Exploding hand, Lee Miller, 1930 |
LA CASA DE LOS MONOS Y OTRAS JAULAS
(La voz pertenece a una mona nacida y criada en un zoológico)
1.
Proclamar cada horror
sería redundante. los objetos
mismos bastan: un peine roto
el mango de un paraguas un pedazo de plástico
azul un espejo de bolsillo astillado.
la cara es hostil.
intento mirarla fijamente
insiste moviendo
espástica los ojos
que se crispan abiertos cerrados
la nariz tiembla dedos arrugados
que escarban las orejas. no conozco
a esta extranjera.
2.
he sabido de torturas
pero sigo
extrañamente a salvo.
de noche
mis propios sueños me
desgarran me veo vivir
las indignidades más obscenas sondas
e incapaz de desprenderme de mi carne
me quedo callada sin
voz ni gemido sin
poder sentir dolor.
despierto al amanecer
sola intocada
lloro por estar a salvo.
3.
cuando llegan
chillan salvajemente
tirándose contra las paredes
y luego contra las rejas.
algunos se sientan y lloran durante días
algunos nunca se recobran y
mueren.
son familiares
pero cagan incontrolablemente ruegan
tiemblan y se mecen. me niego
a tener nada que ver con ellos
hasta que aprendan a comportarse.
4.
cuando llegó estaba
aturdida y magullada cerrada
la boca severa negándose
a comer. marqué
mi territorio reconociendo
su fuerza su fiereza
pero se debilitó enfermó
la sacaron sin resistencia
volvió tres días después
parches rasurados sobre los brazos.
luego me dijo: creamos
las respuestas que nos rodean.
5.
recuerdo el apretón de sus garras
el mordisco feroz la cicatriz
en mi pierna todavía. estaba enloquecida
farfullaba luego atacó
otra vez. y el sol pareció caer
en el frío mientras me apretaba
contra el rincón la arena endurecida
bajo mis uñas. empecé a roer
el cemento la cara en carne viva.
se la llevaron
y no me miró
al regresar.
6.
Muévete
le dije corriéndome
al rincón
de la izquierda donde me senté
mirando el movimiento
de su cabeza.
cabeceaba
parecía dormir
luego se paró señalando
hacia fuera. las hojas estaban
rojas. era el otoño
ruidosas ramitas secas se quebraban
en los árboles cercanos. me sentí
contenta mirándome
mientras ella señalaba las hojas
rojo.
7.
y al fin
dijo ya basta
y empezó a golpear la cabeza
contra la pared un golpe
y otro golpe hasta sangrar
hasta sangrar
arrojándose y cayendo.
vinieron e intentaron asirla
mientras el sol desaparecía
y los árboles se mecían lentamente
y todos inmóviles
sin atreverse a respirar: la luna
tan fresca y los pájaros
pequeños globos de plumas.
vomité mientras la sacaron a rastras:
mechones de pelo sobre el piso de piedra.
8.
cuando murió la lamenté
un lamento silencioso.
y
los otros preguntaron
aguijoneándome.
gestualmente
hubo mucho entre nosotras
recuerdo sobre todo
sus dientes amarillos su intento
de amansarse.
9.
no hubo sonido:
sólo el movimiento de nuestras manos
nuestros labios succionados
los pies señalando hacia fuera.
fue bastante.
mareada
con mensajes solía
yacer soñar con recintos
diferentes.
(Guetto de Varsovia, 1941)
Reside en EE.UU. desde 1949
Reside en EE.UU. desde 1949
3 comentarios:
No sé qué decir...Me ha gustado
Beso
Lo único que no existe es el olvido.
¡¡¡Que tremendo!!!... beso.
Publicar un comentario