16 de octubre de 2011

Betina Edelberg, Ritual de la calumnia

Fotografía de Ana Cabaleiro
RITUAL DE LA CALUMNIA

Y estoy mirando y este mundo es mío,
volverme sin embargo
y tratar de sonreír
aquí,
entre amigos,
nuestras rengas meditaciones entre paredes
                                                          culpables:
la realidad revolotea torpemente
más allá, 
inaccesible al sonoro ritual de la calumnia.

Y de pronto, 
en medio de nuestras mansas postergaciones, 
podríamos tristemente morir
y después de todo es para siempre.
Ni siquiera mordisquear un resto de vida
desde una última cama
o aceptar la sumisa corrosión
purificada por inútiles palmas y coronas.
Así nomás morir, 
acaso sin merecerlo.
Ya era triste el porque sí de una bala
que desdeña el heroico cuerpo a cuerpo.

Contemplo el festejo augural de todas nuestras 
                                                         muertes,
el bellísimo hongo de la desaparición, 
yo, espléndido residuo de opulentos colores,
cumpliendo el éxtasis de las descripciones, 
repartiéndome vagamente entre mis monstruosos
                                                     descendientes.

Ninguna canción
ni la falsa historia podrían memorarnos,
no somos irritados héroes nacionales.
Apenas puedo jugar... Rolando... Orlando...
y morir salpicada por la erudición.
Apenas hombres arrasados por oleadas de 
                                                            penurias,
por oleadas de irreparable ciencia,
acaso resignados,
acaso indiferentes,
todavía cantando para resistir al miedo de siempre.

Me rebelo, 
gruño a los buitres solemnes y agrietados
que deciden por mí, por nosotros, 
no quiero confiarme, delegar, 
este mundo es mío y asumo su peso.

Me rebelo
y miro distraídamente mis futuras uñas marchitas
así.




Betina Edelberg 
(Buenos Aires, Argentina, 1921-2010)
POETA/ESCRITORA/PROFESORA DE LITERATURA FRANCESA/
BAILARINA/COREÓGRAFA
de Imposturas, Emecé Editores, Buenos Aires, 1960, 5º edición
págs. 18 y 19
su WEB
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10 comentarios:

Carmela dijo...

La postura final es genial.
Un beso Emma

vera eikon dijo...

Pienso como Carmela. El final es inapelable. Rebelarse y mirarse las unas.....Bicos

Antonio dijo...

Cuanta belleza nos reserva el mundo.
Ha helado ya sobre las hojas muertas.
Hay una chica con una melena
lisa y rubia, larguísima,
y otra chica con su gloriosa mata
de pelo pelirrojo.
EL sol lanza chispazos sobre las hojas muertas.
Cuánta belleza nos reserva el mundo.
Abrázame, que la vida me pesa,
como si no fuera a morir nunca.


Carmen Jodra

Antonio dijo...

Cuanta belleza nos reserva el mundo.
Ha helado ya sobre las hojas muertas.
Hay una chica con una melena
lisa y rubia, larguísima,
y otra chica con su gloriosa mata
de pelo pelirrojo.
EL sol lanza chispazos sobre las hojas muertas.
Cuánta belleza nos reserva el mundo.
Abrázame, que la vida me pesa,
como si no fuera a morir nunca.


Carmen Jodra

EG dijo...

Me encanta Carmen Jodra!

un abrazo Antonio! :)

Aka dijo...

Precioso canto a uno mismo.
besos Emma, que disfrutes del verano que ya llega

Errata y errata dijo...

En lo personal y en cuanto a la vida, más resignada que indiferente. Con la muerte es ya otra cosa, estoy más cerca de Jodra que de Edelberg. A mí me resultan opuestos, aunque tal vez mi lectura sea errónea. Ambos me gustan mucho.

Besos

Darío dijo...

Monumental poema.

Unknown dijo...

Es ENORME este poema, Emma. Al centro del poema esta la vida, aunque "contemple el festejo augural de todas nuestras muertes" Un verso que como todo el poema me parece magistral.
Gracias por compartirlo.
Un abrazo fuerte.
Leo

Marga dijo...

Así... ajá.

Besos luneros!

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