13 de diciembre de 2012

Eavan Boland, Cuarentena


Fotografía de Jure Kravanja,  "Eternity of the moment"

CUARENTENA

En la peor hora de la peor estación
del peor año de todo un pueblo
un hombre sale de su taller con su esposa,
él caminaba - ambos caminaban - hacia el norte.

Ella estaba enferma por la fiebre del hambre y no podía mantenerse en pie.
El la levantó y se la echó a la espalda.
El caminaba hacia el oeste y el oeste y el norte,
hasta que al anochecer llegaron bajo las estrellas de helada.

Por la mañana fueron encontrados muertos,
de frío. De hambre. De las toxinas de toda una historia,
pero los pies de ella se mantenían contra el pecho de él
el último calor de su carne fue su último regalo para ella.

No dejes que ningún poema de amor llegue a este umbral.
No hay lugar aquí para la alabanza inexacta
de la gracia fácil y de la sensualidad del cuerpo.
Sólo hay tiempo para este inventario sin piedad:

Su muerte juntos en el invierno de 1847.
También lo que sufrieron. Cómo vivieron.
Y qué hay entre un hombre y una mujer.
Y en qué oscuridad se puede demostrar mejor.


QUARENTINE

In the worst hour of the worst season
    of the worst year of a whole people
a man set out from the workhouse with his wife.
He was walking – they were both walking – north.

She was sick with famine fever and could not keep up.
     He lifted her and put her on his back.
He walked like that west and west and north.
Until at nightfall under freezing stars they arrived.

In the morning they were both found dead.
    Of cold. Of hunger. Of the toxins of a whole history.
But her feet were held against his breastbone.
The last heat of his flesh was his last gift to her.

Let no love poem ever come to this threshold.
     There is no place here for the inexact
praise of the easy graces and sensuality of the body.
There is only time for this merciless inventory:

Their death together in the winter of 1847.
      Also what they suffered. How they lived.
And what there is between a man and woman.
And in which darkness it can best be proved.




Eavan Boland 
(Dublín, Irlanda, 1944 - 2020)
de Code, Carcanet Press, 2001
Traducción de Antonio Linares Familiar
para leer MÁS y MÁS



9 comentarios:

Marcelo dijo...

Trágico y bello.

silvia camerotto dijo...

bellísimo

vera eikon dijo...

Terrible. Hermoso. Me dejó copos de nieve en la boca, y mis labios helados comienzan a agrietarse...Beso

Beatrice dijo...

"And in which darkness it can best be proved."

Me maravilló, qué tremendo poema.
No la conocía, corro a buscar más.
Gracias, siempre aprendo en tu blog.
Beatriz

Darío dijo...

Hermoso, realmente...

Betina Z dijo...

Muy conmovedor.
El amor lo es, pero pocas veces se logra decirlo.

Sinuhé dijo...

Una vez alguien esbozó una frase que decía, más o menos lo siguiente: "si vivieras cien años yo querría vivir cien años menos cinco minutos...". No recuerdo cómo seguía, pero la idea ya entiende. El comentario del 100% fue una respuesta afirmativa avalando que el sentimiento de amor extremo llega hasta ese umbral. Sin embargo yo siempre creí que el amor sin concesiones, el amor extremo, te deja un paso más allá de ese límite. Sería querer "vivir cien años más cinco minutos". Ese hombre lo entendió. Ese gesto es el gesto del verdadero amor. El gesto puro, el amor puro.

Verónica dijo...

Profundo, unico, bello, ... sin palabras...

besos

pd. te dejo una taza de cafe caliente en mi rincon...

Ana Muela Sopeña dijo...

Un poema bellísimo, Emma.

Te dejo un beso
Ana

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