Fotografía de Micha Rainer Pali |
TZABEL BLITZ
Estabas
ahí:
Tu perfil miraba el horizonte
de las vías,
el tren
venía demorado.
La familia
toda en un andén.
Ciudades superpuestas en el brillo de los ojos.
Eras joven
te veíamos en color,
tu pelo negro y un lugar
para cada uno de nosotros,
una coreografía,
todos de pie
equidistantes.
No recordaba haberte visto.
Sabía que sí:
-Había estado en tus brazos.
Quizá
-me habías hecho dormir.
O no.
Pero dicen que
-me querías.
Aunque no recuerdo y veo
y creo haberte visto.
No recuerdo
y estás ahí,
tu perfil las vías.
No podría decir
quién sos.
Soy yo.
Fragmentos de ciudades.
Nos conocemos
pero es incómodo.
Toda la familia en el andén
Equidistantes sin hablar.
Nunca hablan.
La encontrarías otra vez
después de todo
del tren,
tanto viaje
volverías a verla.
Y yo
la única que no te había abrazado
nunca.
Sólo información:
-fechas
-de oficio escritor
-un poco de historia.
Y sin embargo nos conocemos,
lo sé.
Corro a que me
abraces.
Y como me lo dijeron pero no recuerdo
te pregunto si me querés.
Decís que sí,
me querés tanto como a ellos.
Entonces no soy la única, Tzalel, somos todos
los que estamos de pie
equidistantes,
los que querés.
No recuerdo pero
sé que te conozco:
si estás en mi sangre
para desatar un nudo de llanto.
Marina Kogan
(Buenos Aires, Argentina, 1982-2011)
para leer más en LOS NIÑOS DE JAPÓN
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