24 de agosto de 2020

Ana Pérez Cañamares, Capitalismo (+1)


Fotografía  del Wasteland Weekend, 2019
CAPITALISMO

El hombre seboso y trajeado se cuela en nuestra cama cada noche
después de follarse al universo viene a susurrarnos nanas
su obsesión por nosotros no descansa nunca
en nuestros sueños nos persigue
con su disfraz de perro, de vendedor, de cura
de espiga de trigo, de pistola en el bolsillo
su disfraz de muerte, su disfraz de vida

sé que tú le gustas con ojeras
yo le pongo cachondo cuando estoy cansada
me quiere flaca aunque me tienta con chucherías
y a ti elegante aunque te duelan los huesos

me empuja a emborracharme pero no por diversión
sino para olvidar
que mis horas de ocio se cierran siempre con balance negativo

cuando estamos a punto de enfermar por agotamiento
nos premia con unas vacaciones
y nos tiende los billetes como el cazador
lanza un hueso al galgo que ahorcará mañana

me instiga a desear cosas que no necesito
aunque él nunca tiene para mí un regalo

dice que mis enemigos son aquellos
que quieren lo mismo que yo
porque no hay bastante
nunca hay bastante para todos

y nos cobra por lo que no es de nadie
por el agua de lluvia
por el sol y la arena
por los claros del bosque
y los manantiales

secuestra a mi amor durante 10 horas cada día
y cada día me lo devuelve más viejo

con sus brazos lascivos abraza a mi hija
y yo grito ¡huye!
-he visto los primeros signos de rendición
en su rostro inocente-
pero no sé mostrarle la puerta de salida

y más que mi felicidad, lo que a él le preocupa
es atisbar en mi cara un rastro de consuelo
que me permita llegar hasta la próxima tregua

cada día me pone café en los labios
para que aguante, y luego una pastilla
que me aplaque los nervios para que descanse y duerma
mientras él sigue haciendo conmigo lo que le viene en gana

(a veces se tumba sobre mí y yo con los ojos abiertos
miro al techo, y si se da cuenta me dice
que ya va siendo hora de pintarlo)

envenena la comida con que me alimenta
me prohíbe fumar mientras engorda mi ansiedad
y me quita los chupetes que podrían consolarme

provoca mi llanto
y después me obliga a maquillar las señales de la tristeza

si me pongo rebelde, ríe paternalista
cuenta que él también pasó por esa época
y mi rebeldía la rebaja a moda
que luce en camisetas los sábados por la mañana
cuando sale a comprar los cruasanes y el periódico

él me da detalle de cada asesinato, de todas las guerras
de las violaciones y los golpes de estado

pero tanta información me deja sorda y ya no escucho
los crujidos ni los llantos en voz baja
las señales del desmoronamiento

y él calla que cada muerto, cada herido
las mujeres violadas y los que sufren torturas
todos recibieron su visita antes de convertirse en lo que son ahora

se zafa de las culpas con promesas
pero yo sé que una palabra suya
bastará para condenarnos

y si desaparece es para espiar a salvo y oculto
en los bares, en los hoteles, en los baños, en las celdas

tengo que darle las gracias porque
¡tú eres una mujer moderna!, grita animoso
de las que habla inglés, trabaja en casa y en la oficina
va al gimnasio y aparenta menos edad de la que dice el dni
tienes nociones de pedagogía aunque apenas veas a tus hijos

y además fuiste bendecida con una vocación
para que puedas sentirte mejor que otras
(y yo callo que yo no quiero ser artista
si eso va a convertirme en diferente
porque ya me siento lo bastante sola
y no quiero competir en más carreras)

si muestro debilidad, susurra, todos querrán aprovecharse
(como si él dejara algo para los otros)
mejor será que despliegue arrogancia
(con todos menos con él)

de todo me habla pero no de quién recogerá los restos del naufragio
ni en qué lugar nos reuniremos los náufragos para organizarnos
para hacer un fuego, compartir la comida y quitarnos el frío

aunque antes hay que hacer acopio de fuerzas
para no abandonarse cada uno en su rincón

Un día, no sé cuándo, yo le voy a cobrar
sus cadáveres, las humillaciones
el secuestro de la inocencia
el expolio de los sueños

yo le voy a cobrar, no sé cuándo

y la primera puñalada que le voy a meter
va a ser por las caricias que no nos dimos
por los polvos que no echamos
tú y yo
cada vez que se cuela en nuestra cama
y nos dice que mañana, mañana, mañana
mañana el despertador sonará a las 6.30

y veinte minutos más de sueño
nos harán mejores soldados a su servicio

Te lo juro, mi amor. Una puñalada
por cada polvo que nos robó
y luego ya el resto, por los presos, por los indigentes
por los que dejan atrás casa y familia
por el dolor que no merecemos sufrir ni ver
por los campos arrasados
por los animales que se hacinan
por los niños que trabajan
por los ojos que se cierran por el cansancio y la muerte
por el tiempo que no volverá
por la vida que nos robaron
por la vida
mi amor
por la vida.

en INSUMISAS, Poesía crítica contemporánea de mujeres
Colección POESÍA, Editorial Baile del Sol, 2019
Selección y edición de Alberto García-Teresa


B O N U S  T R A C K 


No sólo nos definen
las guerras que peleamos
el enemigo que elegimos
sino también la enfermería, el hogar
donde curar las heridas
el médico que nos cose
y su hilo.
La poesía es la convalecencia
a la que apostamos la salud.

Leído en el Festival Voces del Extremo, 2013


Ana Pérez Cañamares 
(Santa Cruz de Tenerife, España, 1968)
POETA/ESCRITORA
su viejo blog EL ALMA DISPONIBLE
su nuevo blog ALLMURO
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