Kundera, siempre Kundera, cada cuatro o cinco años, cuando alguien
me lo recuerda, cuando necesito desnudar las cosas, cuando quiero
que me sean dichas sin adornos.
Leo La Insoportable Levedad del Ser.
Me pregunto si de verdad me gusta ese libro o si simplemente me
acostumbré a decir que me gusta o si me gustó alguna vez y ya no.
Igual lo leo, lo devoro.
Kundera y su sinceridad.
Kundera y sus personajes miserables que no tienen ni siquiera el
derecho a un poco de realidad. Sacados de su mente, expuestos, solos,
sin sangre.
Kundera el cirujano de los sentimientos.
El que habla siempre de pesadillas.
El poco poeta.
No hay amor en Kundera.
La amargura por su Praga invadida, por los rusos, por la incertidumbre,
por la indignidad.
Es tiempo de horrores, me digo.
Y sigo.
Leo a sus mujeres.
Sus hombres no me gustan. Aman y no lo saben, odian y no lo saben.
Odian amando, aman odiando.
Tienen miedo. Son hombres. Me alejo.
En sus mujeres...me reconozco.
Kundera hubiese podido ser mujer.
Hay muchas escenas con espejos.
Mujeres desnudas viéndose al espejo.
¿Nos vemos realmente?
¿O el espejo es un tránsito, un puente hacia ese mundo que
no entendemos y que es nuestro?
¿Nuestro?
Kundera me pone difícil.
BONUS TRACK
OCHO KILOS DE NADA
Camus odia a Rimbaud.
No le perdona que haya renunciado, que se haya dejado.
Camus esconde el desasosiego y la soledad en la soberbia.
Es tan tierna la poesía desde afuera, tan dulce la auto-aniquilación paulatina del poeta maldito, tan fácil vivir el éxtasis prestado.
El genio está en tener el don, dice Camus, no en abandonarlo.
Rimbaud, enfermo de nadas, carga con ocho kilos de oro en la cintura, duerme con ellos, desde que dejó de ser poeta.
¿Son tan diferentes el oro y la poesía?
Cinzia Ricciuti
6 comentarios:
Kundera hace mil años que lo leí, ya casi ni recuerdo su estilo. Pero recuerdo que lo amé.
Los poetas ya no se suicidan, no llegan a tiempo.
Besos.
Uau! Vaya manera de diseccionar novelistas y poetas. A Kundera hace demasiado tiempo que lo leí, pero si de algo me acuerdo es de sus mujeres, y absolutamente nada de sus hombres. Supongo que eso puede estar relacionado con una posible identificación o empatía con ellas, por lo que eso debe significar que sus personajes femeninos debían ser realistas, lo cual me parece muy positivo en un novelista hombre. Y no me acuerdo si Camus odia Rimbaud, tendré que investigar. Muy originales estos poemas. Bicos
Me gusta esa relación Camus Rimbaud. El oro el poema y el moro. El primero es muy Kundera, y eso me desmorona.
me han encantado... los dos!
gracias!
y besos!!
Nada que decir (nada que no haya dicho sobre Cinzia en el comentario del post anterior). Solamente añadir, que me encantaría ver en este blog, algún que otro texto de mi amiga Susan Urich (además, como para seguir con la onda venezolana...).
...Es una gran cuenta pendiente...sin dudas...pronto...PRONTO!!!
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