2 de octubre de 2020

Luz Méndez de la Vega, 3 poemas 3


Ilustración de Aron Wiesenfeld 


BRUJERÍA INÚTIL

Hoy hice la brujería
que me recomendó Marien:
“Para estar segura de olvidar,
-me dijo- la receta es estupenda,
al momento mismo
lo dejas de amar…’

Yo seguí la fórmula exacta,
paso a paso:
Con precaución vedada de ceremonia,
bajo la luna llena,
y en un sitio solitario,
a las doce en punto de la noche,
di fuego a un mechón de tus cabellos,
diciendo: ‘¡Vete! ¡Vete de mí,
maligno amor que me hieres!’

Y, al instante, la brujería rompí
y me quemé las manos
sacando de las llamas
el trozo medio encendido
del mechón de tus cabellos.

De todos modos ¡Bien sabía!
que era inútil la brujería
del consejo de Marien;
porque a un amor
como el tuyo y el mío
ni brujos ni diablos
ni psiquiatras
pueden ¡tan fácilmente!
borrarlo.



Ilustración de Aron Wiesenfeld 

EROS

Y
quedaste únicamente tú,
implacable Amor,
cuando Dios se desmoronó
en mis manos
carcomido de silencio
e inalcanzable altura.

Tú y tu dulzor terrible.
Solos y únicos
a la hora pavorosa
de la cuenta estricta,
cuando todo se nos vuelve
mínimo y sin peso,
infinitamente oscuro.

Tú, Dios total,
poderoso y absoluto,
en el sitio preciso de la Nada;
sobre el desolado
territorio del alma,
entre cadáveres
de arcángeles tristes,
soñadores de intacto
fulgor de estrellas.

Tú ¡íngrimamente!
en el enorme vacío
sin palabras,
Y, aunque sólo seas
relámpago efímero,
salto voraz
sobre otro cuerpo
que hacemos
transitoriamente nuestro;
urgidos de anular el límite
de nuestra piel
y naufragar en otra
como en un mar
de oscuros éxtasis.

Tú y tu fugaz olvido
sobre la compartida almohada,
entre la tibia intimidad
de las sábanas,
bajo la noche espesa
de preguntas.
Tú, Rojo Dios,
que haces arder
carne, uñas, cabellos, dientes,

y…hasta el duro
glaciar
del corazón cansado
de triturar alas rotas
y el esqueleto amargo
de los sueños.



Ilustración de Aron Wiesenfeld 

EL MILAGRO

Mano,
labio,
sexo trémulo.
Tirano impulso
de imposibles.

La caricia y el beso
-minúsculos prodigios-
certeros quiebran
la dura soledad
que nos circunda.

Y,
bajo nuestra piel
amurallada de silencios
hacen nacer un dios
de cegadora lumbre
que,
a su fugaz dulzura,
borra
la eterna angustia.





Luz Méndez de la Vega 
(Retalhuleu, Guatemala, 1919-2012)
POETA/ESCRITORA/PERIODISTA/
ACTRIZ/INVESTIGADORA
Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias 1994
en Luz, trayecto y estruendo, Editorial Cultura, 2019
Coordinadora Vania Vargas
para leer + en EMMA GUNST

2 comentarios:

Jorge dijo...

Muy lindos poemas.

lunaroja dijo...

Preciosos! Qué vanguardista su poesía,me ha encantado!
Especialmente su último poema,me parece delicioso.

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