Fotografía de Angela Bacon Kidwell |
Anduve enamorada del amor
Y no encontré el amor en parte alguna.
Todas las casas son ajenas para mí,
ajenos para mí todos los cuerpos.
Mi patria no es mi lengua,
ni tampoco la calle de mi infancia.
No me importa en qué lengua
han de desentenderme los lectores.
Ya estaba fuera de mi patria
cuando estaba en mi patria.
Como madera que arrastra la corriente
encallada quedé en cualquier parte.
Nada fue nunca mío,
ni siquiera lo que creí más mío.
Nací muerta. A un muerto
habéis golpeado hasta sangrar.
Tenéis sangre en las manos.
No es mi sangre, es la vuestra.
Ya estaba sola cuando no estaba sola.
Ya estaba muerta cuando estaba con vida.
Marina Tsvietáieva
(Moscú, Rusia, 1892-1941)
Leído en Revista Cultural Turia
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9 comentarios:
Se consolida el anverso en una secuencia o un largo etcétera, y sería grato no olvidar la gama que lo sustenta, desde el reverso, Tsvietáieva… vectoriza los intersticios que como vetas de sal caliente comunican lo visible con lo invisible. Su obra tiene algo que quiebra. Hermoso, mucho.
A veces nos sentimos así, ajenos. Quizás se escribe como intento de ubicarse....Beso
Así es como es y no es, somos lo que ya no somos.
Ah!!! cc rider, usted sí que sabe dejar una idea plasmada...de a poco lo voy comprendiendo (me lleva tiempo) pero esta vez fluyó. Un abrazo
Vera, aunque me da la sensación de que se dió cuenta perfectamente en dónde estaba parada...
y a la vez, todo nos determina, sí.
Darío! ay!!! ese "somos lo que ya no somos", hincó!!!
abrazo
Esa sensación comulgada en las pieles femeninas...
qué vigente
que divinamente dicho
besos Emma!
la adoro...
una alegría encontrar a la tsvietáieva en tu casa...
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