Fotografía de Marta Bevacqua |
POEMA DE ESCARNIO Y MALDECIR
[…] y para hacer balance haré un antología
de aquellas cualidades que mejor te definen.
Callaré los ejemplos sobre tu hipocondría,
Otras enfermedades menos imaginarias
son más ilustrativas sobre tu biografía.
Destacabas en una con especial destreza:
hacías todo un arte del aire victimista,
una infancia terrible, conflictiva y oscura,
un colegio de pago de moral jesuita,
una madre muy viuda protectora en exceso
y en cuestiones de faldas, muy poca puntería:
Las mujeres conmigo siempre han sido crueles,
¡si yo, como el poeta, de todas las arpías
amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario!,
forzando mucho el gesto solemne repetías.
Y en cuanto a tus virtudes, tenías actitudes
(no quisiera con esto darte alguna alegría)
que hacían de ti un hombre de huella inolvidable;
mencionaré tus celos, la obsesiva manía
de que yo te engañaba, los interrogatorios,
sesiones de Gestapo en las que me ofrecías
tu propensión al circo (afectivo, se entiende),
los gritos, las peleas, y tus frases dañinas,
envenenados dardos que daban en el blanco
creciente del cansancio que tú me producías.
De tan triste inventario resumiré muy breve
tu acoso interminable, tu vocación de espía,
tus rastreros sobornos, tus trampas, tus enredos,
amén de tus berrinches y tu voz compungida
suplicando perdones, infinitos perdones
cuando yo me cansaba de tantas tonterías
y tus ramos de rosas para calmar las cosas. […]
Fotografía de Fanny Latour-Lambert |
LA MISMA PIEDRA
Por mucho que analice yo este tema
siempre acabo llegando a la misma conclusión:
con esto del amor siempre se pierde
la libertad, la honra, la vida o la cabeza.
Pienso en Juana la Loca
pienso en la pobre Ofelia,
Yo desde luego soy de las que tropieza
una y otra vez con la misma piedra.
Cuando llega el amor y es muy frecuente
así, de esta manera:
impuntual, mimoso, cansado del trabajo,
que ha olvidado las llaves, perdido la cartera,
pensativo, abrumado
bajo una lluvia atroz y sin paraguas,
sé bien que estoy perdida, no hay más vueltas:
o perderme con él, o perder la paciencia.
Cuando llega el amor y es muy frecuente
así, de esta manera:
impuntual, mimoso, cansado del trabajo,
que ha olvidado las llaves, perdido la cartera,
pensativo, abrumado
bajo una lluvia atroz y sin paraguas,
sé bien que estoy perdida, no hay más vueltas:
o perderme con él, o perder la paciencia.
Silvia Ugidos
(Oviedo, España, 1972)
de Las pruebas del delito, DVD Ediciones,
Barcelona, 1997
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1 comentario:
Buenísimos.
GRACIAS
Saludos
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