25 de agosto de 2010

Aída Elena Párraga, Autobiografía


Fotografía de Tania Soderman
AUTOBIOGRAFÍA

Esa mujer que ves ahí
no tiene nada. Sus manos no saben de anillos 
pero anidan mariposas, 
no tiene más adorno sobre su pecho 
que dos enhiestas esmeraldas, 
ni más vestido que la cubra 
que las huellas que un amante le dejara. 
Esa mujer que ves ahí 
anda desde siempre pie descalza 
y no tiene pasaporte,
ni cédula, 
ni esperanza, 
pero le sobran caminos, 
tierras profundas y lejanas, 
y aunque no tiene nombre 
los pájaros la llaman. 
Esa mujer que ves ahí 
no tiene casa... 
y para cama le basta una sonrisa, 
se asoma al mundo 
por su única ventana 
que le confirma que está viva. 
Esa mujer que ves ahí 
no tiene nada, 
más que un gran amor en la distancia 
por el que le brotan mil luceros en el vientre, 
por el que se viste de luz, 
por el que calla, 
por el que las nubes se le incendian, 
por el que las noches no se acaban. 
Esa mujer que ves ahí 
a veces ni siquiera sabe si en verdad existe 
y entonces se convierte en frágil hierba, 
o en ráfaga de viento que asustada 
corre a refugiarse en tu palabra.

Questa donna che vedi qui
non ha nulla. Le sue mani non conoscono anelli
però annidano farfalle,
non ha altro ornamento sul suo petto
che due dritti smeraldi,
né altro vestito che la copre
che le impronte che un amante le avrebbe lasciato.
Questa donna che vedi qui
cammina da sempre a piedi scalzi
e non ha passaporto,
né carta d’identità,
né speranza,
ma le avanzano strade,
terre profonde e lontane,
e anche se non ha nome
gli uccelli la chiamano.
Questa donna che vedi qui
non ha casa…
e come letto la basta un sorriso,
si affaccia sul mondo
dalla sua unica finestra
che segna che è viva.
Questa donna che vedi qui
non ha nulla più
di un grande amore distante
per cui le germogliano mille stelle nel ventre,
per cui si veste di luce,
per cui tace,
per cui le nuvole le s’incendiano,
per cui le notti non finiscono.
Questa donna che vedi qui
a volte neanche sa se in realtà esiste
e allora si trasforma in fragile erba,
o in raffica di vento che spaventata
corre a rifugiarsi nella tua parola.





Aída Elena Párraga 
(San Salvador, El Salvador, 1966)
de Yo me imagino ser
para leer MÁS
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7 comentarios:

Darío dijo...

Que bello poema en prosa. Sobre todo eso de ir vestida con las huellas de un amante. Me sorprendés cada día, como puede sorprender un amante. Buenísimoooooooooo!!!

LEDESKA dijo...

Precioso... he llegado a tu blog me encanto lo que lei... me impresiono el titulo del blog creo que tambien se me habria ocurrido para un blog mio... es bello y recorde unos zapatos que pinte yo y que miran el dia junto a la ventana...

Ledeska

Ro dijo...

Esa mujer que ves ahí anda desde siempre pie descalza y no tiene pasaporte, ni cédula, ni esperanza, pero le sobran caminos, tierras profundas y lejanas, y aunque no tiene nombre los pájaros la llaman....

No tengo dudas, se que los pajaros la llaman y es motivo de fascinacion

EG dijo...

Curiyú!!! =) G R A C I A S

EG dijo...

Ledeska...qué bueno que hayas pasado y que bueno que leas los poemas que subo. Saludos

EG dijo...

Ro...corro a refugiarme en su palabra

NINA dijo...

Preziozo.
Muy preziozo. De amor... como me gustan!

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