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6 de mayo de 2024

Alfonsina Clariá, 10 poemas 10 (de La felicidad de las perdices)


Ilustración de Alfonsina Buteler

Una noche
me acosté tranquila
sin sentir otra urgencia
que la de soñar.



Obra de Andrea Kowch

Los cuentos que me contaron
tenían el mismo final:
una gran fiesta
y un banquete para dos.

Pero la niña de ayer
hoy está sola.

El vuelo gris de un pájaro
apaga el último sol

y pronto llegará la luna
como un plato vacío.

                 
Obra de Dominique Fortin
Una joven camina
por las páginas de un libro.

La noche se abre
húmeda y fragante
como un bosque.

Perdida entre las hojas
no siente miedo
sino deseo de adentrarse.

Obra de Dominique Fortin
"Mujer pequeña"
era el título del cuento.

Habré preguntado seguramente
por qué era pequeña la mujer
que una mañana
encuentra una gallina
y la esconde en un aparador.

Al llegar la noche se duerme
y en el sueño una voz
le ordena que devuelva el ave.

Cuando despierta
corre hacia el armario
que está vacío.

Aunque sentí la tristeza
no entendí la historia.

Había que vivir lo suficiente
para leer en la fábula
la tragedia
había que perder lo atesorado
de la noche, a la mañana.


Obra de Andrea Kowch
              "Y fueron felices
y comieron perdices"
leo en la última página del libro
grabado en mi memoria.

Lo cierro e imagino una perdiz.
No está en un plato
está en su nido
oculto en los pastizales
escuchando el viento
y la respiración tranquila
de sus pichones dormidos.

Nadie me contó esa historia
que al final del día
invento para mí.

Obra de Andrea Kowch
Toda la casa tiene ventanas
por las que miro el cielo.

Quizás el cielo tenga ventanas
que se abran a la casa

y el día se despierte
con el llanto de un niño

la tarde sea un espejo
de los azules y anaranjados
que nuestros hijos mezclan
cuando dibujan

y la noche nos cubra con las alas
de los ángeles que ellos sueñan.

                
Obra de Andrea Kowch

Me pregunto si la felicidad
dura un instante en un jardín

si estará oculta entre las flores
caídas del jacarandá
en las macetas que nadie riega
en los primeros pasos
de un niño sobre el césped.

Me pregunto si la felicidad
tendrá el color de los disfraces
que nuestros hijos corren a ponerse
apenas llegan del colegio
si estará guardada en los secretos
que me dicen al oído
y en estas palabras que anoto
venciendo el frío y el sueño
a las tres de la mañana.

                  
Obra de Dominique Fortin
Sentada al borde de la tarde
veo mi sombra:
una mujer delgada
con un lápiz en la mano
anotando lo que debe.

Una sombra cansada
suma y resta monedas
que nunca alcanzan.

Desde la medianera
llegan oleadas de perfume
del jardín vecino.

Respiro profundo
y armo para mí
un ramito
con jazmines ajenos.


    Obra de Andrea Kowch
                                                                           Sueño con una mujer
que deambula buscando
algo que ha perdido.

A lo lejos divisa una fuente
y se encamina hacia ella.

Al llegar
oye una voz que dice:
"En la fuente del sueño
hay monedas
que arroja el deseo."

Pero ella
sólo distingue palabras.


Obra de Andrea Kowch
Las palabras
que quería escribir
se hunden
en la fuente del sueño.

Acerco mi mano.
y al rozar el agua
me despierto.


La felicidad de las perdices
que se presentará el miércoles 15 de mayo, a las 19 horas,
en la Alianza francesa (Ayacucho 46)
Ciudad de Córdoba



Alfonsina Clariá 
(Córdoba, Argentina, 1972)
POETA/LICENCIADA EN LETRAS MODERNAS/ 
ESCRITORA/DOCENTE/INVESTIGADORA
de La felicidad de las perdices, Narvaja Editor, 2024
para leer + en EMMA GUNST

19 de abril de 2020

Louise Warren, Y partes, ataviada de abstracciones...


