Obra de Béatrice Coron |
Estás a oscuras, en el coche, y observas cómo la velocidad se traga el asfalto negro de la carretera; él dice que el decano lo está presionando para que contrate a una persona de color, con la de buenos escritores que hay por ahí.
Piensas que es posible que se trate de un experimento y te estén poniendo a prueba, o insultándote de modo retroactivo, o a lo mejor has hecho algo que sugiere que está bien tener esta conversación contigo.
¿Cómo es posible que te sientas cómodo diciéndome eso? Desearías que el semáforo se pusiera en rojo o que sonara una sirena de policía para poder dar un frenazo, chocarte de bruces con el coche de delante, catapultarte a tal velocidad que vuestros rostros quedaran de repente expuestos al viento.
Como de costumbre, sigues conduciendo y dejas que el momento pase con la esperanza de que se retracte de lo que ha dicho. No es solo que los enfrentamientos te den dolor de cabeza; es que tu destino no incluye que te comportes como si este momento no fuera
inhabitable, como si no hubiera sucedido antes y este antes no fuera parte del ahora, mientras cae la noche y el tiempo entre el punto en el que estamos y el punto hacia el que nos dirigimos se acorta.
You are in the dark, in the car, watching the black-tarred street being swallowed by speed; he tells you his dean is making him hire a person of color when there are so many great writers out there.
You think maybe this is an experiment and you are being tested or retroactively insulted or you have done something that communicates this is an okay conversation to be having.
Why do you feel okay saying this to me? You wish the light would turn red or a police siren would go off so you could slam on the brakes, slam into the car ahead of you, be propelled forward so quickly both your faces would suddenly be exposed to the wind.
As usual you drive straight through the moment with the expected backing off of what was previously said. It is not only that confrontation is headache producing; it is also that you have a destination that doesn’t include acting like this moment isn’t inhabitable, hasn’t happened before, and the before isn’t part of the now as the night darkens
and the time shortens between where we are and where we are going.
Obra de Béatrice Coron |
La lluvia esta mañana chorrea por los canalones y en el resto del mundo se pierde entre los árboles. Necesitas las gafas para distinguir lo que ya sabes que está ahí, porque la duda es inexorable; te pones las gafas. Los árboles, su corteza, sus hojas, incluso las muertas, cobran vida por efecto de la humedad. Sí, y está lloviendo. Todos los momentos son así: antes de haberlos identificado, clasificado como similares a otros y descartados, tienen que ser vividos, tienen que ser vistos. ¿Qué acaba de decir él? ¿Y ella, de verdad acaba de decir eso? ¿He oído lo que creo que he oído? ¿Acaba de salir esto de mi boca, de su boca, de tu boca? El momento es asqueroso. Y aun así, quieres dejar de mirar los árboles. Quieres salir y colocarte entre ellos. Y por muy ligera que parezca la lluvia, sigue cayéndote encima.
Obra de Béatrice Coron |
Gracias a tu estatus Premier, conseguido después de un año de viajes, ya estás cómodamente sentada en el asiento de ventanilla de United Airlines cuando la joven y su madre llegan a tu fila. La joven, mirándote, le dice a su madre, aquí están nuestros asientos, pero esto sí que no me lo esperaba. La respuesta de la madre apenas se oye. Ya veo, dice. Yo me sentaré en el medio.
Obra de Béatrice Coron |
En la punta de la lengua una nota tras otra es otro camino, otro amanecer donde el cielo rosáceo es el silencio inyectado en sangre del fustigado, del insomne, del afligido, del inconsciente. Esos años míos y de mis hermanos, y los de antes, los años de las travesías, de las plantaciones, de las migraciones, de las segregaciones de Jim Crow, de la pobreza, de los barrios marginados, de los perfiles raciales, de uno de cada tres, de cada dos trabajos, chico, eh chico, todos un delito grave, se acumulan en las horas de nuestras vidas de las que todos colgamos, la soga dentro, el árbol dentro, sus raíces son nuestras extremidades, la garganta rebanada y cuando abrimos la boca para hablar, flores, oh flores, no hay cielo azul, hermano, querido hermano, solo tristeza, más o menos.
en memoria de Treyvon Martin
Obra de Béatrice Coron |
Sabía que lo que fuera que había frente a mí estaba sucediendo y el coche de policía paró con un chirrido de frenos frente a mí como si fueran a bloquear la vía. Por todas partes había luces intermitentes, el aullido de una sirena, un estruendo prolongado. Al suelo. Al suelo ya. Entonces comprendí.
Y no eres ese tipo y aun así encajas con la descripción porque solo hay un tipo que siempre es el tipo que encaja con la descripción (…) Estás tan furioso que lloras. No puedes comportarte como una persona cuerda. Este vaivén agota a cualquiera. Nuestro vaivén te está agotando y sigues sin ser ese tipo.
Obra de Béatrice Coron |
Una amiga sostiene que los estadounidenses se debaten entre el «yo histórico» y el «yo yo». Con esto se refiere a que casi siempre os relacionáis en calidad de amigas con intereses comunes y, por lo general, con personalidades compatibles; sin embargo, algunas veces vuestros yoes históricos, su yo blanco y tu yo negro, o tu yo blanco y su yo negro, ponen plenamente de manifiesto vuestros posicionamientos estadounidenses. Entonces, os enfrentáis a segundos que borran de un plumazo las amables sonrisas de vuestras bocas. ¿Qué has dicho? De repente, vuestro vínculo parece frágil, endeble, sujeto a cualquier transgresión de vuestro yo histórico. Y aunque se supone que vuestra historia personal común debería ahorraros malentendidos, lo cierto es que generalmente sabéis perfectamente lo que se quería decir.
B O N U S T R A C K
«porque los hombres no son capaces
de controlar su imaginación
los negros mueren».
Ciudadana: Un poema estadounidense, Pepitas de calabaza, 2019
Traducción de Raquel Vicedo
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POETA/DRAMATURGA/ENSAYISTA/PROFESORA/ARTISTA
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