Un momento de soledad
de paz
y la tarde es mía.
Me puedo sentar a leer
sin sentirme culpable.
Sin pensar que debía salir
a comprar el líquido para desmanchar las alfombras
o bajar a jugar con la niña.
no sentir incesantemente
que uno debería ocupar varios espacios al mismo tiempo?
No pensar, mientras se tumba uno con un libro,
que se debería estar haciendo otra cosa.
Asumir, como hacen los hombres,
la importancia del tiempo
que dedicamos al propio enriquecimiento.
Las mujeres
tenazmente sentimos
que le estamos robando tiempo a alguien.
Que quizás en ese preciso instante
se nos requiere
y no se cuenta con nosotras.
Precisamos
todo un entrenamiento
para no borrarnos, minimizarnos,
constantemente.
¡Ah! ¡Mujeres, compañeras mías!
¿Cuándo nos convenceremos
de que fue sabio el gesto
de extenderle a Adán
la manzana?
Gioconda Belli
(Managua, Nicaragua, 1948)
de Apogeo, Editorial Visor, 1997/2002
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3 comentarios:
Incluso yo, que soy tan ombligo de mi mundo, a veces me siento así...(aunque dura poco eh) Abrazo..
En ese acto, creo yo, está resumido el sino de los tiempos, la intrincada mujer y el torpe hombre. El instante aciago, creo que dice Borges. No es así exactamente. Pero esa es la idea.
De Belli no puedo decir nada novedoso.
Gioconda...un clásico
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