Ilustración de Erica Portunato |
SUPERVIVENCIA
Así es como sobrevivimos:
Sobrevivimos.
He aprendido que no hay trucos
para romper los dedos
de las cosas que nos ahogan mientras dormimos.
No hay remedios que quiten
el dolor de corazón sin la palabra «tiempo»
escrita simpáticamente en la cara de nuestro terapeuta.
Sobrevivimos sobreviviendo.
Lo hacemos inconscientemente,
del mismo modo que los cuerpos recuerdan
respirar, incluso cuando estamos dormidos.
El primer paso es siempre decidir
tomar el primer paso.
El segundo paso es triste
y solemos caernos por las escaleras,
y esperamos meses antes de volver a subir
y volver a empezar.
Lo que estoy intentando decir es, sé paciente.
Lo que estoy intentando decir es, no tengo las respuestas.
Mis huesos me dicen que cante cuando me siento sola, y lo hago.
Canto y no pienso en él o en sus manos.
Los días que todo parece
una elegía, anda despacio, y no vistas negro.
No dejes que esto sea un funeral.
Enséñate a llevar la herida
y toma nota de todos los lugares
que veas por el camino, como el banco del parque
con vuestras iniciales grabadas en él,
o el sauce llorón que está cansado de llorar.
Habrá meses que intenten tragarte
por completo, con colmillos que desgarren tu pecho
como una bala. Busca la herida de salida.
Busca el estribillo del Aleluya
en el otro extremo de tu piel.
Ha ido y venido y ahora todo
es una sinfonía.
Leído (y para leer +) en LA TRIBU
Traducción de Yasmina Moya
SURVIVAL
This is how we survive:
We survive.
I have learned that there aren’t tricks
for breaking the fingers
of the things that choke us in our sleep.
There aren’t remedies that take away
heartache without the word «time»
written sympathetically across our therapist’s face.
We survive by surviving.
We do it unconsciously,
the way our bodies remember to
breathe, even when we’re asleep.
The first step is always deciding
to take the first step.
The second step is miserable
and we usually trip down the stairs,
then wait months before climbing back
and starting again.
What I’m trying to say is, be patient.
What I’m trying to say is, I don’t have the anwsers.
My bones tell me to sing when I’m lonely, so I do.
I sing and I don’t think of him or his hands.
On days when everything feels
like a eulogy, walk slowly, and don’t wear black.
Don’t let this be a funeral.
Teach yourself to navigate the wound
and take note of all the places
you see along the way, like the park bench
with your initials carved into it,
or the weeping willow that is tired of crying.
There will be months that try to swallow
you whole, with fangs that pierce your chest
like a bullet. Look for the exit wound.
Look for the Hallelujah chorus
at the other end of your skin.
It has come and gone and now everything
is a symphony.
Ilustración de Erica Portunato |
TRES PREGUNTAS
Mi madre me dice que, cuando conozca a alguien que me gusta,
tengo que hacerle tres preguntas:
¿A qué tienes miedo?
¿Te gustan los perros?
¿Qué haces cuando llueve?
De esas tres, dice que la primera es la más importante.
«Tienen que tener miedo a algo, cariño. Todo el mundo lo tiene. Si no tienen miedo a nada, entonces no creen en nada, tampoco.»
Te conocí un domingo, justo después de misa.
Una mirada y mi corazón cayó en mi estómago
como una trampilla.
En nuestra segunda cita, te pregunté a qué temías.
«Arañas, sobre todo. Estar solo. Niños pequeños, como
los que acaban de aprender a empujar a otro niño en el parque.
Oh y el espacio. Mierda, el espacio.»
Te pregunté si te gustaban los perros.
«Tengo tres.»
Te pregunté qué haces cuando llueve.
«Dormir, generalmente. A veces me siento en la ventana y veo las gotas de lluvia
correr. Hago un refugio de plástico en mi patio trasero para todos los animales callejeros;
Les dejo comida y un lugar donde dormir.»
Sonrió como si lo supiera, como si su madre le hubiera dicho lo mismo.
«¿Y tu?»
¿Yo?
Tengo miedo a todo.
Al agujero de la capa de ozono, a la mujer que vive al lado que nunca sonríe a su perro, y especialmente a todos los secretos por los que el gobierno debe estar partiéndose la espalda para que no sepamos.
Me gustan muchísimo los perros, no te imaginas.
Duermo cuando llueve.
Quiero decir a todo el mundo que los quiero.
Quiero encontrar a cada animal callejero y traerlo a casa.
Quiero despertarme en tu pelo y hacerte un café asqueroso
y besar tu cuello y dibujar monigotes de palo de nosotros.
No quiero volver a preguntar nunca más estas preguntas a nadie más.
Leído (y para leer +) en LA TRIBU
Traducción de Yasmina Moya
THREE QUESTIONS
My mother tells me that, when I meet someone I like,
I have to ask them three questions:
What are you afraid of?
Do you like dogs?
What do you do when it rains?
Of those three, she says the first one is the most important.
«They gotta be scared of something, baby. Everybody is. If they aren’t afraid of anything, then they don’t believe in anything, either.»
I met you on a Sunday, right after church.
One look and my heart fell into my stomach
like a trap door.
On our second date, I asked you what you were afraid of.
«Spiders, mostly. Being alone. Little children, like,
the ones who just learned how to push a kid over on the playground.
Oh and space. Holy shit, space.»
I asked you if you liked dogs.
«I have three.»
I asked you what you do when it rains.
«Sleep, mostly. Sometimes I sit at the window and watch the rain droplets
race. I make a shelter out of plastic in my backyard for all the stray animals;
Leave them food and a place to sleep.»
He smiled like he knew, like his mom told him the same thing.
«How about you?»
Me?
I’m scared of everything.
Of the hole in the o-zone layer, of the lady next door
who never smiles at her dog, and especially of all the secrets
the government must be breaking its back trying to keep from us.
I love dogs so much, you have no idea.
I sleep when it rains.
I want to tell everyone I love them.
I want to find every stray animal and bring them home.
I want to wake up in your hair and make you shitty coffee
and kiss your neck and draw silly stick figures of us.
I never want to ask anyone else these questions ever again.
B O N U S T R A C K
Ilustración de Erica Portunato |
Traducción de Isabel Zapata |
THE FIRST WORD I TEACH MY DAUGHTER
The first word I teach my daughter will be “No.”
She will sing it to me and scream it at me
and I will never tell her to quiet down.
She will say it when I tell her to go to bed,
when I tell her she can't have any more candy
or watch any more television.
“No” will be my daughter's favorite word.
Not only will I teach her how to say it,
but I will teach her to repeat it over and over
again until every single atom in her tiny little body hums with it.
If it makes her less soft than the other girls,
I will take her to museums and show her
what marble and stone can become.
I will brush her hair and let her wear whatever she wants.
If this makes her a warrior in a field of flowers,
then she will walk without fear of being trampled on.
The first word I teach my daughter will be “No”
and when she grows up in a world that tells her
that she can't walk down the street by herself,
that “No” will be heard.
It will roar and echo down the block
and she will never be told to keep silent.
She will not know the meaning of the word.
(Nueva Jersey, Estados Unidos, 1994)
de What we buried, Words Dance Publishing, 2014
Lectura recomendada por María Mercedes Vendramini
para leerla en portugués en PONTES OUTRAS
su TUMBLR
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2 comentarios:
Una maravilla.
Gracias Emma Gunst. Son magníficos poemas. Al leerlos aquí me parecen aún más bellos!Perfectas las imágenes!
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