7 de junio de 2022

Athena Papadaki, 3 poemas 3 (+1)


Fotografía de Vlad Bîrdu

HUÍDA DE LA PILETA DE LAVAR LOS PLATOS

Oh! ceremonia de los dedos
oh! lavado de la ropa.
Allí el jabón verde, puño de aceite espeso sobre el mármol.
Allí el audaz añil, casi una violación en las aguas
territoriales del blanco.
Donde
la espalda se evapora
¡en qué paisajes!
La lejía y los humos negros de la caldera.
Los acueductos parten de mi columna vertebral.
Anochece en el pote de dulce.
Nubes, nubes de puchero, traen el invierno a la cocina.
¿Qué ofrecí entonces? Una decoración,
por un momento me retiro. Y cambia la marea del mosaico.
La otra cara.
En el canasto, berenjenas frescas
viudas nuevas
cortan el luto con algo de color violeta.
Me incita
Un plato de naranjas humeantes.
Sin embargo
Las escamas del pescado en la pileta de los platos, lo transitorio.
Mis párpados se cierran hacia lo vano.
Alzo a contraluz los vasos de cristal,
¿están limpios?
Pedazos de diamante arrojan a mi rostro,
Sombrío
Que se desliza como un riachuelo.
Las lilas, las Lilas de un mercado de barrio
Me proyectan hasta el Paraíso.
Salva mis estremecimientos, cordera de vapores.

Traducción de Carlos Spinedi y Nina Anghelidis-Spinedi


Fotografía de Vlad Bîrdu

PLANCHAR

Nubes en forma de cerebro
reman sobre el vidrio limpio,
mientras lo azul se levanta
yo plancho,
evaporando en ráfagas, una camisa húmeda.

El orden de las cosas me rechaza.

Un ancla pesada me llama profundidad, o sea soy necesaria.

Sin embargo
Me dilato hacia la deserción, como si no hubiese pasado
nunca por las filas de los Lirios.
¡Este, sí, éste
planeta nuestro con sus preciosas necesidades!
Qué resistencia para no sucumbir en lo de honorable
ama de casa.

Hace años ya
el canasto de lavar
con la ropa como corderos enroscados,
me arrebata
devora mi canción.
Casi el pánico se apodera de mí.
Trato de encontrar un nombre para mis codos desnudos.
Mientras
el mueble silencioso
mira hacia el mar
y lo toco,
el polvo en mis dedos es una gran compañía.

Poner orden Algunas veces la costumbre toca su plenitud.
Con cariño y sumisión protejo a mis hombres.
Frecuentemente, hiero con puntadas la ropa
en su beneficio.

Los impostores de las habitaciones y de los cajones,
no supieron
es un talento
elevar mis humildes fundas a sacerdotisas de sueños.

Soy mujer, algo
como
medianoche, con la preciosa oscuridad
cruda aún.

(1980)

Traducción de Carlos Spinedi y Nina Anghelidis-Spinedi



Fotografía de Vlad Bîrdu

EL PINO

Una nube se aproximó
y se posó suavemente
sobre un pino.

“¿Puedo descansar un momento sobre tu rama?
He estado moviéndome todo el día.”
“Oh, por supuesto,” dijo el pino,
pinchando a la nube suavemente.

“No existe dicha sin dolor”
murmuró
la lluvia que caía.
 
Traducción de Rafael Patiño



B O N U S   T R A C K

Lo que tengo de inmortal es la utopía

Palabras de Athena Papadaki en el Festival Internacional de Poesía de Medellín, 2003
Leído en ReVista



Athena Papadaki
(Atenas, Grecia, 1945)
POETA/POLITÓLOGA/PERIODISTA





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