Ilustración de Laura Callaghan |
EL VIENTO QUE ACARICIABA LA CEBADA
No sé si podría decir
que el modo en que el viento se acerca
lo conocemos todos
cómo podría saber si a ustedes
les pasa también
que el pelo se les mueve apenas
y se enreda en sí mismo
cómo saber si ese pelo suave y finísimo es para ustedes
como el plumero que yo siento
no es mucho más que eso
la sensación de que la experiencia
no sea palpable
que no sepa tampoco
si cuando compartís este vaso de cerveza conmigo
te pasa también de sentir el fresco bajando
dibujando el contorno de un tubito
que entra a la panza al mismo lugar donde se siente el amor
que imagino va tapizando en oleadas minúsculas
las paredes del estómago
y algo de ese aire que afuera mueve el pelo
sube por ese tubito y nos sale por la boca en forma de Ahhhh
Y si después de ese trago que son todos los otros tragos que diste,
el de cuando me agarraste con la mano fría
para invitarme al jardín
me regalaste una hoja a la que encontrarle el nombre
o de la vez que lloramos abrazadas
las tres en la pieza y mientras tomábamos
sentíamos que el mundo nos mataba,
que era demasiado
cómo si el mundo tuviese tiempo de ocuparse de una
el de la vez que pensaste que mejor
ya no memorizabas más nombres de una hoja
porque total como te decía tu vieja
“lo que no aprendiste hasta ahora no lo sabés más”,
o las veces que tomaste muchos tragos
cerrando los ojos invocando algún mal
mientras afuera el viento te enseñaba lo que es soplar
Después de ese trago
¿no te pasa sentirte acaso
un poco mejor con la vida?
Ilustración de Laura Callaghan |
INTENCIONES
Le pido al gauchito por el valor
de hacer lo que queremos
y al otro gauchito, al poeta,
le pedí que sigan los versos
A Lía le pido que te cuide la voz guerrilla
porque esas cumbias no viven sino en el brillo de tu voz
A la difunta que no falte el porrón
para los amigos que sabemos del mal
que hacen las bocas secas
A Iemanjá por la belleza,
que no tiene que ver con cremas
que si el mundo se afea cada día
su manto nos proteja
A Eva, le pedí un santuario inventado
por la fuerza, porque seamos lo que nadie espera
Tengo un ejécito heterogéneo y nada de miedo a usarlo
un arcángel, un corazón de fer laguna,
un puchito, Sanca, piedritas de luna azul
Y a vos Virgen Negra no te pido nada
sólo te agradezco el amor infinito
y un loro que hace muchas más cosas que cantar la marchita
(Buenos Aires, Argentina, 1982)
Creció en Esperanza, Santa Fe
Reside en Rosario
Reside en Rosario
POETA/PSICÓLOGA
de La edad de Eva, Ediciones Iván Rosado, 2016
para leer + en ANALECTA LITARARIA
y en REVISTA REA
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