31 de agosto de 2011

Gemma Gorga, Piedras

Fotografía de Nikoline

PIEDRAS

Si la voz apareciese en las fotografías
como aparece la sombra o la ternura –aun siendo
realidades más vulnerables–, oiría
una vez más a mi padre explicándome que, antes
de coger una piedra, hay que hacerla rodar
con el pie o con una rama para espantar
los escorpiones que se esconden como púas
          secas.
Nunca me preocupé. Porque tener seis
años era sencillo, sencillo como morirse.
En ambos casos, no había otro secreto que el aire:
respirarlo o no respirarlo, como si el alma
estuviera llena de diminutos alveolos que se
          abren
y se cierran. El primer escorpión que vi
fue en el libro de ciencias naturales,
atrapado para siempre entre las pinzas severas
del tiempo. A veces, sin embargo, los libros no explican
toda la verdad, como si no la supiesen
o la hubiesen olvidado camino de la imprenta.
Arácnido con el cuerpo dividido en abdomen
y cefalotórax. Nada decía del sol
ardiente en la lengua, del miedo, de la espiga
atravesada en el cuello. Yo no sabía entonces
que las palabras son inmensos icebergs
que ocultan bajo las aguas heladas mucho
más de lo que muestran. Como la palabra escorpión.
Y ahora, mientras el teléfono suena insistentemente
–un grito agudo de madrugada–, mientras me
           levanto,
enciendo la luz, acerco la mano a su cuerpo blanco
de plástico que brilla como una piedra al sol,
mientras lo descuelgo, y digo ¿sí?, y alguien me
          dice que has muerto,
yo solo pienso en los escorpiones, en qué
          querías decirme cuando repetías haz
rodar las piedras, por favor, haz rodar las piedras.

en El poder del cuerpo, Antología de poesía femenina contemporánea,
Editorial Castalia, Madrid, 2009
Traducción del catalán de Marta Company y Judith Sánchez



PIEDRES

Si la voz pudiera salir nes fotografíes
como sal la solombra o la tenrura –anque seyan
realidaes más vulnerables–, sentiría
otra vuelta a mio padre diciéndome que, antes
de garrar una piedra, hai que revirala
col pie o con un palu pa espantar
los escorpiones que s’escuenden como espetos secos.
Nunca m’esmoleció. Porque tener seis
años yera fácil, fácil como morrer. En dambos
casos, nun había más secretu que l’aire:
respiralo o nun lo respirar, como si l’alma
tuviera enllena de diminutos alveolos que s’abren
y se cierren. El primer escorpión que vi
foi nel llibru de ciencies naturales,
atrapáu pa siempre ente les tiñaces severes
del tiempu. Dacuando, sicasí, los llibros nun cuenten
tola verdá, como si nun la conocieren
o la escaecieren camín de la imprenta.
Arácnidu que tien el cuerpu estremáu n’abdome
y cefalotórax. Nun dicía nada del sol
ardiente na llingua, de la llerza, de la espiga
altravesada nel pescuezu. Yo nun sabía entós
que les palabres son inmensos icebergs
qu’amataguen baxo les agües xelaes abondo
más de lo qu’amuesen. Como la palabra escorpión.
Y agora, mientres el teléfonu suena insistente
–un apiellu agudu de madrugada–, mientres me llevanto,
prendo la lluz, arimo la mano al so cuerpu blancu
de plásticu que relluma como una piedra al sol,
mientres descuelgo, y digo ¿sí?, y dícenme que tas muertu,
yo namás pienso nos escorpiones, naquello
que queríes dicime cuando repetíes revira
les piedres, fai’l favor, revira les piedres.


STONES

If the voice could come out in photographs
in the way shadow or tenderness does -- even while
being more vulnerable realities -- I would hear
once again my father telling me that, before
picking up a stone, you should roll it over
with your foot or a branch to scare away
the scorpions hiding underneath like dry thorns.
I never worried about that. Being six years old
was simple, simple as dying. In both cases,
there was no secret other than the air:
breathing it or not breathing it, as if the soul
were full of tiny alveoli that open
and close. The first scorpion I saw
was in the natural science book, 
trapped forever in the severe pincers
of time. On occasion, though, books don't tell
the whole truth, as if they didn't know it
or had forgotten it on the way from the printer's.
Arachnid with body divided into abdomen
and cephalothorax. It said nothing of the burning
sun in the tongue, of fear, of the spike
pierced into the neck. I didn't know then
what words were immense icebergs 
hiding beneath their icy waters much 
more than they show. Like the word scorpion.
And now, as the phone insistently rings
-- a sharp daybreak cry -- as I get up,
turn on the light, move my hand to its white body
of plastic that shines like a stone in the sun,
as I pick it up and say yes? and someone tells me you're dead,
I only think of scorpions, of what
you wanted to tell me when you repeated roll
the stones over, please, roll the stones over.

