Fotografía de Geoffroy Demarquet |
DIAGNÓSTICO
Esta enfermedad es degenerativa.
Consiste en destruir los tejidos comunicativos:
en contraer la piel
(perdiendo la sensibilidad a las caricias),
en reducir el foco visual
(limitándolo al espacio del libro que leemos).
Nos fatiga incluso hablar
y cada vez que pronunciamos un sonido,
nace provisto de largos pseudópodos grises
y se queda flotando en la salita,
como si ése fuera su destino:
ser una extraña ameba que ignora la hora de acostarse.
Nos afecta al oído, sordos en el bunker.
Las papilas y la lengua ya están paralizadas.
Las narices se convierten en antena
y percibimos al instante
la chamusquina de una queja o el empalago de un suspiro.
Diagnóstico:
cáncer cíclico de silencio.
Periodo de incubación:
las rachas acumuladas sin practicar paciencia.
Recaídas (a no ser que la ciencia del perdón
descubra otras soluciones):
tantas cuantos fracasos del uno junto al otro.
Tratamiento profiláctico:
una cena en un bonito restaurante de cuando en cuando,
y cada mañana,
un pensamiento alegre al decir "buenos días".
Fotografía de Geoffroy Demarquet |
RECORDAR LO RARO
Acostumbro a recordar lo raro.
Por ejemplo, tus botas y tu cinturón de gran hebilla,
tu ironía y tu nariz.
En noviembre
el viento crudo nos reunirá
en la saludable copa de la oscuridad.
Pisaré los charcos de tu calle.
No me fumaré ni un canuto
pero te llenaré de vaho la cara al decirte “hola”
y luego me iré deprisa, huyendo de todo lo supuesto.
Llevaré falda corta y pendientes largos
en noviembre.
La cosa es que quiero oírte decir de nuevo,
en susurros, si es posible:
“Qué, Miren Agur”.
Y encontrar en ese escalofrío insulso
otra excusa para sentirme una joven mujer encantadora.
(Lekeitio, Bizkaia, España, 1962)
POETA/ESCRITORA/LICENCIADA EN FILOLOGÍA VASCA/
DIPLOMADA EN MAGISTERIO
de Anzalaren kodea / El código de la piel,
Barcelona Bassarai, 2002
DIPLOMADA EN MAGISTERIO
de Anzalaren kodea / El código de la piel,
Barcelona Bassarai, 2002
Traducción de la autora y Kepa Murúa
9 comentarios:
No deja de sorprenderme tu exquisito gusto a la hora de elegir poema... que me gustan ;-)
Encantada, de verdad.
querida Emma, qué poema le elegiste eh...
me encanta!
Creo que venía "al caso", no?
Excelente poema. Me sentí muy identificada con eso de que se reduce el foco visual al libro que leemos.
¿No será ésta la enfermedad de los que vivimos más a través de las letras que de la vida misma? No lo digo por cuervo, lo digo por mí, que conste.
Vaya, es hora de que me siente en algún buen restaurante...
Me hizo acordar a una frase de Javier Cánaves, un poeta español que me gusta mucho, que dice "El escritor ama mejor en las palabras que en los hechos". Creo que tiene razón (Joven: no va por usted, va por mí).
Me encantan todos los poemas que pusiste de esta autora. Pero este especialmente. Me parece muy bueno(y acertado)el símil que hace con la enfermedad degenerativa. Y ese sonido provisto de largos pseudópodos grises....Y además, el final es positivo, siempre existe un tratamiento que podamos intentar. Besos
No sé cómo estarían mis ojos si viviese en España! Habría tantísimo para leer!!! Porque a falta del libro en texto papel, voy conformándome con lo que va apareciendo delante de mí en este bello aparato.
Un abrazo Arati, Noelia, Maia y Vera.
Ahora que vuelvo puedo decir gracias, aunque la enfermedad de la piedra avance por mis venas sin detenerse, sin piedad. Al menos, todavía quedan los poemas, y la chica que tiene la capacidad de rescatarlos, del cielo, o del mismo infierno. Beso, flaca.
Es que Ud. me pone en cada brete amigo! Tengo buena memoria y de su blog me volví corriendo a rescatar estas letras que parecen escritas a medida de la conversa. Un abrazo ENORME!!!
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