Fotografía de Amber Ortolano |
Aborrecer el nido no es un dato
que tenga en cuenta la tarjeta
y que se las arreglen las alondras.
Aníbal Núñez
Hay daños que no cubre el seguro
combinado del hogar, lo sé.
Las llamadas perdidas, por ejemplo,
las cartas rotas, la soga de seda,
la noche que hay detrás de los espejos,
esta plaga de cristales en el pecho.
La ablación de mi sed.
Así contraje la enfermedad de los jabones.
Por eso le quise, con todo mi hastío.
Contra la vida en vilo
fui hueco en su hueco, frío en la guantera,
materia inmóvil.
Dejé crecer las paredes de esta casa
conmigo dentro.
Pasaron siglos, siglos de reloj.
No abundaré en detalles, señorita.
Sólo diré que he arrancado la puerta de cuajo,
que he tenido la misericordia
de tirar al barro
el azúcar glasé,
que ahora me entra luz en la despensa.
Ya sé, tampoco contempla la póliza
el amor a terceros, el temporal de sol,
el tumulto en las calles ni el motín de la hormiga.
Pero este es un caso de delicadeza mayor.
Y yo sólo llamaba para decirle, amiga,
que me acabo de conceder
a todo riesgo
la incertidumbre de vivir
abierta de par en par.
(de La Mujer del Tiempo, Ediciones del 4 de agosto, 2011)
Carmen Camacho
(Alcaudete, Jaén, España, 1976)
Reside en Sevilla
para leer MÁS y MÁS
su BLOG
Hay daños que no cubre el seguro
combinado del hogar, lo sé.
Las llamadas perdidas, por ejemplo,
las cartas rotas, la soga de seda,
la noche que hay detrás de los espejos,
esta plaga de cristales en el pecho.
La ablación de mi sed.
Así contraje la enfermedad de los jabones.
Por eso le quise, con todo mi hastío.
Contra la vida en vilo
fui hueco en su hueco, frío en la guantera,
materia inmóvil.
Dejé crecer las paredes de esta casa
conmigo dentro.
Pasaron siglos, siglos de reloj.
No abundaré en detalles, señorita.
Sólo diré que he arrancado la puerta de cuajo,
que he tenido la misericordia
de tirar al barro
el azúcar glasé,
que ahora me entra luz en la despensa.
Ya sé, tampoco contempla la póliza
el amor a terceros, el temporal de sol,
el tumulto en las calles ni el motín de la hormiga.
Pero este es un caso de delicadeza mayor.
Y yo sólo llamaba para decirle, amiga,
que me acabo de conceder
a todo riesgo
la incertidumbre de vivir
abierta de par en par.
(de La Mujer del Tiempo, Ediciones del 4 de agosto, 2011)
CLAUSOLA
Ci sono danni che non copre l'assicurazione
combinata sulla casa, lo so.
Le chiamate perse, per esempio,
le lettere strappate, la corda di seta,
la notte che c'è dietro gli specchi,
questa piaga di vetri nel petto.
L'ablazione della mia sete.
Così presi la malattia dei saponi.
Per questo l'amai, con tutto il mio disgusto.
Contro la vita inquieta
fui vuoto nel suo vuoto, freddo nel portaoggetti,
materia immobile.
Lasciai crescere le pareti di questa casa
con me dentro.
Passarono secoli, secoli d'orologio.
Non abbonderò in dettagli, signorina.
Dirò solo che ho strappato la porta dai cardini,
che ho avuto la misericordia
di gettare nel fango
lo zucchero a velo,
che adesso entra luce nella mia dispensa.
Lo so, la polizza nemmeno contempla
l'amore verso terzi, il temporale di sole,
il tumulto nelle strade né la rivolta della formica.
Ma questo è un caso di delicatezza maggiore.
io chiamavo solo per dirle, amica,
che ho finito per concedermi
con tutti i rischi
l'incertezza di vivere
completamente spalancata.
selección de Alessandro Drenaggi, Lorenzo Mari y Luca Salvi, Thauma Edizioni, 2013)
Carmen Camacho
(Alcaudete, Jaén, España, 1976)
Reside en Sevilla
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1 comentario:
Excelente poema, Miriam, me encantó la traducción italiana.
Gracias y besos.
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