27 de mayo de 2014

Lea Goldberg, En las montañas de Jerusalem (+1)

Fotografía de Mariam Sitchinava

EN LAS MONTAÑAS DE JERUSALEM

Arrojada estoy como una piedra sobre estas colinas, 
entre amarillas hierbas, resecas y quemadas por el verano 
pasivas, inanimadas. 
El pálido cielo toca las penas. 
¿De dónde viene esta mariposa de brillantes alas? 
Una piedra entre piedras, yo no sé 
cuánto envejecerán mis días 
y quién todavía puede llegar, 
y caminando me empuja, hacia abajo, por el declive de la ladera. 

Quizá ésta es la belleza helada por siempre. 
Quizá ésta es 
la eternidad, moviéndose lentamente. 
Quizá éste es 
un sueño de muerte 
y del único amor. 

Arrojada estoy como una piedra sobre estas colinas, 
entre espinas y cardos, 
enfrentando el camino que se desliza hacia la ciudad. 
Dejad que el viento, bendito sobre todo, venga 
a acariciar la copa del pino 
y las piedras mudas 
otra eternidad. 
Excepto el amor, 
todas las cosas que son 
vienen a mí, ahora: 
este paisaje, y en él 
la comprensión nacida de los años 
que busca vivir 
otro año, otro año, 
otro siglo, o dos, o tres. 

Para hacer crecer superfluas espinas, 
para mecer piedras muertas, 
como niños prontos a dormirse en su cuna. 
Para silenciar recurrentes recuerdos, 
y otros, y otros, y otros... 

Ah, cuán grande es el deseo de vivir 
de quienes se aproximan a la muerte. 
Qué terrible el deseo 
y cuán vacío, 
de ser, ser 
otro año, otro año, 
otro siglo, o dos, o tres, 
otra eternidad. 

¿Cómo puede extraviarse un alegre pájaro 
entre estas montañas? 
En su garganta, un canto de amor; 
su pequeño corazón se estremece con la alegría del amor, 
todavía habrá pichones en su nido, 
el vuelo de sus alas es un salmo de amor. 

Y, repentinamente, 
desde el azul del cielo, 
frente a ella se revela 
la extensión golpeada por la piedra. 

Salvadla, 
salvadla, 
que sus ojos no vean 
el cadáver de todos los amores, 
la tumba de toda alegría. 

En la cumbre 
del azul, 
en una solitaria tonada de amor 
ella está suspendida 
y no alcanza, 
está distante 
muerte. 

¿Cómo puede un sólo pájaro 
soportar todo el cielo 
en débiles alas, 
tendidas 
sobre el desierto? 
Inmensos y azules 
descansan sobre sus alas 
que resisten por la fortaleza de su salmo. 

Así mi corazón lleva su amor 
que fue inmenso y azul 
y más alto que todas las cumbres, 
por encima de la inmensidad, 
y de las ruinas acumuladas 
y de los abismos del sufrimiento. 

Hasta que el salmo de mi corazón quedó silencioso, 
y se alejó su fortaleza, 
y como una piedra 
cayó. 

Mi golpeado, mudo amor: 
¿cómo puede un sólo pájaro 
soportar todo el cielo? 

(Versión de José Isaacson)


B O N U S  T R A C K

Fotografía de Hrystia Kaminska

Muy lejos
No es el mar

No es el mar
lo que está entre nosotros
No es el abismo
lo que está entre nosotros
No es el tiempo
lo que está entre nosotros

Es-somos nosotros
quienes estamos entre tú y yo



Lea Goldberg 
(Konigsberg, Rusia, 1911 - Israel, 1970)
Premio Israel de Literatura 1970
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1 comentario:

mónica pía dijo...

gracias Miriam, por esta lectura!

un abrazo,


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