6 de mayo de 2016

Delia Pasini, Dies irae



 "Dies Irae", 2012 © Dino Valls



DIES IRAE (*)

Es difícil no sonreír de escepticismo
cuando todo sucumbe alrededor de la esperanza.
Los cachorros se apelotonan para darse calor
antes de que los repartan, con variada suerte.
Los hombres se venden y se confiesan derrotados.
Las mujeres guardan el sueño de los hijos y los propios.
El buhonero ofrece jaulas en alquiler y un pececito de regalo.
Las viejas de mi casa tienen frío, más de ochenta años
y no esperan la muerte.
Nadie quiere la miseria y la obscenidad de los que ostentan.
Sin embargo,
la charla es vacía y trivial y postergada y para siempre repetida.
"Nos vamos en promesas" era un dicho antiguo, de cuando
el honor era palabra.
La estupidez crece como la mala hierba, por ignorancia
o avaricia.
Gestos que otros desean para sacrificarse obedeciendo.
Sedentarios destinos sin sosiego.
Discursos de libertad que esperan ser, alguna vez,
los consumados hechos que no existen.

Algunos se abstienen de la carne
para evitar el sufrimiento de los animales al morir.
Es su manera de oponerse a la crueldad del hombre.
Vi agarrotar por su pieles a los lobos marinos,
despellejarlos vivos.
Vi a una hembra llorar ante el cadáver de su hijito.
Vi cachorros de perros ofrecidos en venta, en un mercado de Vietnam.
Vi degollar corderos para ensartarlos en un asador gauchesco.
Vi arponear ballenas y estallarlas por dentro.
Vi cazar y vi a los zorros debatirse en las trampas,
royéndose las patas.
Vi como el hombre asesina y se proclama justo.
Nada ha cambiado.
La imagen es ciega y tantálica y disipa la tristeza.
El hombre por la calle dirá siempre lo mismo
y de la misma forma.
Todo tan previsible
que para algunos,
un crimen puede ser encantador y una omisión la huella.

La forma del poema es una desgracia pasajera.
La muerte de quien pudo decirlo
sabiendo que habría de morir por sus palabras.

El talento de plata no se arrojará, otra vez, a los designios.

La clave, poseer la clave de la razón
como bien patrimonial.
¿Tienes algún negocio que ofrecernos?
El poeta maldito yace sin palabras.
¿Tienes, di, algún comercio con quienes arremeten
por necesidad en esta Sudamérica impotente?
¿Tienes, desgraciado,
comercio con loros barranqueros
que viven en murallas de rencor de cara al viento?

Rencor.
Palabra teñida de humillación y salvajismo.
Palabra macho.
Encerrada en venganzas de llorón, que golpea con saña.
No quiero más una tierra de gritos y de muerte.






Delia Pasini 
(Buenos Aires, Argentina, 1947)
POETA/TRADUCTORA
de Títere sin cabeza, Ediciones Último Reino, 1991
extraído de: PALABRA ARGENTINA
para leer más en: ALPIALDELAPALABRA 

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