Traducción de  Julie Wark

PEDRES

Si la veu pogués sortir a les fotografies
com hi surt l’ombra o la tendresa –tot i ser
realitats més vulnerables–, sentiria
un cop més el meu pare explicant-me que, abans
de collir una pedra, cal fer-la rodolar
amb el peu o amb una branca per espantar
els escorpins que s’hi amaguen com punxes seques.
Mai no vaig preocupar-me’n. Perquè tenir sis
anys era senzill, senzill com morir-se. En tots
dos casos, no hi havia més secret que l’aire:
respirar-lo o no respirar-lo, com si l’ànima
fos plena de diminuts alvèols que s’obren
i es tanquen. El primer escorpí que vaig veure
va ser al llibre de ciències naturals,
atrapat per sempre entre les pinces severes
del temps. De vegades, però, els llibres no expliquen
tota la veritat, com si no la sabessin
o l’haguessin oblidat camí de la impremta.
Aràcnid que té el cos dividit en abdomen
i cefalotòrax. Res no hi deia del sol
ardent a la llengua, de la por, de l’espiga
travessada al coll. Jo no sabia llavors
que les paraules són immensos icebergs
que oculten sota les aigües glaçades molt
més del que mostren. Com la paraula escorpí.
I ara, mentre el telèfon sona insistentment
–un crit agut de matinada–, mentre em llevo,
encenc el llum, acosto la mà al seu cos blanc
de plàstic que brilla com una pedra al sol,
mentre el despenjo, i dic ?, i algú em diu que ets mort,
jo només penso en els escorpins, en allò
que volies dir-me quan repeties fes
rodar les pedres, sisplau, fes rodar les pedres.


El desordre de les mans, Pagès editors, Lleida, 2003



Gemma Gorga 
(Barcelona, España, 1968)
POETA/PROFESORA
LICENCIADA Y DOCTORA EN FILOLOGÍA HISPÁNICA
de El desordre de les mans, Pagès editors, Lleida, 2003
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20 comentarios:

Errata y errata dijo...

Extraordinario. Me gustaría verlo escrito en prosa, pero me importa un bledo porque es maravilloso. Me lo guardo en mi colección.

Errata y errata dijo...

Me encanta, Emma, simplemente me encanta. Lo vuelvo a leer una y otra y otra vez y lo encuentro perfecto. Gracias !

Antonio dijo...

Eso es.

vera eikon dijo...

Tremendo estremecimiento al final. Voy deslizándome ligera por el poema, deleitándome en lo que dice, tratando de visualizar a la niña, al padre, al escorpión, al libro de ciencias, y como si se tratara del iceberg del que habla descubro de repente la verdad que se oculta bajo las aguas. Hermoso. Gracias por este poema(por todos, pero en este momento, éste...)Besos

EG dijo...

!!!!!!!!!!!!!Buenísimo! Y te entiendo. Y conozco tus gustos. Y yo tengo mis días, días en que "comprendo" el sentido profundo de un poema y días en que necesito una lectura menos sumergible, más sobre la piel...me explico?

A mí me fascina que les guste leer y que estén acá compartiendo su tiempo, sus ganas, es muy gratificante. Pero vos sabés Maia, que los poemas que acá están es porque a mí me gustan. Eso no quiere decir mucho, para los demás, solo para mí. Ustedes son bastante trasparentes y está buenísimo que así sea. Cuando algo no les gusta me lo dicen, o directamente no opinan, a buen entendedor pocas palabras. Y yo tengo mis días! Días buenos, días malos, elecciones extrañas...pero siempre están acá los poemas porque han llamado mi atención.

Paso siguiente y mucho más importante, lugar de reunión de poetas y lectores. Y eso no tiene precio. Yo disfruto del triángulo comunicativo tanto o más que al elegir los poemas!