Obra de Dominique Fortin

Y partes, ataviada de abstracciones
y de extrañas plegarias
a visitar los muertos

Te veo irte
entre una pura soledad
drapeada de luz y
cargada de olvido

En este dédalo de huecos
no piensas más que en el verde de las hojas
en barcas, casas de estío
en un teatro de cartón
o silenciosa
tendías tu pena
al pie de los árboles
de los bosques, después
como al inicio del amor
ponías el mantel
y esperabas que el mundo
se introdujera entre tu pelo

Ahora
todavía ahora
depositas finas hierbas
y pétalos
entre las páginas de los libros
que te regalan el don de su presencia
hasta terminar en ti
entre los pliegues de tu frente
todo aquello que ignoras
siembra la confusión
debajo de tu lengua

de quién eres tú la sombra
tú que no tienes los ojos azules
¿con quién estás profundamente ligada? 

Et tu pars, vêtue d’abstractions
et d’étranges prières
rendre visite aux morts

Je te regarde t’en aller
dans une solitude pure
drapée de lumière et
chargée d’oubli

Dans ce dédale de trous
tu ne penses qu’au vert des feuilles
des barques, des maisons d’été
à un théâtre de carton
où silencieuse
tu couchais ta peine
au pied des arbres
des forêts, puis
comme au commencement de l’amour
tu dépliais la nappe
et attendais que le monde
se renverse dans tes cheveux

À présent
à présent encore
tu déposes des herbes fines
et des pétales
entre les pages des livres
qui te font don de leur présence
jusqu’à s’achever en toi
entre les plis de ton front
tout ce que tu ignores
sème le désarroi
en dessous de ta langue

De qui es-tu l’ombre
toi qui n’as pas les yeux bleus
avec qui es-tu profondément liée ?




Louise Warren 
(Montreal, Quebec, Canadá, 1956)
POETA/ENSAYISTA
de La lumière, l'arbre, le traitL´Hexagone, 2001
Traducción de Rafael Patiño
para leer MÁS
su WEB

14 de febrero de 2020

Violeta Barrientos, 2 poemas 2 (+1)


Obra de Dominique Fortin


FIN DE UN VIAJE

Las despedidas se hacen inevitables.
La nostalgia crece
aunque fuera por unas horas,
hasta que el presente ocupa la mente del viajero.

La realidad se divide ahora en dos:
en aquella parte que quedó atrás
y la que continua su camino. 
Sin embargo, cada parte tiene una vida simultánea
invisible la una para la otra,
y elegimos sólo una,
en la ilusión de que nada más existe.

Así pasamos los días.
Sin darnos cuenta,
soltamos la cuerda de una mano a otra,
sobre el vacío.

de Fin de voyage / Final de viaje, Grabador, París, 2011
libro de artista con grabados de Olga Verme-Mignot



Obra de Dominique Fortin


LAS IMPOSIBLES ORQUÍDEAS

Vago sobre un vientre andrógino criador de bestias
guardián secreto de grutas negras
escondrijos en que hurgo buscando aromas subterráneos
perdiéndome en el fondo más oscuro y húmedo.
Orquídeas bajo tierra
donde manos no alcanzan sus venas violáceas.

Contemplo el jardín de mi deseo insatisfecho:
leves mentiras como un beso robado y devuelto
fugaces caricias corriendo bajo la piel.
Mas en el fondo voy de bruces
enredándome en cabellos, melenas,
anchos brazos como ríos, troncos, curvas ramas
hasta cubrirme de maleza y ya no ver
las simples florecillas,
cuerpos amables ofreciéndose a mis pies.

