10 de julio de 2015

Ingibjörg Haraldsdóttir, La cabeza de la mujer (+2)


Fotografía de Tamara Dean

MUJER DE MONTAÑA

Soñé una mujer
soñé una montaña

soñé que la montaña era una mujer

Caminé en sueños
hacia la montaña

en busca de refugio a sus pies

Pero la montaña llevaba 
un manto blanco

y frío el remolino a sus pies 




Fotografía de Tereza Vlckova

ÉRASE UNA VEZ (*)

La salida
siempre fue viable:

el cobijo en los sueños
el apoyo en las palabras

poemas como clavos ardiendo
melodías voladoras: elévate, mi alma...

tras la oscuridad,
¡un futuro a todo color!



 INGIBJÖRG DIXIT

"En este poema, publicado en mi libro La cabeza de la mujer, aparece una cierta opinión sobre la poesía, una opinión que tengo desde hace tiempo y que no ha cambiado mucho en los diez años que han pasado desde la publicación del libro. Según esta opinión, los poemas sirven de salida segura para quien necesite fugarse de algo o alguien. Las palabras y los sueños son aquello con lo que siempre podemos contar. Los poemas salvan vidas – ellos son clavos ardiendo – son vitales, son el color en las tinieblas de lo cotidiano. Con ellos podemos acercar lo intangible que nuestras mentes esconden. Iluminan la oscuridad y despiertan ilusiones de un futuro a todo color. Dicen: no te rindas aunque la oscuridad sea profunda, llegará el día en que aclare de nuevo."

(extraído de: EL PERRO BLANCO Nº4)
 








Ingibjörg Haraldsdóttir 
(Reikiavik, Islandia, 1942 - 2016)
de Hvar sem ég verd, (1995)
La cabeza de la mujer, Libros del Innombrable
Premio de la Literatura Islandesa 2002
Traducción de Laía Argüelles Folch
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1 comentario:

P MPilaR dijo...

cabeza de luna alba// una mujer habitó
*no pocos lo celebraban*

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