6 de octubre de 2013

Virginie Despentes, Acostarse con el enemigo


Fotografía de Anja Niemi "The wife"

ACOSTARSE CON EL ENEMIGO

Hacer lo que no se hace: pedir dinero por lo que debe seguir siendo gratuito. La decisión no
le pertenece a la mujer adulta, el colectivo impone sus leyes. Las prostitutas conforman el único proletariado cuya condición conmueve como lo hace a la burguesía. Hasta el punto que, muchas veces, mujeres a quienes nunca les faltó nada están convencidas de esta evidencia: no debe ser legalizado. Los tipos de trabajos que las mujeres no pudientes ejercen, los sueldos miserables por los que venden su tiempo no interesan a nadie. Es la suerte que les toca por haber nacido mujer y pobre, a eso la gente se acostumbra sin problema. Dormir afuera con cuarenta años no está prohibido por ninguna legislación. El que te conviertan en un “sin techo” es una degradación tolerable. El trabajo es otra. Pero eso sí, vender sexo, eso concierne a todos y las mujeres «respetables» tienen algo que decir. Me pasó a menudo, durante estos últimos diez años, estar en un lindo salón junto a señoras que siempre fueron mantenidas vía el contrato marital, muchas veces mujeres divorciadas que habían obtenido pensiones dignas de llevar este nombre, y que me explican, a mí, sin sombra de duda, que la prostitución es en sí algo malo para las mujeres. Saben, intuitivamente, que este trabajo es más degradante que otro. Intrínsecamente. No practicado en circunstancias muy particulares, sino en sí. La afirmación es categórica, escasas veces combinada con matices, tales como «si las chicas no consienten», o «cuando no cobran ni un centavo de lo que hacen», o «cuando están obligadas a trabajar afuera en la periferia de las ciudades». Ya sean putas de lujo, ocasionales, callejeras, viejas, jóvenes, bien dotadas, dominadoras, toxicómanas o madres de familia a priori no hace ninguna diferencia. Intercambiar un servicio sexual por dinero, hasta en buenas condiciones, e inclusive de buen grado, va en contra de la dignidad de la mujer.
Prueba de ello: si pudieran elegir, las prostitutas no lo harían. Vaya retórica... Como si la
depiladora de la cadena Yves Rocher41 pusiera cera o apretara puntos negros por pura vocación estética. La mayoría de la gente que trabaja no lo haría si pudiera, ¡obviamente! Sin embargo en ciertos ámbitos repiten a porfía que el problema no es sacar la prostitución de la periferia de las ciudades donde las prostitutas están expuestas a todo tipo de agresiones (condiciones en las que hasta vender pan vendría a ser como practicar un deporte extremo), ni obtener marcos legales tales como los reclaman las trabajadoras sexuales, sino prohibir la prostitución. Resulta difícil no pensar que lo que no dicen las mujeres respetables, cuando se preocupan por la suerte de las putas, es que en el fondo temen su competencia. Desleal, por ser demasiado adecuada y directa.
Si la prostituta hace su negocio en condiciones decentes, lo mismo que la esteticista o la
psiquiatra, si a su actividad le quitan todas las presiones legales que se conocen actualmente, la posición de mujer casada de repente se vuelve menos atractiva. Porque si el contrato
prostitucional se vuelve común, el contrato marital aparece más claramente como lo que es: un trato en el que la mujer se compromete a realizar cierta cantidad de faenas que aseguran el confort del hombre por tarifas que resisten toda competencia. Particularmente las tareas sexuales.

(fragmento)





Virginie Despentes 
(Nancy , Meurthe-et-Moselle,  Francia, 1969)
de King Kong ThéorieEdicions Grasset&Fasquelle, 2006
de Teoría King Kong, Editorial Melusina, S.L., 2007
Traducción de Marlène Bondil
para leer una ENTREVISTA
para leer MÁS

5 comentarios:

Sonsoles dijo...

Hombre, pues no sé que decirte, pontificar así como lo haces, pues como que tampoco. Tu misma, con perdón, te estás convirtiendo en ejecutora d lo que criticas aquí.
Mujeres de todo tipo piensan cosas de todo tipo sobre este tema q tratas y otros, en más, no sólo mujeres, sino hombres tb, y eso es debido practicamente a que la gente habla por hablar, hasta si me lo permites, tu aquí y todos en gneral. Vivo en Bélgica y aquí tienen su SS, su seguridad (entre comillas) etc y tb se polemiza, total que es un tema tan antiguo como el comienzo de este trabajo. Creo q en el resto de Europa esto no se legaliza porque somos más "liberales con el sexo" ¿no? date una vuelta por las páginas tipo Ashley Madison, verás no uno, ni 2 ni 5 solteros, casados, con niños, solteras, casadas, con niñas, buscando sexo sin más. La Europa cálida lo sabe, conoce estos datos, y no se va a gastar dinero porque sabe q las relaciones están sufriendo una convulsión social, en este caso encubierta, pero siempre fue así, lo único q antes para follar había q casarse, y un porcentaje muy pero q muy bajo de mujeres casadas q se daban cuenta con el tiempo q se habían equivocado ante el altar, estaban dispuestas a tener un amante, el resto se sacrificaban, ahora ni de coña pasa esto.
Creo que deberíamos empezar todos por no juzgar,y así cambiarían las cosas, pero lo q si es cierto es que el "dinero fácil" y sí, más fácil es follar que levantarse a las 06h de la mañana todos los días para ir a currar a una caja al Carrefour, siempre llamará más. Eso y q esto, no te engañes, sigue siendo un mundo d hombres, para hombres, y diseñado por hombres, así q falta mucho para q cambien las cosas.
Un saludo

EG dijo...

Sonsoles, gracias por tu comentario. Sin embargo, este fragmento del libro de Virginie Despentes, no solo NO es un texto escrito por mí, sino que ni siquiera me representa en su totalidad. No soy ni prostituta ni estoy casada.

Admito que es un escrito polémico, que da para pensar. Y que hace una generalización, sí. Seguramente "vista" desde (y en) "su" lugar geográfico y personal.

EG dijo...

Y lo comparto porque muchas veces pienso en esa idea de intercambio económico a través del sexo.

Y porque noto que cuando ese intercambio no está, muchas veces el varón, no sabe qué hacer.

Darío dijo...

Descarnado. No puedo decir otra cosa.

Ana Muela Sopeña dijo...

Siempre me ha parecido interesante este debate. Hay mujeres y hombres que se casan por amor o lo que al menos definimos como amor. Hay mujeres y hombres que se casan por interés económico, por conveniencia. Y esta venta es en realidad una prostitución, nos guste o no nos guste. Pero...está consagrada por las leyes y por la moral...

En realidad deberíamos ser menos hipócritas y darnos cuenta de que la prostitución está por todas partes, no solo en las casas de citas, burdeles y barras americanas. Eso es lo más evidente. Pero hay prostitución en infinidad de actos cotidianos.

Que la mujer casada es un ángel y la prostituta un demonio eso no se lo cree nadie en estos tiempos. En realidad cada ser humano, se dedique a lo que se dedique tiene un poco de ángel, un poco de demonio, algo de nobleza y algo de corrupción.

Creo que el texto que has publicado, Miriam, es muy interesante porque invita a la reflexión. Después cada persona se situará en un punto, pero realmente la reflexión sobre estos temas es no solo interesante sino necesaria.

Abrazos
Ana

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...