Escena de Las flores de la guerra, de Zhang Yimou |
He decidido que no iré a la guerra
-a ninguna guerra-
En las noticias sobran las palabras
y en las almas faltan bombas
de respeto y sensatez.
La plaza de todos los pueblos
es un buen lugar para sentarse todas las mujeres,
quiero imaginar todas las plazas llenas,
todas las guerras vacías.
Si, he decidido que no iré a la guerra.
Puerta por puerta, como una antigua vendedora
de elixires, llamaré para vender la paz
al precio de una sentada
en la plaza del pueblo.
Las mujeres tenemos la paz en las entrañas
y no parimos guerras.
Mientras los hombres matan a los hijos
lloramos lágrimas de sangre,
en súplicas desvanecidas ao carón *
de las trincheras del hogar.
El undécimo mandamiento
golpea los pechos que cobijan la vida
-No mates a mi hijo
-no mates al padre de mi hijo
-no mates a mi padre
-no mates a sus madres
-no violes a sus hijas.
¡No matar
No violar!
Las guerras matan
y el hambre toma forma de buitre
en las manos del poder.
En la plaza del pueblo hay sitio
para todas las mujeres que siguen empeñadas
en crear vida.
Y al otro lado, los hombres se alejan
para destruirla.
Por eso, he decidido que no iré a la guerra
¡a ninguna guerra!
-a ninguna guerra-
En las noticias sobran las palabras
y en las almas faltan bombas
de respeto y sensatez.
La plaza de todos los pueblos
es un buen lugar para sentarse todas las mujeres,
quiero imaginar todas las plazas llenas,
todas las guerras vacías.
Si, he decidido que no iré a la guerra.
Puerta por puerta, como una antigua vendedora
de elixires, llamaré para vender la paz
al precio de una sentada
en la plaza del pueblo.
Las mujeres tenemos la paz en las entrañas
y no parimos guerras.
Mientras los hombres matan a los hijos
lloramos lágrimas de sangre,
en súplicas desvanecidas ao carón *
de las trincheras del hogar.
El undécimo mandamiento
golpea los pechos que cobijan la vida
-No mates a mi hijo
-no mates al padre de mi hijo
-no mates a mi padre
-no mates a sus madres
-no violes a sus hijas.
¡No matar
No violar!
Las guerras matan
y el hambre toma forma de buitre
en las manos del poder.
En la plaza del pueblo hay sitio
para todas las mujeres que siguen empeñadas
en crear vida.
Y al otro lado, los hombres se alejan
para destruirla.
Por eso, he decidido que no iré a la guerra
¡a ninguna guerra!
(Ferrol, La Coruña, España, 1958)
de Una mujer sabe, Editorial Alfasur, Madrid, 2010
* Gallego: ao carón = junto a... al lado de...
su BLOG
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2 comentarios:
Hay tantas guerras, Emma querida. Tantas. Hay guerras que se ven porque la muerte física es más llamativa que la del espíritu, pero cada país mata a su manera. Algunos te quitan el pan, otros el derecho al voto o a la enseñanza, otros te aniquilan la esperanza y te llevan por un camino de descreimiento. Hay pocos países dignos. Muy pero muy pocos. Decir que no se va a la guerra es hermoso. Pero resulta casi imposible.
Un abrazo.
Y yo lo sé amiga mía.
Mil abrazos
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