Fotografía " Fenetre sur jardin", de Michel Gremeaux |
No pronuncio tu nombre por miedo a ver la herida
y el golpe de la sangre.
No digo las palabras que debiera decirte.
Te miro.
Te contemplo.
Te observo.
Ojeo las esquelas y el tiempo de las nubes.
Luego digo algo inútil,
mágico,
irreparable.
Digo cosas curiosas como decir:
qué tal, hace calor, te quiero,
anoche he deseado tu cuerpo nuevamente.
Pero nada se oye dentro de las paredes.
Tú me miras inquieto,
decidido,
cobarde.
(Mi corazón empieza a deslizarse
por la suave pendiente de tu pelo.)
Reside en La Palma, Canarias
de Del amor imperfecto, Ediciones La Palma, Madrid, 1987
10 comentarios:
Esta tarde pronuncié un nombre... y me herí, ¿por qué tiene que ser así?
porque ciertas personas se nos graban a fuego, y su nombre nunca suena igual en otra persona, cuando lo escuchamos, aunque sea en nuestra mente, duele...
Me deslicé durante muchos años, por la pendiente del desamor. Dije muchos te quieros que se perdieron en el despilfarro de lo inútil. Arena entre los dedos.
Besos
como arena entre los dedos...si, es así. Ir a la playa ya no será igual, voy a querer retener lo imposible...
Esa es una clave que me conmueve. El poema es hermoso. Y ya creo que no necesitaré decirlo, ya que tenés un gusto de la puta madre.
Digo, la clave es, si nombrando tocamos la cosa? A veces parece que si!
la palabra le da vida a las cosas, pero cómo callarlas? cómo no nombrarlas? nuestro mundo sería tan escaso...
hermoso, bello!
Saludos desde Mundo Aquilante!
Me entendiste bien, Emma Gunst. Nunca llamo por ese nombre a nadie. Les llamo por el nombre completo y no por su diminutivo como llamaba a esa persona. Duele.
Por superstición, hay cosas que prefiero no nombrarlas.
l`amour...
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