Fotografía de Barbara Raquel Moreira |
Y al final de este festival sin ti
que sigue siendo mi vida
desde entonces
quizá algún día
alguien de quienes me conoció
te encuentre
y te hable de esa mujer loca
que tú nunca sabrás
que resulté ser yo.
Y te cuente
cómo ella le contaba
sin dejar de sonreír
a las farolas
que hubo una vez una mujer
/solo una en el mundo/.
Y que, joder,
qué mujer.
Y que no imaginas cómo despeinaba a su vuelo
las alas de quienes la acompañaban.
y que qué maneras aquellas
de atravesar a sus amantes
y que cómo les desnudaba las balas
y se las afilaba
con el pico-cuchillo
de su lengua
en esas formas suyas de construir lenguaje
en las que amar
y armar
no eran más que dos formas diferentes de escribir
una misma manera de milagro sin dios.
Y que hubo una vez diez mil mundos
/todos ellos bajo la piel
de una sola mujer/
y qué joder,
qué mundos,
y qué no imaginas cómo se sentía el cuerpo
cuando lo balanceaban
diez mil gravedades
distintas
a la vez.
Y que qué maneras aquellas
de remover todos los volcanes
en el epicentro
del cuerpo
de una
cada vez que las mareas
de esos diez mil astros
al unísono
la arrastraban
lo más lejos posible
de la corriente.
Y quizá algún día
alguien de quienes me conoció
te encuentre
y te hable de cómo
mis ojos,
que tú nunca sabrás
que resultaron ser los míos,
se llenaban de colores imposibles
al hablar de esa mujer prohibida
que tú nunca sabrás
que nunca
dejaste de ser tú.
Carmen Callejo
(Jerez de la Frontera, España, 1990)
Reside Sevilla
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