6 de enero de 2014

Judith Ortíz Cofer, 2 poemas 2


Fotografía de Sarah Ann Loreth



LA LECCIÓN DE LA CAÑA DE AZÚCAR

Mi mamá abrió bien grandes los ojos
parada al lado de la plantación
lista para cortar.
"Respirá hondo",
           dijo en voz baja,
"no hay nada tan dulce:
nada más dulce."
           Al escucharla,
papá dejó la goma pinchada que estaba cambiando
bajo un sol que sacaba la brea del asfalto,
y me agarró del brazo, quebró mi corrida
hacia una planta:
"La caña puede asfixiar a una niña: snakes, las víboras
se esconden donde crece más alto que tu cabeza."

Y nos llevó de vuelta al auto lisiado
donde transpiramos nuestra penitencia,
por haber antojado más dulzura
que la que nos es permitida,
más de la que podemos manejar.


THE LESSON OF THE SUGARCANE

My mother opened her eyes wide
at the edge of the field
ready for cutting.
"Take a deep breath",
               she whispered,
"There is nothing as sweet;
Nada más dulce".
               Overhearing,
Father left the flat he was changing
in the road-warping sun,
and grabbing my arm, broke my sprint
toward a stalk:
"Cane can choke a little girl: snakes hide
where it grows over your head".

And he led us back to the crippled car
where we sweated out our penitence,
for having craved more sweetness
than we were allowed,
more than we could handle.





Piano teacher, 2001



MUJERES QUE AMAN A LOS ÁNGELES

Son esbeltas
y rara vez se casan, viven
sus largas vidas
en amplios salones, puertas francesas
que dan a parques geométricos
donde crecen profusas
flores aromáticas.
Tocan el piano
al atardecer,
sus cabezas inclinadas
en un ángulo lleno de gracia
como si estuvieran escuchando
notas entonadas más allá
del oído humano.
La edad las hace traslúcidas;
cada palpitación de sus corazones,
visible en la sien o el cuello.
Cuando se mueren, les ocurre mientras duermen;
sus espíritus se sacuden suavemente para liberarse
de una anfitriona demasiado refinada
como para protestar.



WOMEN WHO LOVE ANGELS

They are thin
and rarely marry, living out
their long lives
in spacious rooms, French doors
giving view to formal gardens
where aromatic flowers
grow in profusion.
They play their pianos
in the late afternoon
tilting their heads
at a gracious angle
as if listening
to notes pitched above
the human range.
Age makes them translucent;
each palpitation of their hearts
visible at temple or neck.
When they die, it’s in their sleep,
Their spirits shaking gently loose
from a hostess too well bred
to protest.




Judith Ortíz Cofer 
(Hormigueros, Puerto Rico, 1952) 
Reside en Georgia, EE. UU.
en Usos de la imaginación: Poesía de l@s latin@s en EE.UU., 
EUDEM, Mar del Plata, 2008
Introducción, selección y traducción: 
Lisa Rose Bradford y Fabián Osvaldo Iriarte
su WEB

3 comentarios:

Mirella S. dijo...

"Mujeres que aman a los ángeles" es un poema tan delicado, como si lo hubiera escrito un ángel.
Abrazo, Miriam.

vera eikon dijo...

Transportan estos poemas...

EG dijo...

Tienen una cadencia especial. Mérito a los traductores ;)

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