Se entumecieron mis dedos tras lo imposible de tocar
y sin ojos de ver, creyéndome diosa desde mi altura,
comparé distancias
pareciéndome cada cual más corta,
más fácil de superar.
Perdió el mundo su color, las flores,
se hizo de sombras
y creció mi abismo dejándome en roca desnuda
de rara vegetación.
Dormida en el agobio de esa soledad
soñé permanecer en una flor intensa,
en la fragancia carnosa de una orquídea enterrada
introducirme en pisadas nocturnas sin ser descubierta
alimentando mis fuerzas de sus entrañas
Y ya no comparé distancias,
no existían nombres ni medidas
y la única belleza fue la imposible de tocar,
de contemplar, de retener
porque el deseo, no se puede nombrar
sólo padecer.

de El innombrable cuerpo del deseo, Lima: Edición de la autora, 1992 -pp. 9-10-
y en Las imposibles orquídeas, Antología personal 1991 – 2017Paracaídas Editores, 2019




B O N U S  T R A C K 


Obra de Dominique Fortin


DESDE LOS CERROS

Habito en un país desconocido
que es mi cuerpo vigilado
por guardianes

-fragmento-

para leer el poema completo en LEVURE LITTÉRAIRE




Aurea Violeta Barrientos Silva
(Lima, Perú, 1963)
ESCRITORA/POETA/ACTIVISTA FEMINISTA/ABOGADA/
DOCTORA EN ESTUDIOS HISPÁNICOS Y LATINOAMERICANOS/
MÁSTER EN SOCIOLOGÍA POLÍTICA/
para leer más en VALLEJo.&Co.




20 de abril de 2018

Marina Yuzczuck, 5 poemas 5


Ilustración de Dominique Fortin



La playa quieta
y más atrás un sol       
que hace de plata el agua

es todo lo que veo. Alrededor
mis mechones castaños
movidos por el viento sin apuro

tengo seis años

son los mechones
secados por el sol
de otras tardes al mar
ahora
tengo en los ojos un amor terrible
y ganas de llorar
de quedarme muy quieta
pero giro

por los médanos un poco dorados
se mueve una sombra
se ven pasar
unas caderas
de mujer





Ilustración de Dominique Fortin



Hasta dónde llegará
este ruido
que no deja dormir?

resuena
resuena como un resplandor
aunque está tan oscuro

soy de vidrio, es así
yo soy de vidrio ahora

toda la noche
resueno
porque él pasó los dedos
por el borde







Ilustración de Dominique Fortin



De dulzura
un cuerpo enamorado
se disuelve de noche

dulzura
como húmeda y
lenta de seda
que nada necesita

un amor es sentirse caer

ahora yo
toda la noche
goteo





Ilustración de Dominique Fortin




No ves cómo las cosas
continúan
así, ensimismadas?

los días
se parecen
y se van

cómo el amor
tiene que ser mañana?

en este tiempo
que corre como agua
apurada
entre nosotros dos

hacer
un abrazo
una pausa, donde
estar seguros

cómo el amor
tiene que ser mañana?

en un amor, ahora
quiero quedar







Ilustración de Dominique Fortin



Le digo
que de quererlo
ya empecé
a llorar

en ese horror
un poco, él
se complace

le llama ternura






Marina Yuzczuck 
(Avellaneda, Buenos Aires, Argentina, 1978)
Reside en Bahía Blanca
POETA/PERIODISTA/CRÍTICA DE CINE/EDITORA EN ROSA ICEBERG
extraídos de VOX VIRTUAL
para leer MÁS

10 de mayo de 2017

Jeanette Winterson, ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal? (fragmento)


Tel que tu es (femme), obra de Dominique Fontin


Tenía dieciséis años y mi madre estaba a punto de echarme de casa para siempre, por haber roto una gran regla, más grande que los libros prohibidos. La regla no solo era Nada De Sexo, sino que añadía terminantemente, Nada De Sexo Con Tu Propio Sexo.

Yo tenía miedo y era infeliz.

Me acuerdo que iba a la biblioteca a recoger las novelas policíacas. Uno de los libros que me encargó mi madre se titulaba Asesinato en la catedral, de T.S. Eliot. Ella dedujo que sería una morbosa historia sobre perversos monjes católicos, cualquier cosa que fuera mala para el Papa le gustaba.
El libro me pareció un poco corto –las novelas de misterio suelen ser bastante más largas–, así que le eché un vistazo y vi que estaba escrito en verso. Sin duda no estaba bien… Nunca había oído hablar de T.S. Eliot. Pensaba que sería algún pariente de George Eliot. La bibliotecaria me contó que era un poeta norteamericano que pasó casi toda su vida en Inglaterra. Murió en 1964 y había ganado el premio Nobel.

