Fotografía de Cornelia Hediger |
En la primaria nos pidieron hacer una muñeca de trapo
Para aprender las partes del cuerpo.
Fue nuestro acercamiento a la cirugía.
Rellené a la mía de arroz,
La vestí a cuadros con su cabello de estambre café.
Mi madre le pintó unos labios pequeños,
Trazó una v invertida de nariz respingadita,
Ojos almendrados y pestañas largas.
Fui cirujana al coserla con hilo rojo,
Mis puntadas fueron discontinuas,
La aguja era muy gruesa,
Sin punta para no pincharme y llorar.
La presenté al día siguiente,
Hablé poco, volví al pupitre,
La recosté mientras el resto de mis compañeras
Presentaban a sus pacientes.
En el siglo XXI a una mujer le hicieron una mastectomía sin anestesia, se mostró hierática durante la cirugía y al terminar pidió disculpas, se vistió, lloró. De esto nada sabíamos, mucho menos que esa mujer se llamaba Alie.
Así debimos llamar a nuestra muñecas.
de Una violencia sencilla, Instituto Literario de Veracruz,
Secretaria de Cultura y las Artes de Yucatán, Secretaría de Cultura de Veracruz, 2017
Premio Nacional de Poesía Experimental “Raúl Renán” 2015
para leer una reseña en Latin American Literature Today
*
Fotografía de Cornelia Hediger |
Es tan frágil el molde de la madre que arrulla a todos los hombres, todos
quienes crearon a una madre molde para hornear, madre basada en
Filis, Ariadna, Briseida, Dido, con el corazón y la lengua
extirpados por el desaire de hombres habituados al botín, a la
guerra. Es frágil la idea de esas mujeres atacadas por el asma del
corazón de papel maché mientras ellos duermen apacibles. Es
insoportable mirarlas a todas agrupadas en ese molde de hierro oxidado.
de Wintu, Stomias Boa, 2017
reeditado por Ediciones Liliputienses, 2020
para leer una reseña en Sombralarga
*
Fotografía de Cornelia Hediger |
El amor se sabe, se sabe,
me respondieron las mujeres mayores
cuando preguntaba cómo saber
si estaba enamorada.
Veo viejos bajar arreglados de su auto
para ir a la misa de las ocho de la mañana,
veo otros en el parque, al mismo trote,
usando el mismo color de pants y sudadera.
Veo a parejas más jóvenes caminar
como un par de bóvidos,
contemplando los aparadores de las tiendas,
con mirada de botella de vidrio
*
Fotografía de Cornelia Hediger |
GIMNASIA RESPIRATORIA AUTOMÁTICA
Nuestro amor ha sido como el asma,
una dificultad al respirar acompañada
de momentos de angustia,
una frustración por no sentir el aire a plenitud.
Tu mirada y la mía se paralizan,
nuestros músculos se contraen,
en el pecho de cada uno hay una zona
del Ártico.
Tampoco eso podemos compartir,
unir las piezas,
decir al menos que estaremos juntos en el frío,
porque este aire helado en nosotros
es un rompecabezas incompleto.
Las lesiones se toman su tiempo para admirarse
durante la noche mientras dormimos,
sus sibilancias nos arrullan,
soñamos con nuestra soledad
hasta que la convulsión de nuevo nos despierta.
Necesitaríamos una silla de Rossbach1
para calmarnos,
para hacer con ella gimnasia respiratoria automática:
sentados uno frente al otro, ajustando
el corsé, haciendo ejercicios con los brazos móviles
hacia adentro y hacia afuera,
acompañarnos verdaderamente durante las crisis,
consolarnos por padecer lo mismo,
compadecernos en el tratamiento del otro.
Nos debilitamos.
Inspiramos con facilidad pero expiramos
como el movimiento del gato
al ir con empeño tras una polilla.
Nuestra habla se manifiesta
en una tos seca, gruesa,
duele decir lo que pensamos.
Poema inédito
leído en PERIÓDICO DE POESÍA
1 Silla con corsé ajustado al respaldo y cinturón usada a principios del siglo XX
para rehabilitar a personas con enfermedades respiratorias.
(Xalapa, Veracruz, México, 1982)
POETA/ESCRITORA/CORRECTORA DE ESTILO/TRADUCTORA
para leer una entrevista en LA JORNADA ZACATECAS
para leer + en CÍRCULO DE POESÍA
+ LA MULA
su FACEBOOK
No hay comentarios:
Publicar un comentario