Fotografía de Aëla Labbé |
SELF-SERVICE
La mano suicida escarba en la basura
y me invita a acompañarla.
Busca desesperadamente lo perdido:
un ojo inalterable para el mundo,
la intimidad de antes.
Ahora cada letra pretende
la altura que no tuvo su herida.
ya no es más la solitaria estúpida,
la que repara el cuchillo y la risa
de otros espectáculos.
La mano suicida salta al vacío
pues no arriesga más
que veintisiete letras.
La mano suicida se ha quedado con mi casa,
le debo la vida.
Fotografía de Aëla Labbé |
VIEJA FOTOGRAFÍA
La que escribe su vida en las paredes
con lápiz de cejas
pintura de labios
o cualquier despojo que aparezca en el bolso.
La que espera un milagro en la ventana del cuarto,
atenta a los sonidos
de una reja podrida
por la lluvia y las broncas.
La que rasga las sábanas con la punta del pie
y hace hoyitos para escapar a donde no hay salida.
Antes y después del coito.
La que duerme sin tener sueño
o se hace la dormida para estar más sola.
La que entierra sus palabras porque quiere
y también porque no quiere.
A esa tonta
la conozco de antes.
La que espera un milagro en la ventana del cuarto,
atenta a los sonidos
de una reja podrida
por la lluvia y las broncas.
La que rasga las sábanas con la punta del pie
y hace hoyitos para escapar a donde no hay salida.
Antes y después del coito.
La que duerme sin tener sueño
o se hace la dormida para estar más sola.
La que entierra sus palabras porque quiere
y también porque no quiere.
A esa tonta
la conozco de antes.
Fotografía de Aëla Labbé |
INFORME POLICIAL
Hay una mujer
que no puedes mirar
porque el velo que la cubre
está hecho de tus migajas.
Hay una mujer
que no puedes abrazar
-ni siquiera lo intentes-.
Ella misma no sabe
dónde empieza la ternura
dónde el abismo.
Todo lo hace por casualidad.
Hay una mujer
que escucha
el amor
sólo cuando viene
en boca de los muertos.
Hay una mujer
que no puedes tener.
Es tan hombre como tú.
© Kurt Aumair |
(Burdeos, Francia, 1970)
Vive en Costa Rica
POETA/PERIODISTA
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