No leía poesía porque mi objetivo era abrirme paso a través de la LITERATURA INGLESA DE LA A A LA Z.

Pero aquello era diferente…

Leí: Este es un momento / pero has de saber que otro / te atravesará con una repentina alegría dolorosa.

Empecé a llorar.

Los lectores me miraron con reprobación, y la bibliotecaria me recriminó, porque en aquella época no podías ni estornudar en una biblioteca y mucho menos lloriquear.
Por eso me llevé el libro fuera y lo leí de un tirón, sentada en las escaleras en medio del típico vendaval del norte.

Aquella obra hermosa y extraña hizo soportable aquel día, me ayudó a soportar la idea de otra familia fracasada. La primera vez no había sido culpa mía, pero todos los niños adoptados se culpan a sí mismos. La segunda fue por mi culpa, sin lugar a dudas.
[…]

No tenía a nadie que me ayudara, pero T.S. Eliot me ayudó.

Por eso cuando la gente dice que la poesía es un lujo, o una opción, o para las clases medias cultas, o que no se debería leer en el colegio porque es irrelevante. o cualquiera de esas extrañas tonterías que se dicen sobre la poesía y el lugar que ocupa en nuestras vidas, sospecho que a la gente que las dice le ha ido bastante bien. Una vida dura necesita un lenguaje duro, y eso es la poesía. Eso es lo que nos ofrece la literatura: un idioma suficientemente poderoso para contar cómo son las cosas.

No es un lugar donde esconderse. Es un lugar donde encontrar.



*

I was sixteen and my mother was about to throw me out of the the house forever, for breaking a very big rule - even bigger than the forbidden books. The rule was not just No Sex, but definitely No Sex With Your Own Sex.


     I was scared and unhappy.

I remember going down to the library to collect the murder mysteries. One of the books my mother had ordered was called Murder in the Cathedral by T. S. Eliot. She assumed it was a gory story about nasty monks - and she liked anything that was bad for the pope.
The book looked a bit short to me - mysteries are usually quite long - so I had a look and saw that it was written in verse. Definitely not right...I had never heard of T. S. Eliot. I thought he might be related to George Eliot. The librarian told me he was an American poet who had lived in England for most of his life. He had died in 1964, and he had won the Nobel Prize.

     I wasn't reading poetry because my aim was to work my way through ENGLISH LITERATURE IN PROSE A-Z.

     But this was different...

     I read: This is one moment, / But know that another  / Shall pierce you with a sudden painful joy.

     I started to cry.

     Readers looked up reproachfully, and the librarian reprimanded me, because in those days you weren't even allowed to sneeze in a library, let alone weep. So I took the book outside and read it all the way through, sitting on the steps in the usual northern gale.

     The unfamiliar and beautiful play made things bearable that day, and the things it made bearable were another failed family - the first one was not my fault but all adopted children blame themselves. The second failure was definitely my fault.

     I was confused about sex and sexuality, and upset about the straightforward practical problems of where to live, what to eat, and how to do my A levels.


     I had no one to help me, but the T. S. Eliot helped me.

So when people say that poetry is a luxury, or an option, or for the educated middle classes, or that it shouldn't be read at school because it is irrelevant, or any of the strange and stupid things that are said about poetry and its place in our lives, I suspect that the people doing the saying have had things pretty easy. A tough life needs tough language - and that is what poetry is. That is what literature offers - a language powerful enough to say how it is.


     It isn't a hiding place. It is a finding place.




Jeannette Winterson 
(Manchester, Inglaterra, 1959)
de Why Be Happy When You Could Be Normal?/
¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?
Traducción de Álvaro Abella Villar
Lumen, Barcelona, 2012 (pág. 48-49)
para leer MÁS
su WEB
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