Fotografía de Annette Pehrsson |
AMANTES EN LA NOCHE
Nos amamos y apagamos el televisor
como negando la realidad. Pero el mundo
insiste en sus convicciones o las busca
por motivos que ignoramos o acaso
porque el crimen debe seguir su curso.
Desde afuera, sus figuras insomnes
presionan contra las paredes que nos refugian.
Se encarnan en el viento, aullidos
de neumáticos y en las inmediaciones
de todas las cosas, tiroteos
que no resuelven la discordia general.
Ahora acumula hojas secas
al pie de las ventanas y desliza
una carta de origen desconocido
por debajo de la puerta.
Pero florecemos desnudos en medio de la noche
donde el amor decide en su propia voluntad
y por él sabemos cómo hacer de la historia
un rumoroso escándalo que no nos concierne.
Obra de Jeremy Mann |
BASURAS AL AMANECER
Esta madrugada, en la calle
dominado por una especie
de curiosidad sociológica
hurgué con un palo en el mundo surrealista
de algunos tachos de basura.
Comprobé que las cosas no mueren sino que son asesinadas.
Vi ultrajados papeles, cáscaras de fruta, vidrios
de color inédito, extraños y atormentados metales,
trapos, huesos, polvo, sustancias inexplicables
que rechazó la vida. Me llamó la atención
el torso de una muñeca con una mancha oscura,
una especie de muerte en un campo rosado.
Parece que la cultura consiste
en martirizar a fondo la materia y empujarla
a lo largo de un intestino implacable.
Hasta consuela pensar que ni el mismo excremento
puede ser obligado a abandonar el planeta.
POÉTICA
La poesía no nace.
Está allí, al alcance
de toda boca
para ser doblada, repetida, citada
total y textualmente.
Usted, al despertarse esta mañana,
vio cosas, aquí y allá,
objetos, por ejemplo.
Sobre su mesa de luz
digamos que vio una lámpara,
una radio portátil, una taza azul.
Vio cada cosa solitaria
y vio su conjunto.
Todo eso ya tenía nombre.
Lo hubiera escrito así.
¿Necesitaba otro lenguaje,
otra mano, otro par de ojos, otra flauta?
No agregue. No distorsione.
No cambie
la música de lugar.
Poesía
es lo que se está viendo.
(Bs.As., 1924-Salta, Argentina, 2004)
de Antología, La poesía del siglo XX en Argentina,
Edición de Marta Ferrari
11 comentarios:
Me encantan. Sobre todo los dos últimos. Beso
pues a mí el primero me ha gustado bastante (poesía masculina???)
Para decir que "poesía es lo que se está viendo" hay que tener una mirada especial. No creo que la tengamos todos.
Besos.
Todavía recuerdo la primera vez que leí es poética". Grande.
Beso.
Tres grandes poemas! He leìdo poco del autor, desde ahora me pongo a buscar su obra. He comenzado guardando el PDF que has dejado enlazado. Gracias, Emma. Un abrazo fuerte.
Leo
Viste Vera? por suerte nos quedan sus poemas, un grande Joaquín Giannuzzi!
Besos
Trapecista..."un hombre cada tanto" no viene mal, no?
Blue, pienso igual que vos. Lo que pasa que él escribió desde su óptica, él fue un detallista de lo cotidiano...
Un abrazo Paloma C.
Seguiré leyendo también yo Leonel!
Un abrazo
JOAQUÍN GIANNUZZI
Es hora, y esa hora es ahora, menos que un instante, pero más que un siglo, de que les hable, y me calle, de Joaquín Giannuzzi, un poeta secreto.
Afirma como si interrogara, ensimismado en su guitarra sin cuerdas. No Macedonio ni Roberto Arlt: Montale, Montaigne. Estas crónicas, estas serpentinas, no son retratos sino charcos de agua. Si su cisne es la lluvia, la mitad de esa lluvia es Buenos Aires, señora entera, naranja nocturna. Entre un espejo sucio y un mate lavado, esta poesía nos mira con los ojos cerrados y la pasión abierta. Sensual en la metafísica, mental en lo corporal de sus conceptos, su límite es la araña pero su centro es el mundo. Mundo interior por anterior, por barrilete y suma de hojas secas.
Pero cuidado, no hay verdad más exacta que estas verdades íntimas, raíces o esqueletos, labios pintados con mariposas y fotografías, con humedades y rostros como guantes gastados, como tranvías, como colectivos, como andenes vacíos, como baldosas flojas.
Claro que el tango, por supuesto. Pero tampoco el salto, cuándo no. Sino el crepúsculo, la sonrisa de la Gioconda del crepúsculo, entre la rueda de bicicleta y el ajedrez.
Sus versos no son perfectos, aunque ni siquiera perpetuos. Si ustedes quieren, casi prosa profana, tuñón ambiguo. Clásico en la mirada, romántico en lo clásico, Joaquín Giannuzzi es también un mendigo: un premio Nobel para este pobre ciego.
Su desborde es su borde, pero si el ditirambo es mío, permítanme que mire para otro lado, no me pregunten más, que así es la rosa y el diluvio, y el buzón de la esquina, y la vereda de enfrente.
Si exagero es porque vive Dios, pero si miento es porque Dios no miente.
Después de todo, qué le vamos a hacer. Si no nombré a Pavese es porque está en sus versos. En estos versos medidos, desmedidos, lo brillante es lo opaco, y sin contradicción, un ramo de regresos, una novia sin pétalos.
Yo apunto hacia lo deshojado de esta mano sedienta, de este río de cinco dedos y ninguna flor sino sólo una rosa.
La poesía de Joaquín Giannuzzi no nos llama, la poesía de Joaquín Giannuzzi es una llama de agua y un espejo roto no como un puente ni como una máquina de coser ni como una copa ni como una espada.
Esta poesía es una puerta, pero esta poesía lo que no es es la ventana que es ni el otro lado ni ningún otro lado sino esa ninguna parte que está aquí.
constantino mpolás andreadis
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