13 de enero de 2012

Erica Jong, Bastante mujer


(*)

BASTANTE MUJER

Porque las horas de mi abuela 
fueron tartas de manzanas en el horno, 
y motas de polvo acumulándose, 
y sábanas poniéndose amarillas 
y costuras y dobladillos descosiéndose inevitablemente, 
yo casi nunca me ocupé de una casa, 
aunque la verdad es que me gustan las casas 
y quisiera tener que hacerle la limpieza a una.

Porque los minutos de mi madre 
fueron chupados con el zumbido de la aspiradora, 
porque bailaba el vals con la lavadora 
y se arrancaba el pelo esperando a que la repararan, 
yo mando la ropa a la lavandería 
y vivo en una casa con polvo, 
aunque la verdad es que me gustan
 las casas limpias tanto como a cualquiera.

Soy bastante mujer  
para que me encante amasar el pan 
tanto como el tacto de las teclas de la máquina de escribir 
en contacto con mis dedos, elásticos, resistentes. 
Y el olor de la ropa recién lavada y el de la sopa que hierve 
me resultan casi tan queridos como el olor a papel y tinta.

Me gustaría que no hubiera elección; 
me gustaría poder ser dos mujeres. 
Me gustaría que los días fueran más largos. 
Pero son cortos. 
Con que escribo mientras se apila el polvo.

Estoy sentada a mi máquina de escribir 
recordando a mi abuela y a todas mis madres, 
y los minutos que perdieron queriendo a las casas más que a sí mismas; 
y el hombre al que quiero limpia la cocina gruñendo, sólo un poco, 
porque sabe que después de todos estos siglos es más fácil para él que para mí.





Erica Mann Jong 
(Nueva York, EE.UU., 1942)
de Miedo a los cincuenta, Santillana, S. A. (Alfaguara), 
Madrid, 1995
Traducción de Mariano Antolín Rato
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11 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola! No pude responderte en mi blog tu comentario... No sé por qué me deja la página en blanco. No amar o no ser amado no debería convertirnos en nada en especial. El problema se presenta creo, cuando se siente la necesidad, o cuando se ama sin ser correspondido o viceversa. Amar nos convierte en seres terribles e irracionales y no amar, también. Yo prefiero, si se me permite, morir amando.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
moonlight dijo...

preciosa!

Errata y errata dijo...

Facebookeado, twitteado y amado. Todo lo escrito allí me traspasa.

Errata y errata dijo...

Me lo guardo en el archivo de "fotos".

vera eikon dijo...

A veces yo también quiero ser dos mujeres, pero sé que la vida es cuestión de elecciones. Ay! La perenne contradicción de nacer mujer!!!Me pregunto ahora acerca de las contradicciones de nacer hombre. Que seguro que también las tienen...Beso

Blue dijo...

Creo que muchas mujeres somos dos mujeres, y no sé si incluso más (como en la foto).
Besos, Emma.

el maquinista ciego dijo...

....y por suerte somos tantas las manos que............................

Isabel dijo...

Espectacular Emma!! un poema exquisito!



Besos

José Antonio Fernández dijo...

¡Preciosoo!!

Axis dijo...

Ojalá pudiéramos estar con más mujeres, al menos hoy me doy cuenta de ello, de sus miradas, de sus diversas vidas y experiencias, mujeres sabias, sanas, amadoras...

Besos!

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