LA CONSAGRACIÓN DE LA CASA
Durante los días innumerables,
privados de signo y de memoria,
se abren sin cesar las puertas de la casa.
Lo que se reconocerá siempre
como una huella de paloma en la arena.
Se llevará en los ojos el dibujo que sobreviva
y que no es el más bello;
la altura de una puerta,
un mosaico,
una grieta del muro.
Lo que se ha olido
-tufo mezquino, inciensos,
humedades,
o raramente un soplo perfumado –
lamerá sin descanso el aire en torno
con su afilada lengua.
Las barandas
retomarán en todo tiempo el tacto;
no se hartarán las manos
de abrir pestillos fríos,
de liberar espejos de su polvo,
de empujar vidrios turbios de ventanas.
Lo que se ha amado.
Las cosas inanimadas
que han quemado su belleza exigua
para calentar el corazón solitario,
ésas presidirán la ceremonia.
La casa se desmantela
como un gran buque
muerto sobre la arena.
Pero yo quiero consagrarla
en la paz de la tarde
y escoger la mejor puerta
para ofrendarle aunque sea una corona
de hojas de álamos
o atarle cintas blancas;
no importa el rito,
si el amor lo preside en toda forma.
La ceremonia es solitaria siempre.
Tan sólo el que consagra, sacerdote,
puede pasar las puertas
de su casa,
agregar naves, patios, escaleras,
convertir en colores la luz blanca,
tapiar ventanales imprecisos,
unir catedrales a las bohardillas,
hacer morir el patio de castillo
en una huerta de duros repollos.
El amor enumera los cuartos vacíos
y cada tarde, al reconstruir la casa,
le repara sus viejas averías,
va aclarando los techos, ampliando las paredes.
Se aceptarán palomas
y tapices con sombras espesas
en que mujeres de gas alimentan pajarillos bordados
en rojo y oro.
Y llegará un día,
cuando toda memoria del dolor se desvanezca,
en que el amor consagrará sólo canteras de luz, sólo castillos.
Historia Natural de la alegría, Editorial Losada, Buenos Aires, 1952 |
B O N U S T R A C K (x2)
Madres de Plaza de Mayo |
A este límite hemos llegado, entonces, a pasar meses y años reclamando cuerpos como quien reclama maletas perdidas.
(de Conversación al sur, Editorial Siglo XXI, México, 1981)
*
...empeñada en persistir, en sobrevivirse...
(verso del poema La vuelta a la ciudad, de Historia Natural de la alegría,
Editorial Losada, Buenos Aires, 1952)
MARTA DIXIT
Tengo la impresión que la literatura femenina, paternalmente admitida como una expresión menor desde las pautas de valor formuladas por los hombres, en cambio de disimular su condición, tratando de desprenderse de sus adherencias con la realidad y alcanzar un buen nivel de abstracciones simbólicas, podría constituirse en un fuerte mediador, si aceptara y explotara su especificidad.
(de La literatura femenina, El Universal (25 de enero de 1981). Caracas, p. 15)
(Buenos Aires, Argentina, 1923 - España, 1983)
Nacionalizada colombiana
Nacionalizada colombiana
2 comentarios:
Vivir la vida para buscar un hijo perdido, es llevar la cruz... Un abrazo,
El infierno es eso. No tengo la menor duda al respecto.
Un abrazo y un beso.
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