10 de junio de 2011

Mirta Rosenberg, Retrato terminado


Fotografía de Anka Zhuravleva

RETRATO TERMINADO

The art of losing isn’t hard to master.
Elizabeth Bishop

Es una manera de decir
quiero quedarme sin palabras,
perder sin comentarios.

Hasta cuándo voy a hablar
de lo que ya no está.

De la que ya no está
viéndome escribir de ella.
¡Y con esos ojos!

También yo de noche los abro
y miro el silencio
en la oscuridad
donde el retrato termina
sin que lo alcance a ver

y pienso
y pienso
y pienso

en temas como vos
que no parecen tener
vencimiento,

en tu deseo de llegar a casa:
con la llave preparada,
aferrada a la puerta del taxi,
te dejabas caer en tu puerta
casi con la voluntad incierta
de una hoja en otoño,

esa clase de vencimiento,

y esos ojos más bien dorados
de los que decías en las descripciones
ojos verdes. Para mirar
cada ocasión con buenos ojos
que no me miran más,
aunque los recuerde.

Y ahora quiero quedarme
sin palabras. Saber perder
lo que se pierde.

O eso parece.

Parece que las dos
nos hemos quedado sin madre:
yo sin vos
vos sin ella,

y sucesivamente,
como eslabones perdidos
y encontrados por un rato
con los padres,

pero ésa es otra historia
que está mejor contada
en la foto de casamiento
para la que palabras
nunca tuve,

como si fuera anticipo
de mi propio vencimiento.

De los padres decías que el tuyo
tenía ojos verdes,
como vos, tu nieto Juan,
y nadie los tenía del todo
aunque merecían tenerlos:
tu manera
de embellecer el retrato
era tu manera de verlo.

De ella decías en cambio
desde su muerte no fui la misma,
y ésa sería tal vez tu manera
de no terminar el retrato.

La palabra no.

Lo mismo digo yo.

Aunque también se diría una ocasión
más bien vulgar: en general,
todos nos quedamos sin ella,
y esa ausencia de luz parece
descansar los ojos
sin vaciarlos. Los anima,

o los vuelve hacia la oscuridad,
que es donde el retrato termina.

Dijo mi padre de la suya:
nací con ella y ahora
voy a tener que morirme
solo. Y después lo hizo.

Dijo mi maestro de la suya:
me pasé toda la vida para tener
la letra de mamá.
Y después la tuvo.

Era un dolor perfecto:
hablando de ella,
hablaban de sí mismos.

O eso parece.

Parece que perder
no es un arte difícil:
los muertos de verdad de uno
son víctimas amadas de los vivos.

De lo que cada uno dijo.

PORTRAIT ENDED

It is a way of saying
I want to be left without words,
to lose without comment.

How long am I going to talk
about what no longer is.

About her, who no longer is
seeing me write about her.
And with those eyes!

I too open them at night
and look at the silence
in the dark
where the portrait ends
without her getting to see it

and I think
and I think
and I think

about things like you
that appear to have
no date of expiration,

about your wanting to get home:
with the key prepared,
clinging to the taxi door,
letting yourself fall through your door
almost with the unsteady will
of an autumn leaf,

this kind of expiration,

and these eyes to golden tending
the ones you said in descriptions
were green. To look
at every occasion with kindly eyes
that no longer look at me,
though I remember them.

And now
I want to be left
without words. To know how to lose
what is being lost.

Or so it seems.

It seems that we both
are of a mother bereft:
me without you
you without her,

and on and on it goes,
like links that are lost
and found for a while
with our parents,

but this is another story
that is better told
in the wedding photo
for which words
I never had,

as though it were a foretaste
of my own expiration.

Speaking of parents you said 
your father had green eyes,
like you, your grandson Juan,
and nobody had them wholly
though they deserved to have them:
your way
of embellishing the portrait
was your way of seeing it.

Of her you said, however,
after her death, no I wasn’t the same,
and that perhaps would be your way
of not letting the portrait be ended.

The word no.

I too say so.

Although it might also be called an occasion
that is somewhat vulgar: in general,
all of us are left without her,
and this absence of light seems
to give rest to the eyes
without draining them. It livens them,

or turns them back to the dark,
which is where the portrait ends.

