20 de septiembre de 2013

Julieta Gamboa, Muñecas


Fotografía de la muestra Multitudes Barrosas
expuesta en la facultad de Periodismo 
y Comunicación Social UNLP 
en el marco del II Encuentro de Comunicación, Géneros y Sexualidades
MUÑECAS

Que se llame como tú;
ésta tiene la forma de tus ojos,
tal vez llegue a parecerse a ti.
De niña seguía algunos rituales
que se iban convirtiendo en reflejos.
Tenía una muñeca para cuidarla,
para ponerle un nombre.
Había un efecto extraño en el acto de mecerla,
cambiarle la ropa, darle de comer;
un cuerpo de niña ensayando una maternidad 
    prematura;
una niña madre que buscaba en ese plástico algo vivo.
La muñeca aparecía días después con una pierna 
    desprendida,
la ropa sucia, olvidada en el lodo.
Exhibía en su cuerpo rígido todo el desamparo.

En ese momento asomó mi falta de oficio
para dejar esa clase de huellas.
Decliné la intimidad de hospedar a un ser
que sorbiera mis líquidos vitales.

Mi madre telegrafiaba con su mirada un desastre,
profetizaba la ruina de mi cuerpo,
alejado del ciclo de los mamíferos.
Parece que no sabré de qué estoy hecha
hasta sentir el dolor del parto
en todas mis células;
que nada se compara con esa soledad
de no saber lo que es verter mi sangre,
mirar mi sangre en otra sangre,
mis ojos en otros ojos.
Parece que mi cuerpo, esa máquina,
me pedirá un ser unido a mí,
una ventosa necesitada de calor.

Nuestra vida se llena entre nacer y multiplicarnos.
Somos seres gregarios,
emparentados por la misma cadena de sustancias,
Hay que continuar el mapa,
el palimpsesto familiar para no perdernos.

El juego repetido de parir muñecas
acabó con mi instinto de desear esa presencia
nadando en la seguridad del líquido,
de contraer mi estómago para hacerle un espacio.
Otras cosas me ataron a este mundo,
más allá del timbre de un llanto
todas las noches,
de la emoción de llenar los álbumes de fotos
o extrañar las partículas de alguien
pegadas a mi cuerpo hasta la mimesis.





Julieta Gamboa 
(D.F., México, 1981)
de Taxonomía de un cuerpo, Fondo Editorial Tierra Adentro, 
Colección La Ceibita, 2012
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6 comentarios:

Errata y errata dijo...

IMPRESIONANTE.

Yo he cumplido con las expectativas, y es poco lo que me ata a este mundo más que ellos.

batalla de papel dijo...

Excelente poema y magnífica poeta. El cuchillo de su pluma te parte.
Gracias por descubrirla y por el libro.
Besos

EG dijo...

Coincido en casi todo con vos Maia, aunque no siento ni que mi hija me pertenezca ni que yo le pertenezca a ella, salvo por esos hilos invisibles y tensados tan fuertemente que a veces dudo.

Mañana, mi niña, cumple 10 años.
Eso si es i n c r e í b l e

EG dijo...

Viste María!!! es potente!!!

Te cuento que el enlace al libro me lo envió una chica hace unos meses atrás. Rápido leí a ver qué era, elegí el anterior poema (Origen) e hice el enlace al libro. Pero recién anoche me dediqué a leerlo. No puedo encontrar quién fue que me la hizo conocer!!!

Leo Mercado dijo...

Hay un punto fijo ahí; encantador...

Errata y errata dijo...

Acabo de ver tu comentario. No siento que mis hijos me pertenezcan. Pero, aunque quedaría mucho mejor decir que no, yo les pertenezco a ellos bastante. En cada decisión que tomo cada día están ellos. Quizá deje de ser así cuando crezcan. Pero por ahora, ellos son la medida de casi todas las cosas. No sé si está bien o está mal, pero así lo vivo. Esa es mi verdad.

Y felicitaciones de nuevo :)

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