11 de noviembre de 2020

Miriam Tessore, Vivir adentro


Obra de Javier Jaén

Todos mis deseos más profundos se cumplieron: quedarme en casa, bajar cambios, ver y sentir lo importante del pasar de los días. Reencontrarme con mi hija y su paso definitivo de niña a mujer. Escucharla, vivirla, disfrutarla. Tiempos que se nos van de las manos sin darnos cuenta. Hasta el preciso momento de la cuarentena obligatoria uno se decía para los adentros y los afueras "se me pasó volando el tiempo" y eso significaba: no pude vivir. Desde marzo a esta parte, ya ocho meses, el tiempo se me pasó volando pero diferente. Las funciones de mi trabajo se acomodaron rápidamente en mi hogar. Pude vivir sin sostén. Pude sacarme los tacos y cualquier zapato incómodo. Percibí lo cómodo que son los pijamas (me di cuenta de la incomodidad de los jeans). Logré ver todos los amaneceres sin la prisa cotidiana. Ver el trayecto del sol dentro de mi departamento. Como se iluminan los objetos y la mutación del ambiente. Pude ventilar los espacios, vaciar los placares, ordenar la biblioteca, limpiar, limpiar, limpiar a consciencia todos los rincones físicos y también las sombras internas.

Leí mucha poesía, con menos ansiedad y con un ojo un poco más crítico -que no significa mejor, claro está-. Modifiqué la planificación por la emoción. Lloré mucho más de lo normal. Despedí a gente conocida. Abracé mucho a la distancia. Acompañé. Sentí el dolor de los otros. Agradezco, agradezco, agradezco. 

Pude escuchar los miedos de familia, amigos y compañeros de trabajo. Pude sentir las miserias de muchos. Reconocí afectos que no contemplaba. Hubo gestos de amor y cuidado. Di y recibí. Agradezco, agradezco, agradezco.  

Me fortalecí en ideas y conceptos. También dudé y encontré caminos impensados. Me dediqué a estudiar, hice cursos, seminarios, webinars, coloquios y ahora una diplomatura. Creo que estamos presenciando la gran transformación de las universidades. 

La cotidianeidad de consumo se transformó en colaborativo. Excepto por la comida en el supermercado para provisiones varias cada 15 días, una vez al mes a la farmacia y a la verdulería de la cuadra una vez a la semana, el resto de las compras fueron online y a mujeres que emprenden sus sueños. Debo reconocer el alcance de Instagram. Así conocí a Caro, que teje a crochet y lleva adelante Platos de sitio con unas creaciones amorosas. A Leticia, que teje de todo y le compré un hermoso porta macetas, y la encontrarán en Tejequetetejebylety. Me reencontré con la poeta y editora Alejandra Pipi Bosch que también teje!!! Y le encargué unas sandalias hippies como me gustan en Pipi.tejeparavos. Mi amiga poeta Agustina Ferrand estampa su arte en papeles, paredes y también en tazas en dametodalapoesíaquetengas y ahí me hice de tres de ellas para mi hija y sus amigas que en breve se irán a vivir juntas para estudiar en la universidad. Y por último las manos mágicas de Mercedes Pussetto quien me hizo las cortinas de gasa pañalera de mis sueños y el forro del sillón. Así con todo esto siento que renové mi casa y mis aires de gran señora confinada al hogar.

El homeworking se hizo realidad del golpe y porrazo y no solo trabajé todos los días desde casa sino que me apunté en una diplomatura en Gestión del Teletrabajo que dicta la Universidad Nacional de Córdoba

Digamos que no me aburro. Extraño a mi familia que no veo desde febrero, mamá, hermanos, cuñados y sobrinos. Se siente esa ausencia. Pero incrementamos considerablemente las video llamadas y todo tipo de contacto online casi casi exagerado pero necesario.

Tengo absoluta lucidez del privilegio de poder vivirlo así y contarlo. Tengo un techo, un sueldo y una profesión que me permite trabajar desde casa, un plato de comida, una hermosa ventana con vista a un enorme cielo, conexión a internet y dispositivos para estar conectada. Tengo salud y tengo yerba para el mate. Agradezco, agradezco, agradezco.

De arranque, y durante esta gran pausa, millones de personas no pudieron ni pueden detenerse ni un día ni trabajar desde casa. Muchos también sufren el encierro. No es mi caso. 

1 comentario:

lunaroja dijo...

Absolutamente lúcido..
Gracias por recordarme como viví también ese tiempo.
Un beso!

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