My father said of his:
I was born with her and now
I am going to have to die
alone. And then
he did.

My teacher said of his:
I spent all my life to have
the handwriting of my mum. And then
he had it.

It was perfect pain:
speaking of her,
they spoke of themselves.

Or so it seems.

It seems that to lose
is not a difficult art:
one’s truly dead
are beloved victims of the living.

Of what every one of them said

Traducción de Julie Wark


Mirta Rosenberg 
(Rosario, Argentina, 1951 - 2019)
POETA/TRADUCTORA
de El arte de perder, Editorial Bajo La Luna, 1998
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13 comentarios:

Carmela dijo...

"Saber perder lo que se pierde".... y eso se aprende alguna vez??,...yo creo que no.
Me gusta.
Besos Emma

Errata y errata dijo...

Bello bello, bellísimo. Me encantó y me lo guardo.
Un beso, flaca.

vera eikon dijo...

Muy hermoso Emma. Curiosamente yo no tengo los ojos verdes del todo.En mi familia nadie los tiene..
Por cierto, a veces pienso que esto de los blogs es como el juego ese en el que uno le va diciendo una cosa al otro al oído, bien bajito, y entonces se lo van pasando en cadena, hasta que al final acaba brotando una frase que es desigual y a la vez semejante a la del origen. Ayer en nido se hablaba de batallas y perdedores, del juego de los hombres con otros hombres. Ahora tú hablas del juego de los hombres con la vida...
Besos

Darío dijo...

No me dieron ganas de leerlo todo, no sé. Creo que me aburrí, o quizá, porque de repente, se me metió una reflexión. Los poetas parecen hablar sólo de lo que no tienen, de los lugares vacíos, de los huecos. A lo que tienen lo tratan como poemas ya escritos, no necesitan escribir nada sobre lo que tienen. Ha de ser un síntoma, el poema llena vacíos, o, en extremas negaciones, esconde la basura debajo de la alfombra. Digo.

Darío dijo...

O quién sabe.

Laiseca Estévez dijo...

jugar a la vida y que luego otro lo cuente, te cuente como transcurren los días sin ese amor cotidiano que desapareció sin más, mientras uno va al super, o se viste para ir al trabajo... es bello, inmemenso...
¿dónde están esas almas que nos abandonaron?...

mónica pía dijo...

me gusta pensar que más que llenar vacíos el poeta hace algo nuevo con ese vacío que porta, que no lo tapa sino por el contrario lo pone al trabajo y produce a partir de él... algo bello: el poema. Cariños

Darío dijo...

No es un arte difícil, y sin embargo, puede provocar las cosas más bellas.

EG dijo...

Sí, es así Vera. Me pasa que voy leyendo lo que suben y algo queda grabado, una palabra, una imagen, un comentario y sigo leyendo poemas e inconscientemente hago STOP en ese enlace mental. El arte de perder no es un arte difícil, decía Elizabeth Bishop y llegué al poema de Curiyú y luego, sinquerer, llegué a Mirta Rosenberg, otra vez.

EG dijo...

Saber perder lo que se pierde? No sé, creo que no se aprende, se debe aceptar. No siempre ganamos! Y eso sí hay que aprenderlo! No sé, se me enroscó la cabeza Carmela!!!

EG dijo...

Gracias Maia, gracias por leer y por el esfuerzo de tus ojitos. Un abrazo

EG dijo...

Hay poetas y poemas para todo Curiyú. Al igual que Mónica Pía pienso que el poeta hace una obra a partir de...lo que sea, no siempre es una ausencia, un dolor, no.


Laiseca, las almas que nos abandonaron, sea cual fuese la razón, están dentro tuyo. Yo sé que podés sentirlas.

José Antonio Fernández dijo...

Un poema muy bien elegido, Emma, y de la foto qué decir!
Trata el tema de la muerte de una forma perfecta.
Yo estoy con la poeta. Mientras haya alguien que te recuerde, sigues vivo. Eso fue lo que me trasmitió este poema que no es poco.
Un gran abrazo.

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