis
nos aplastaba el pecho agrietado, y vivíamos
en balcones cerrados, detrás de abanicos 
con estampas religiosas de vírgenes blancas.

Eran los tiempos del amor cortés,
de la concatenación de rosarios en la concatenación de días fútiles:
yo no podía besar al que quería, y si por caridad 
conmigo misma 
me saltaba 
todas las conveniencias prácticas
y normas morales de la Ciudad de Dios
y él osaba entrar por el gran ventanal del carcelero,
él, o cualquier otro,
él, a mi cuerpo malva o blanquecino,
ni siquiera sabía encontrar mi boca.

Ni siquiera podía darme eso.

Y más tarde, amigo mío…
¡por una vez que nos masturbamos
mutuamente
nos llamaron brujas!
A mi amada le quemaron el muslo con cartílagos
de bestias
mitológicas,
y a mí, sin ir más lejos, me expulsaron del colegio.

Luego, cuando las primeras “emancipaciones”
en Londres y París y otras ciudades así tan de-indigentes-en-masa
(importaba más ser pobre que ser muchacha:
ya lo decían las primeras marxistas),
tuvimos envidia del pene −una envidia muy seria
y profunda, una envidia de dentro−,
y, lo más grave,
una enfermedad rarísima llamada histeria
(que nos diagnosticaron con un sismógrafo).

Nos desmayábamos, lloriqueábamos,
sentíamos vértigo y picor y frío,
y poseíamos, según los informes más doctos,
una curiosísima y sintomática –de algo horripilante:
estar en el mundo–
“tendencia a causar problemas”.

(Más tarde, mucho más tarde, tardísimo,
de nuevo en París, esto se denominó “vacío existencial”
y resultó también afectar a los testículos).

(Allí te conocí, amigo mío,
cuando el cuerpo era axiomático lugar de recreo;
también campos de flores azules y pequeñas,
donde aprendimos a jugar a volley.)

Este no es un poema feminista, amigo mío.
Sólo tienes que saber que no siempre deambulé 
alegre 
por las calles.
En otra época roja, en otro lugar gris
todavía, 
jamás podrías haberme perseguido
con la voz de la lujuria equitativa
ni yo podría haberte jamás rozado el brazo
con mi brazo.

No te vayas: sigue así, amigo mío.
Me gusta lo que haces con tu tiempo.

poema inédito




Berta García Faet 
(Valencia, España, 1988)
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