17 de julio de 2015

Jacqueline Berger, El fracaso del lenguaje


Fotografía de Bernard Hoffmann




EL FRACASO DEL LENGUAJE

Primer día de clases, pregunto a los estudiantes, a modo
de introducción, qué creen:
El lenguaje es nuestra mejor herramienta, o el lenguaje fracasa
en expresar lo que sabemos y sentimos.
Recorremos la habitación.
Casi todos se inclinan por el fracaso.
¿Es porque son jóvenes,
todavía les cuesta enunciar lo que quieren decir?
¿O son románticos, que celebran la música y el arte, el cuerpo,
cualquier cosa sin palabras como la mejor expresión?
Pienso en el poeta ayudando a su mujer a morir,
gritando su corazón impotente como pájaros aplastados
y las plantas de los pies de ella las voces de los niños
gritando en los limoneros, porque la herramienta
a veces debe ser forzada a trabajar.


Sentada al lado de mi amiga en su cama del hospital,
ella me dice que no va a lograrlo,
no cree que lo quiera,
todo el año escapando de las profundidades, ahora se está ahogando.
Cambio las flores del jarrón,
froto crema sobre sus manos y pies.
Cuando me inclino para darle el beso de despedida,
le susurro Te amo, palabras que tal vez
hayan perdido su significado, siendo requeridas
para tantos instantes tácitos.


El cielo cuando camino hacia el estacionamiento
este último fin de semana de verano
es un ópalo, el calor volviéndose rosa sobre los árboles
que la oscuridad torna del color de la ceniza.

Todo lo que amamos fracasa, no le dije a mis estudiantes
si por fracasar entendemos finales o cambios,
si por amor entendemos lo que nos sostiene.
El lenguaje es lo que honra el desvanecimiento.
¿O el lenguaje es lo que retarda la partida?
¿O solo profundiza lo que sabemos de la pérdida?


Mis estudiantes creen que es importante
elegir bien las palabras.
Una vez dichas, nunca pueden ser reparadas.
Lleva muchos años aprender a ser torpe.
A su edad, cada palabra debe ser elegida cuidadosamente
para comunicar el sí, pero también dejar espacio
para el no realmente, solo bromeaba, un auto en la entrada
con el motor encendido.


Dentro nuestro, constelaciones,
pedazo de hilo anudado en la negra cortina de la noche.
No hay palabras correctas,
si por correcto entendemos perfecto,
si por perfecto entendemos capaz de salvarnos.


Cuatro de nosotros empacamos el departamento de nuestra amiga.
De repente ella no puede vivir sin asistencia.
Recuerdo esta copa, parte de un juego
que le compré hace años
cuando ella fue por un tiempo una bebedora de whisky.
La compré por su peso, algo
sólido para sostener, y de paso una pulgada o dos
de ámbar se vería contra sus paredes talladas.
La envuelvo en un periódico y la agrego a la caja rotulada Cocina.


Es mi amiga quien es frágil.
Cuando la saco a comer, cada paso es un trabajo.
El restaurante es bullicioso y brillante.
Ella quiere saber si parece normal.
Hago que mis palabras sean suaves. Bien,
que debe ser la palabra más inútil en Inglés,
todo va a estar bien.





THE FAILURE LANGUAGE

First day of class, I ask the students, by way
of introduction, what they believe:
Language is our best tool, or language fails
to express what we know and feel.
We go around the room.
Almost everyone sides with failure.
Is it because they’re young,
still find it hard to say what they mean?
Or are they romantics, holding music and art, the body,
anything wordless as the best way in?
I think about the poet helping his wife to die,
calling his heart helpless as crushed birds
and the soles of her feet the voices of children
calling in the lemon grove, because the tool
must sometimes be bent to work.

Sitting next to my friend in her hospital bed,
she tells me she’s not going to make it,
doesn’t think she wants to,
all year running from the deep she’s now drowning in.
I change the flowers in the vase,
rub cream into her hands and feet.
When I lean down to kiss her goodbye,
I whisper I love you, words that maybe
have lost their meaning, being asked to stand
for so many unspoken particulars.

The sky when I walk to the parking lot
this last weekend of summer
is an opal, the heat pinkening above the trees
which dusk turns the color of ash.
Everything we love fails, I didn’t tell my students,
if by fails we mean ends or changes,
if by love we mean what sustains us.
Language is what honors the vanishing.
Or is language what slows the leaving?
Or does it only deepen what we know of loss?

My students believe it’s important
to get the words right.
Once said, they can never be retrieved.
It takes years to learn to be awkward.
At their age, each word must be carefully chosen
to communicate the yes, but also leave room
for the not really, just kidding, a gateway car
with the engine running.

Inside us, constellations,
bit thread knotted into night’s black drape.
There are no right words,
if by right we mean perfect,
if by perfect we mean able to save us.

Four of us pack up our friend’s apartment.
Suddenly she can’t live unassisted.
I remember this glass, part of a set
I bought her years ago
when she became for a time a scotch drinker.
I bought it for its weight, something
solid to hold, and for the way an inch or two
of amber would look against its etched walls.
I wrap it in newspaper and add it to the box marked Kitchen.

It’s my friend herself who is fragile.
When I take her out to eat, each step is work.
The restaurant is loud and bright.
She wants to know if she looks normal.
I make my words soft. Fine,
which might be the most useless word in English,
everything is going to be fine.




Jacqueline Lisa Berger 
(Los Angeles, EE.UU., 1960)
Reside en San Francisco
Traducción de Yanina Audisio
su WEB

3 comentarios:

P MPilaR dijo...

**pese a todo, algo más existe más allá del fracaso. Más, del (im)propio metalenguaje...!!!**

bss

EG dijo...

Siempre tan exacta Pilar
un abarzo

DenniZu dijo...


Me encanta ! tu blog me haces mas fácil y asequible poder leer textos que no me son tan fáciles de encontrar.

D.Z

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