25 de noviembre de 2011

Luisa Valenzuela, Me he vuelto invisible...

Fotografía de B.Berenika


Me he vuelto invisible, y este hecho que parece tan útil no me sirve de nada. Por lo pronto, sólo tengo perseguidores internos que no necesitan verme, y la invisibilidad no me puede salvar de los golpes fortuitos o los tiros al aire. Así que la aparente ventaja de la invisibilidad me resulta más molesta que otra cosa: los mozos no me ven en los bares cuando me siento a una mesa y los amigos me cruzan por la calle con aire indiferente.

Claro que mi verdadero problema no es la invisibilidad sino la mutancia. Sospecho que los cambios suelen realizarse en bocanadas, y es en estos instantes de verdadera mutación cuando desaparecemos por un rato del mundo de los vivos (es decir el de los piolas, el de aquellos que se aferran con las uñas a su magra posibilidad de ser visibles, conspicuos, evidentes, estridentes, sólidos). Y una mutación debe ser bienvenida, aunque nos borre de a ratos. Tenemos que aprender a ser incautos.







Luisa Valenzuela 
(Buenos Aires, Argentina, 1938)
de Antología personal, Ediciones Desde la Gente
Buenos Aires,  1998
su WEB

10 comentarios:

Darío dijo...

Me pregunto cuántos egos se aterrarían ante tal invisibilidad, ante tal imbecilidad...

EG dijo...

Joven...expláyese!

Antonio dijo...

´Que que que Bueno.

Unknown dijo...

Excelente. Todo: poema e imagen. El blog, como siempre :)

Unknown dijo...

Emma querida, has puesto lo más profundo de la Antología de Luisa Valenzuela, este relato revela el flujo y reflujo del que gustaba cultivar la renombrada escritora argentina.
A veces tenemos tendencia a ocultarnos (nos volvemos invisibles) como que deseamos no ver a ser humano alguno, no queremos interactuar salvo con nuestros propios pensamientos (los perseguidores internos) nos regodeamos en nuestro dialogo interno hasta el cansancio, hasta pisar la frontera de la locura estéril (en este estado de invisibilidad pocos son los que crean algo) que no sirve para nada, cuando mutamos nos damos cuenta que es ocioso estar invisibles, solos y aburridos...el problema es la mutancia o del cómo mutamos y es aquí donde la gente se muere de miedo, por eso Luisa recomienda "aprender a ser incautos" porque es la única manera de salir del pánico, de la parálisis, de la exagerada cautela de querer a toda costa que nos demuestren con certeza algo en qué o en quien creer...cuando lo único que necesitas es creer en ti mismo.

EG dijo...

Raúl, estimado y querido amigo, siempre SIEMPRE sumás con tu(s) comentario(s), muchísimas gracias!

Paula Irupé Salmoiraghi dijo...

Magnífico, como todo lo que selecciona Emmagunst

Errata y errata dijo...

Del mundo exterior la escapatoria es fácil. Lo difícil es ser invisible para mis fantasmas personales. Esos me huelen a tres kilómetros de distancia como perros hambrientos y, cuándo me encuentran, ni te cuento cómo me dejan.

(Bó, qué clara que la tienen algunos escritores con sus clasificaciones. Me hacen acordar a otros grupos humanos que también clasificaban a otros que clasificaban a otros que clasi....me saca un poco).

EG dijo...

Gracias Miguel, Gracias Paula!!!
un abrazo a los dos

EG dijo...

A mí no deja de llamar mi atención que las personas, los escribientes, lleguen a estos lapsus de iluminación, pareciera que algún día, de pronto, uno va a poder ver con claridad ¿? No sé...como extracto/fragmento, me pareció brillante.

De todas maneras entiendo lo que decís en el segundo párrafo. Creo.

Un abrazo Maia

(porqué siempre me hacés pensar más de lo normal?)

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