"El apartamento estaba muy silencioso. Crucé la cocina de puntillas y apreté la cara contra el congelador, aspirando los olores complejos de aquellas vidas. Había algunas fotografías de niños en la puerta del frigorífico. Tenían amigos, y esos amigos habían dado origen a más amigos.
Nunca había visto nada tan íntimo como las fotografías de aquellos niños. Quería alargar la mano y coger la bolsa de plástico que había encima del frigorífico, pero a la vez quería mirar a cada uno de aquellos niños.
Uno se llamaba Trevor, e iba a celebrar su fiesta de cumpleaños ese sábado. ¡Por favor, venid!, rezaba la invitación. ¡Vamos a flipar como las ballenas! Y la invitación era la imagen de una ballena. Era una ballena auténtica, una fotografía de una ballena de verdad. Examiné sus diminutos y sabios ojos y me pregunté dónde se encontraría en aquel momento. ¿Estaría viva y nadando, o habría muerto hacía ya mucho tiempo, o se encontraría moribunda en ese preciso instante? Cuando muere una ballena, va cayendo al fondo del mar muy lentamente, y tarda un día entero en hacerlo.
Los demás peces la ven caer, como si fuera una estatua gigante o un edificio, pero lentamente, muy lentamente.
Centré mi atención en aquel ojo. Trataba de meterme en su interior, de llegar hasta la ballena de verdad, la ballena moribunda, y susurré: No es culpa tuya."
(fragmento)
6 comentarios:
Me gusta la prosa. Lleva mucha nostalgia.
Llego a imaginar con claridad los ojos de la ballena.
si, es muy descriptiva y tierna, transmite un dulce dolor. Besos Carmela!
Me he quedado con ganas de más.
Que bueno que la hayan traducido!
Yo había leído un par de cuentos de ella en inglés que me encantaron.
Nunca me voy a olvidar la imagen de la clase de natación sin pileta...
¿Sabés si se consigue en Argentina o solo en España?
Hola Nurit!!! acá en Argentina está ese libro, seguro lo conseguís! =)
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