3 de marzo de 2017

Martín Prieto, 2 poemas 2


Fotografía de Anka Zhuravleva
LAURA

Compro velas para mi santuario personal.
La chica que vende velas se llama Laura Sandoval,
y dice que nunca comió con velas;
no sé si me está dando una información
de la que puedo prescindir en los próximos 50 años,
o me lo dice porque quiere que la invite a cenar a la luz de las velas.

Algo de ella me dice que lo primero es la verdad;
algo mío me dice que lo segundo es más verdad.

Prendo una vela por Laura Sandoval,
que ha activado el motor oxidado de la duda.

(En noviembre del 2000 Laura Sandoval era empleada del 
supermercado La Gallega, Rosario, Argentina)





Fotografía de Anka Zhuravleva
LA REVELACIÓN

El relámpago de la juventud se apagó
justo cuando te escribía una carta
que no te mandé. La carta era imperial:
hablaba de un tanque australiano 
donde nos habíamos bañado un verano
y de las flores blancas y amarillas
de unos nenúfares que se enredaban en tu pelo
y volaban como si fuesen marionetas de mariposa
cada vez que vos movías la cabeza
para sacártelas de encima
- y no se iban. ¿Por qué te escribí?
¿Por qué terminó la tormenta
que parecía que iba a durar para siempre?
¿Por qué una cosa sucedió mientras sucedía la otra?
Envejecí escribiéndote una carta
cuyo objeto era retratarte como fuiste una vez
y por cada célula tuya que lograba inmortalizar
se moría una mía, una mía se moría, se moría.




Martín Prieto 
(Rosario, Santa Fe, Argentina, 1961)
POETA/CRÍTICO LITERARIO/NOVELISTA
de Baja presión, Vox, 2004
en Antología de la nueva poesía argentina, Perceval Press, 2009
Selección Gustavo López
para leer + en OP.CIT

1 comentario:

lunaroja dijo...

Son absolutamente conmovedores, desoladores, bellísimos en esa limpieza de la palabra.

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