14 de enero de 2014

Héctor Bianciotti, Claridad desierta


Fotografía de B. Berenika

CLARIDAD DESIERTA 

1

Tu sombra barre la luz de nuestras galerías,
desciendes las escalas,
te pierdes para siempre en la penumbra de los corredores
y entras sin una lámpara
en tu noche de carbón apagado.

2

Uno a uno
te despojas de los gestos
como ornamentos, como alhajas
y entras desnuda en el agua del suplicio.
No estoy
—responde el gran silencio cóncavo
dentro de ti.

3

Debajo de la piel
Este silencio
—en el que tú no estás
ni nadie—
como la superficie de un lago
acechando la piedra.

4

Los perros de la luz han devorado
tus follajes de bruma
y estás tendida al aire
en el valle de piedra
oh última del sueño.

5

Los puentes, un paisaje, ciertas calles,
un mueble en una alcoba, un sueño trunco,
esta enumeración, un terciopelo
en un armario de caoba, rostros,
y ahora tú.
(La luz clava su daga en el árbol nocturno,
alguien cierra las puertas de mi infierno apagado).

6

Ahora todo es piedra,
noche anónima,
todo es silencio y unidad ajena.
Las palabras te dejan,
nunca has sido.
Ni siquiera un relieve funerario
dará su pobre desmentido a tu ausencia.

7

Aquí se pierden las huellas del destino,
ya nadie te contempla,
ya estás fuera
—tiniebla para siempre inacabada—.

8

Rodeada de silencio y opacidad
ya toda de la noche
verás tu rostro
un solo instante
y te desvanacerás
los años hechos polvo
para empezar a ser
todo lo oscuro que habitaba en ti
furiosamente.

9

Quédate inmóvil
—arenas implacables castigándote el rostro—
allí donde mis manos te dejaron
una mañana de nubes y extraños pájaros.

10

Abolir el rostro
que te di al mirarte:
sé la otra,
la terrible desconocida sin ojos que te aguarda.

11

Miras tus uñas, sabes
que crecen, si las cortas
no sientes que son una parte de ti; ni tus cabellos.
Acaso palmo a palmo, podrías llegar a desconocerte
enteramente.

12

Incesablemente
descendíamos gradas
y de improviso nos volvimos:
el último rayo de luz moría
tras las murallas.

13

Al final de su vuelo
los pájaros de Persia han desgarrado
la trama de la luz
y moran ciegos en las ramas
de la otra oscuridad.

14

Torres de oro verbal,
estancias de palabras,
muerte de todo fuego.

15

Cómo vivir sin el recuerdo
de tu voz que no fue,
de los jardines que no recorrí,
que nunca fueron.

16

Una puerta a lo lejos
y el vaivén de otra puerta.
La luz tiembla. Ella vuelve:
arrojada de un sueño
vuelve a entrar en el mío. 

(1972)




Héctor Bianciotti  
(Luque, Córdoba, Argentina, 1930 
- París, Francia, 2012)
Nacionalizado francés
para leer más en REVISTA FÉNIX Nº 18
en WIKIPEDIA




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