9 de julio de 2015

Camila Sosa Villada, Llorar por un hombre


Fotografía de Steven Meisel

LLORAR POR UN HOMBRE

Llorar por un hombre había pasado de moda,
Y sin embargo yo estaba sentada a la mesa,
Mirando la bahía de cemento que se abría
Ante mi ventana
Y las lágrimas caían como espinas,
Sobre el plato de comida que se había enfriado de tanto esperar mi boca.
Sobre el pan insoportable que se endurecía imperceptiblemente.
La ciudad ya tenía su perfume, su ritmo al caminar,
Mi casa ya tenía su ternura, mi cama su perfil,
Mis ojos ya tenían su sonrisa.
Y yo pensé… a los treinta ya pasó de moda llorar por un hombre.
Entonces aproveché y lloré también por los bosques talados,
Por los huérfanos y por los que se mueren sin un juicio justo.
Lloré por los caminos que corrí en mi infancia y que ya no serán
Ni así de bellos ni así de inmensos…
Por cómo se ha empequeñecido lo inmenso en todos estos años.
Por los años que pasan para mis padres que parecían inmortales
Y ahora son tan sólo mis padres, tan vulnerables como yo.
Lloré porque en el fondo siempre supe que la mitología
Ordinaria que sustituía la felicidad
Era tan sólo una réplica de los deseos que llevaba por dentro.
Lloré por las cosas perdidas, las cosas robadas,
Las cosas que se rompieron y que dan pena que se rompan.
Por las medias que se corren, los ruedos que se descosen,
Los cuellos que se manchan.
Lloré por los recuerdos que me hacían lloran en otros tiempos,
Por las piedras que no sienten el calor del sol
Y por los árboles que se secan sin que nadie los abrace.
Lloré por Lorca y su cuerpo pequeño contra un paredón,
Y todo su temblor me hizo temblar en silencio.
Lloré por mi cuerpo que sigue resistiendo,
Con toda sus fortalezas alertas, con sus fuegos encendidos,
Con su latente violencia para atacar aquello que nos hiere.
Pobre cuerpo mío! Cómo no haberte amado más.
Ahora es tarde para morir y llorar por un hombre está pasado de moda.
Lloré por los pianos, por las flautas, por las trompetas,
Por las lágrimas de Billie Holiday que no son debidamente respetadas.
Lloré por todos mis hondos sacrificios,
Por lo que cae en saco roto,
Por los viejos y sus conciencias desoladas,
Por los locos y la saudade de sus misterios.
Lloré por los cuadernos que no guardé,
Por las hojas que me llevaron años escribir y quemé en un arrebato.
Por las cartas de amor y por todas las tristezas de mis amigos.
Por dentro me repetía que llorar por un hombre estaba pasado de moda.
Entonces continué moqueando por las puertas cerradas y 
Por tener que comenzar a poner las llaves de nuevo.
Por las corazas de nácar que habré de construirme,
Las armaduras de acero con que protegeré mis rondas.
Lloré por mi misma, y por el desamparo de esas noches que se hacían amanecer y yo no había subido a un solo auto,
Y ningún cliente me había hecho la caridad.
Lloré por las prostitutas y por los muros.
Los muros que separan los juegos de los niños con otros niños.
Por los sueños que enterré en un lugar que no recuerdo,
En patios que ya no existen.
Por los viajes que me alejaban de mi casa,
Por la ruina en que se convierte todo lo que no se da
Y lo arduo de restaurar eso que se ha guardado.
Lloré por los brazos de mi viejo que levantaban piedras
Para levantar su casa, y más allá, en el mismo orden natural,
Los pájaros que construían sus nidos.
Lloré por mi madre, que la vi llorar y no supe consolarla.
Por los amigos que ya no veo, por las mascotas que ya no están.
Por las mudanzas que siempre te obligan a perder algo.
Por el mar, ay! Lloré tanto por el mar que de repente apareció el consuelo:
Viniste al mundo cubierta de sangre y esa nostalgia es sagrada.
Todo lo que me honra se ha bautizado con lágrimas.




Camila Sosa Villada 
(La Falda, Córdoba, Argentina, 1982)
ACTRIZ/POETA/CANTANTE
Texto inédito
para escuchar JUVENTUD Y VEJEZ
en WIKIPEDIA
para leer MÁS

1 comentario:

P. dijo...

De mis poemas preferidos desde hoy.

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