Fotografía de Théo Gosselin |
DOBLE MOVIMIENTO
1
¿De dónde viene esta mujer escrita a bañarse en el mundo real? Tan límpidamente llega. Tal como yo a cada mundo imaginado, transmutada para reconocerme. Alguien nos ha puesto a vivir. Ahí va el paso lento bordeando la muralla de una ciudad que a esta hora se enciende. Y no podré saber cuál
de las dos lo guía.
Fotografía de Théo Gosselin |
2
En el lugar exacto donde se abre una caja o una rama te toca. El cuerpo se dispara, corre, se tropieza, hasta llegar a un borde casi fuera del tiempo donde una niebla baja se hace densa. Y aparecen las luces de un carnaval de fin de siglo, aunque sigas inmóvil en la silla de tu abuela con el apoyo de un mantel manchado. ¿Cuál es la escena? El camino impecable de las dos estructuras.
Los tambores que suben de la rambla a la casa cuando escribís callada, con la voz superpuesta. Entrás en el silencio, te ausentás para hablar.
Fotografía de Théo Gosselin |
DISTANCIA
Mi hija corre y llega antes al futuro.
Desaparece de mi vista
pero puedo escucharla.
Su voz mitiga mi inquietud.
No anula la distancia, no corta la pregunta.
Sé que debo andar ese tramo
recorrer lo no visto para llegar a ella.
Fotografía de Théo Gosselin |
PUNTO DE GIRO
Ir más allá de la ventana en tránsito,
hasta que toda esta tristeza se vuelva lejanía.
A lo mejor hace apenas unos años
hubiera sido posible por impulso
de otra confianza. No sé
qué cambió
además del cansancio por las formas urbanas,
esta inquietud difusa que hace sede adentro
(o el deseo rondándome como pájaro artero
que anticipa expansión y despedida).
|
INESTABLE
El universo entero se divide, yo misma
estacionada y nueva.
Lo que vemos en todas direcciones
derrama su forma múltiple.
Nadie va a capturar algo del mundo,
solo queda mirar por un rato lo nítido.
Ser la materia que se ramifica
por el puro contacto entre sus cifras.
Dejarse estar, ser parte
del ánimo cambiante de las cosas.
Fotografía de Théo Gosselin |
ZONA DE RETORNO
Volver a ser austeros, ser la noche en el médano.
El campamento de una juventud vieja.
La mirada detrás de una llama, rastros
de sombras conectándose.
Prendidos en el aire de unas pocas preguntas,
con la alegría fácil.
Recuperar esa confianza aunque hayan
quedado lejos
la estela desprolija de las carpas,
aquel candor
y nuestras caras lisas,
y la arena moviéndose treinta años atrás.
Ana Lafferranderie
(Montevideo, Uruguay, 1969)
Reside en Buenos Aires desde 1990
POETA/COMUNICADORA/TALLERISTA
de Casi real, Colección Alfabeto del mundo
Centro Editorial La Castalia – Ediciones de la Línea Imaginaria
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