Con todo esto te quiero decir que me alegra mucho saber que ya te conozco sin haberte visto nunca. Y que es posible conocerse a través de la red y quererse. Te quiero Maia. Y basta eh!!!??? ;)

Errata y errata dijo...

Boluda, me vas a hacer llorar !!!
Tu blog es muy especial para mí.
Yo disfruto de la idea de un triángulo jajaja, comunicativo, eso sí.
Y creo que hacés un trabajo magnífico que no tiene precio. Vos hacés, casi sin darte cuenta, que la gente cambie. Porque acercarse a la poesía es cambiar la forma de percibir las cosas en algunos aspectos. Yo odiaba la poesía hasta que conocí a Emma Gunst. Y ahora no sólo la leo sino que también la escribo. Cada poema que escribo podría dedicártelo a vos porque a partir de éste encuentro me dieron ganas de intentarlo. Creo que no sos consciente (y eso es lo que te hace tan maravillosa) de lo que estás haciendo. La humildad es, lamentablemente, un bien escaso.
Y basta ya de comentarte tanto que últimamente estoy re-pesada (lo sé y me hago la gila pero lo sé).
Te quiero y te debo mucho.

Unknown dijo...

Excelente poema, cuánta humanidad en el mismo. La fotografía también me encantó.

Un abrazo.

Manel Muntada dijo...

Maravilloso!...Plas,plas, plas...

Pablo Müller dijo...

Es excelente: el tono narrativo, la contención de la emotividad, descripción y evocación en equilibrio y el final magnífico, preparándolo desde los versos anteriores pero sin perder la capacidad de sorprendernos. Emma: una genial elección, muchas gracias

Nati dijo...

Que increíble como las palabras simples y el ritmo sencillo también puede guardar un profundo aprendizaje y una historia tapizada de detalles que te revelan imágenes y sonidos. me recordó a la sensación que me dejó el principito. de palabras sencillas, pero profundamente sigificativo a la vez... no pude evitar recordar también a mi padre y sus sabias palabras que soltaba mientras trabajaba el cuero... que nostalgia...

gabrielaa. dijo...

qué bien

Layla dijo...

pues sí, los libros no explican casi nada...

Darío dijo...

Las experiencias que nos marcan la carne y el alma.

Axis dijo...

Bueno, ni bien lo empecé a leer intuí lo que provocaría en mí. Y aquí estoy puramente conmovida.

Un beso lleno de cariño Emma :)

Mondragón de Malatesta dijo...

Solía leer en las madrugadas, desde ahora, empezaré nuevamente. Gracias por seguir al hombre que sí existe, ya no está. Mondragón desde su Guarida.

José Antonio Fernández dijo...

Una maravilla de poema. Gracias por traerlo.
Un abrazo.

Aka dijo...

Una delicia de poema, me encantan estos diálogos silenciosos entre el narrador, las fotografias y sus memorias. Precioso.

besos

Anónimo dijo...

soberbio

Meri dijo...

wow, pelos como escarpias. me heló...! gracias

Anónimo dijo...

No hace mucho también he encendido la luz y he acercado la mano al cuerpo blanco para descolgarlo y he recibido la noticia de que mi padre ha muerto. El uso del tiempo verbal me delata, aún me sigue llegando la noticia, aún no puedo decir adiós. Pienso al leer esta poesía en la enseñanza de ese padre, eso que transmitió a esa hija y en todo lo que puede significar “rodar las piedras” y pienso en esos significantes como jeroglíficos y en la necesidad de seguir produciendo nuevos sentidos con esos significantes... Los escorpiones son sólo una arista de la cuestión.Qué bueno que la autora se siga preguntando. También hay que hacer rodar a esos significantes e intentar producir nuevos sentidos.
Miriam, me ha gustado y me ha hecho bien leer esto, me ha permitido asociar y seguro me pondrá a pensar en cuáles han sido mis enseñanzas recibidas y en los significantes que debo hacer rodar… Quizá pueda escribir- lo estoy haciendo ahora, no?-, quizá pueda empezar a decir adiós y salirme de a poquito de ese cajón y continuar en la vida haciendo rodar palabras…
Gracias Miriam, un abrazo muy grande, Psyche

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