25 de noviembre de 2019

Barbara Ras, No puedes tenerlo todo


Arte digital de Elena Vizerskaya -alias Kassandra-


NO PUEDES TENERLO TODO

Pero puedes tener la higuera y sus hojas gordas como manos de payaso
enguantadas de verde. Puedes tener el toque de un solo dedo de once años
en la mejilla, despertándote a la una de la mañana para decir que el hámster ha regresado.
Puedes tener el ronroneo del gato y la mirada conmovedora
del perro negro, la mirada que dice, si pudiera mordería
cada pena hasta que huyera, y cuando llegue agosto,
podrás tenerlo agosto y abundante. Puedes tener amor,
aunque a menudo será misterioso, como la espuma blanca
que burbujea encima de la olla de frijoles sobre las alubias rojas
hasta que te das cuenta de que el gemelo de la espuma es la sangre.
Puedes tener la piel en el centro de las piernas de un hombre,
tan sólida, como un muñeco. Puedes tener la vida de la mente,
fulgurando ocasionalmente en vestimentas sacerdotales, nunca admitiendo mezquindad,
nunca deteniéndote para sobornar al guardia huraño que te dirá
que todos los caminos se hacen estrechos en la frontera.
Puedes hablar un idioma extranjero, a veces,
y puede significar algo. Puedes visitar el marcador en la tumba
donde tu padre lloró abiertamente. No puedes traer de vuelta a los muertos,
pero puedes hacer que las palabras perdona y olvida se tomen de las manos
como si quisieran pasar toda una vida juntas. Y puedes estar agradecida
por el maquillaje, la forma en que besa tu cara, mitad especia, mitad amnesia, agradecida
por Mozart, sus muchas notas corriendo hacia la alegría, por las toallas
chupando las gotas sobre tu piel limpia, y por la sed más profunda,
por el maracuyá, por la saliva. Puedes soñar,
el sueño de Egipto, los caballos de Egipto y tú cabalgando en la arena caliente.
Puedes tener a tu abuelo sentado al lado de tu cama,
al menos por un tiempo, puedes tener nubes y letras, el salto
de las distancias, y comida india con salsa amarilla como el amanecer.
No puedes contar con la gracia para favorecerte entre la multitud,
pero aquí está tu amigo para enseñarte cómo saltar alto,
cómo tirarte sobre la barra, hacia atrás,
hasta que aprendas sobre el amor, sobre la dulce rendición,
y aquí hay bígaros, buses que se arrodillan, granjas en la mente
tan reales como África. Y cuando te falle la adultez,
aún puedes invocar el recuerdo del cisne negro en el estanque
de tu infancia, el pan de centeno con mantequilla de maní y plátanos
que te dio tu abuela mientras el resto de la familia dormía. 
Está la voz que aún puedes invocar a voluntad, como la de tu madre,
siempre habrá de susurrar, no puedes tenerlo todo,
pero hay esto.

YOU CAN'T HAVE IT ALL

But you can have the fig tree and its fat leaves like clown hands
gloved with green. You can have the touch of a single eleven-year-old finger
on your cheek, waking you at one a.m. to say the hamster is back.
You can have the purr of the cat and the soulful look
of the black dog, the look that says, If I could I would bite
every sorrow until it fled, and when it is August,
you can have it August and abundantly so. You can have love,
though often it will be mysterious, like the white foam
that bubbles up at the top of the bean pot over the red kidneys
until you realize foam's twin is blood.
You can have the skin at the center between a man's legs,
so solid, so doll-like. You can have the life of the mind,
glowing occasionally in priestly vestments, never admitting pettiness,
never stooping to bribe the sullen guard who'll tell you
all roads narrow at the border.
You can speak a foreign language, sometimes,
and it can mean something. You can visit the marker on the grave
where your father wept openly. You can't bring back the dead,
but you can have the words forgive and forget hold hands
as if they meant to spend a lifetime together. And you can be grateful
for makeup, the way it kisses your face, half spice, half amnesia, grateful
for Mozart, his many notes racing one another towards joy, for towels
sucking up the drops on your clean skin, and for deeper thirsts,
for passion fruit, for saliva. You can have the dream,
the dream of Egypt, the horses of Egypt and you riding in the hot sand.
You can have your grandfather sitting on the side of your bed,
at least for a while, you can have clouds and letters, the leaping
of distances, and Indian food with yellow sauce like sunrise.
You can't count on grace to pick you out of a crowd
but here is your friend to teach you how to high jump,
how to throw yourself over the bar, backwards,
until you learn about love, about sweet surrender,
and here are periwinkles, buses that kneel, farms in the mind
as real as Africa. And when adulthood fails you,
you can still summon the memory of the black swan on the pond
of your childhood, the rye bread with peanut butter and bananas
your grandmother gave you while the rest of the family slept.
There is the voice you can still summon at will, like your mother's,
it will always whisper, you can't have it all,
but there is this.




Barbara Ras
(New Bedford, Massachusetts, EE.UU., 1949)
POETA/TRADUCTORA/EDITORA
de Bite Every Sorrow, Louisiana State University Press, 1998
Traducción de Beverly Pérez-Rego
Propuesta de traducción de Emma Gunst
Lectura recomendada por Jorge Prinzo
para leer una entrevista en THE MASSACHUSETTS REVIEW
para leer más en CÍRCULO DE POESÍA

3 comentarios:

Jorge dijo...

Lindísima poesía.

Anónimo dijo...

Muchas gracias, es muy consolador leer poemas así y está muy bien traducido, no como los dos de la página a la que reenvias, bastante difíciles de entender.podriais traducir alguno más? Parece una autora muy interesante.

Luis Manteiga Pousa dijo...

No puedes tenerlo todo en la vida, entre otros aspectos, porque unas cosas excluyen a las otras.

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