Fotografía de Miroslav Tichý |
UNA CELEBRACIÓN
El hilo de la historia cayó al piso, así que
me agaché para buscarlo. Era una de esas
festividades patrióticas, y lo único que alcanzaba
a ver eran zapatos importados y botas militares.
Una vez, sentada en el tren, una afgana quien
nunca había estado en Afganistan, me dijo:
“La victoria es posible”. ¿Es eso una profecía?
Le quise preguntar, pero mi persa se limitaba
a lo que aprendí en los textos de la escuela, y
ella me miró, mientras la escuchaba, como si
estuviese buscando en un armario cuyo dueño
fue consumido en un incendio.
Supongamos que el pueblo llega en masa a la
plaza. Supongamos que el pueblo no es una
palabra obscena y que comprendemos el
significado de la expresión “la masa”. Entonces
díganme ¿cómo han aparecido todos esos
perros de la policía acá? ¿quién los cubrió con
las coloreadas máscaras del partido? Y más
importante aun, ¿dónde está el hilo que separa
las banderas de los paños menores, los himnos
de los anatemas, a Dios de sus criaturas -
aquellas que pagan impuestos para deambular
por la tierra?
Celebración. Como si nunca hubiese
pronunciado esa palabra. Como si saliese de
un diccionario griego en el que los espartanos
victoriosos retornan a sus hogares con sangre
persa aun fresca en sus lanzas y sus escudos.
Puede que no haya existido ese tren, ni la
profecía, ni la afgana sentada a mi lado por dos
horas. En ocasiones, para matar el tiempo, Dios
permite que nuestra memoria se descarrile.
Lo que puedo decir desde acá abajo, entre los
zapatos y las botas militares, es que nunca sabré
con certeza quién triunfó sobre quién.
CELEBRATION
The thread of the story fell to the ground, so I went down on my hands and knees to hunt for it. This was at one of those patriotic celebrations, and all I saw were imported shoes and jackboots.
Once, on the train, an Afghan woman who had never seen Afghanistan said to me, “Triumph is possible.” Is that a prophecy? I wanted to ask. But my Persian was straight from a beginner’s textbook and she looked, while listening to me, as though she were picking through a wardrobe whose owner had died in a fire.
Let’s assume the people arrived en masse at the square. Let’s assume “the people” is not a dirty word and that we know the meaning of the phrase en masse. Then how did all these police dogs get here? Who fitted them with parti-colored masks? More important, where is the line between flags and lingerie, anthems and anathemas, God and his creations—the ones who pay taxes and walk on earth?
“Celebration.” As if I’d never said the word before. As if it came from a Greek lexicon in which the victorious Spartans march home with Persian blood still wet on their spears and shields.
Perhaps there was no train, no prophecy, no Afghan woman sitting across from me for two hours. At times, for his own amusement, God leads our memories astray. What I can say is that from down here, among the shoes and jackboots, I’ll never know for certain who triumphed over whom.
Publicado en Paris Review, 2011
Traducción de Robyn Creswell
Fotografía de Miroslav Tichý |
PARECE QUE HEREDÉ LA MUERTE
Después de volver con pasos adultos
de enterrar a mi madre,
dejándola criar a sus gallinas en un “misterioso” lugar,
Tenía que proteger la casa del espionaje de los vecinos.
Me acostumbré a sentarme en el umbral de la puerta
a la espera de la heroína de la radionovela
que siempre ha sido perseguida.
Y en el día en que mi amiga consiguió el visado
para poner a prueba su cuerpo en otro continente-
aunque ella no olvida sus cigarrillos en mi mesa,
como de costumbre-
Adquirí la certeza de que fumar es una necesidad.
Empecé a tener un cajón privado
y un hombre secreto
que solía ser su antiguo amante.
También,
cuando los médicos no lograron encontrar un riñón
que el cuerpo de Osama no rechazase-
Osama
de riñones deshilachados
porque él reprimía su amargura con una apariencia elegante-
Tal vez empiece a usar su pulgar firmemente para hacer valer mi presencia
en las conversaciones…
Parece que heredo los muertos.
Un día
después de la muerte de todos los que amo,
Me sentaré sola en una cafetería
sin ningún sentimiento de pérdida,
porque mi cuerpo es una enorme cesta
donde todos los que se van
dejar caer las cosas
que llevan sus huellas.
Fotografía de Miroslav Tichý |
B O N U S T R A C K
No hay por qué temer.
El tiempo no hará nada en absoluto.
No te cargará con la valentía que podría hundirte.
El tiempo no es importante, es tan solo tiempo.
Iman Mersal
(Mit Aldan, Delta del Nilo, Egipto, 1966)
Reside en Edmonton, Alberta, Canadá
Traducción de Frank Báez y la autora
para leer más en: LA TRIBU
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1 comentario:
me gusta esto de conocer nuevas voces.
que yo por mi sólita ni me la hubiera topado en sueños .
felicidades y que la poesía siga el vuelo.
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