Fotografía de Emma Gunst |
METAMORFOSIS
Hay días en los que me despierto
convertida en agua:
Toda húmeda,
sin fondo,
habitada por luces,
tocándolo todo.
Días en los que me siento océano
bailando al compás del universo,
haciéndome remolino,
subiendo y bajando mis mareas...
Entonces se me antojan tus manos,
azules cuencos infinitos,
como único recipiente
capaz de contenerme...
Ci sono giorni in cui mi sveglio
trasformata in acqua:
tutta umida,
senza fondo,
abitata dalle luci,
toccando tutto.
Giorni in cui mi sento oceano
ballando al ritmo dell’universo,
facendomi mulinello,
mentre salgono e scendono le mie maree…
Allora mi viene voglia delle tue mani
azzurri incavi infiniti,
come unico recipiente
capace di contenermi…
Aída Elena Párraga
(San Salvador, El Salvador, 1966)
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6 comentarios:
Primero, que el poema y las fotos enternecen. Después, que quién no quisiera una mujer tan de agua.
Hermoso!!!!!!!
Hay un solo cuenco que nos puede contener?
Saludos desde Mundo Aquilante.
Me quedé pensando en tu entrada anterior y en ésta. Y he llegado a la conclusión de que todo lo que tenemos (para dar y recibir) se concentra en nuestros cuencos corporales. Claro que los hombres tienen una vasija menos...
Besos.
Un preciosor!!!
Siempre esperaré una metamorfosis, pero hasta que no empiece a descomponerme, no la tendré.
La foto primera muy bella.
No me iré del todo...
Un hermoso poema.Gracias por subirlo a este blog.-
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